SEGOVIA, 24 (EUROPA PRESS)
El Proyecto Eresma Arqueológico ha hallado en el dolmen de Santa Inés en Bernardos (Segovia) una “especie de vidriera prehistórica” tapizada por cascotes y bolos de cuarzo blanco que ilumina “de manera precisa” áreas específicas de la tumba, como el corredor que conduce a la cripta funeraria.
Esta es una de las “importantes novedades” en la campaña de 2024 del proyecto liderado por el arqueólogo segoviano Raúl Martín Vela y que se recoge en una de la más de media docena de publicaciones que plasman algunos de los resultados alcanzados en los últimos años en los diferentes yacimientos en los que el equipo está desplegado, todos ellos en la provincia de Segovia.
En concreto, en Bernardos se ha confirmado la presencia de varios túmulos, entre los que destaca el dolmen de Santa Inés y el de Asomada I. Son grandes tumbas monumentales construidas hace 6.000 años por los primeros agricultores y ganaderos que habitaron estas zonas durante el Neolítico. La arquitectura prehistórica que caracteriza a Santa Inés convierte a este sepulcro en un “testimonio exclusivo” de las creencias de los habitantes del valle del Eresma de aquella época.
En este sentido, recientes estudios realizados por el Proyecto Eresma Arqueológico junto el doctor César González García, investigador del CSIC y uno de los “mayores especialistas europeos sobre orientaciones arqueastronómicas”, han determinado que existió un plan director en la construcción del dolmen de Santa Inés que buscaba “iluminar espacios durante fechas muy concretas del año”.
“Los constructores seleccionaron deliberadamente bloques blancos de cuarzo y lajas grises de pizarra para aprovechar el juego natural de luces al amanecer y al atardecer. El resultado es una especie de vidriera prehistórica que realza la presencia del monumento en la distancia, al tiempo que ilumina de manera precisa áreas específicas de la tumba, como el corredor que conduce a la cripta funeraria”, detalla el arqueólogo segoviano.
Martín Vela explica que durante fechas cercanas al solsticio de invierno, “específicamente entre el 21 y 22 de diciembre”, se produce “un fenómeno lumínico singular” en este dolmen. “Al amanecer, los primeros rayos del sol iluminan la entrada de la tumba, flanqueada por dos grandes bolos de cuarzo. La luz, en un recorrido gradual y calculado, penetra a través del corredor en dirección a la cripta funeraria, generando un efecto visual único que revela la intencionalidad astronómica y arquitectónica de sus constructores”, ha continuado.
Este año, las excavaciones financiadas por el Ayuntamiento de Bernardos han revelado que esta preocupación por iluminar el monumento se extiende a otros sectores de la tumba. “Cada año comprendemos mejor al yacimiento, especialmente su arquitectura y la intencionalidad de aquellos que lo construyeron. Así pues, todo el flanco oriental, y no solo el corredor de acceso, está tapizado por cascotes y bolos de cuarzo blanco que en algunos casos se asemejan a un brillante collar engarzado que ilumina túmulo durante todo el año. El aspecto y resultado es simplemente espectacular”, ha afirmado el físico del Proyecto Eresma Arqueológico, Javier Gutiérrez López.
Pero Santa Inés, no es el único yacimiento megalítico que se está investigando en Bernardos. A poco más de 600 metros del dolmen, se localiza el crómlech de Cantos Blancos, “único monumento de estas características documentado en toda Castilla y León”.
“Un crómlech es un lugar donde se reunían las comunidades de la prehistoria que habitaron estas tierras. Son sitios bien reconocibles en el territorio y asociados espacialmente con los dólmenes. Cantos Blancos es ciertamente excepcional, pero a la vez, es un misterio en cuanto al motivo que llevó a sus constructores a seleccionar y tallar más de 100 menhires de brillante cuarzo blanco -algunos de casi 1000 kilos- para posteriormente disponerlos de forma ordenada dibujando círculos y líneas”, ha añadido el responsable de Eresma Arqueológico.
PEÑA DEL MORO Y LA RESINA
También se ha avanzado en la investigación del “veterano” enclave de La Peña del Moro, en Navas de Oro, y que recogen dos nuevos artículos científicos publicados en la revista Zephyrus, de la Universidad de Salamanca, y en el Boletín Del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, de la Universidad de Valladolid.
Ambos trabajos ponen de manifiesto la importancia de este yacimiento por la secuencia de poblados superpuestos de la Edad del Bronce y de la Primera Edad del Hierro y en los que el pinar resinero ya era una fuente de aprovechamiento
“La comunidad de la Edad del Bronce que se asentó en lo alto del cerro conocía los beneficios de la resina del pinar una vez convertida en pez líquida. Es un hecho confirmado por la presencia en el yacimiento de pólenes fósiles pertenecientes a la familia Pinus”, ha abundado Martín Vela.
Pero, el espaldarazo definitivo, lo ha aportado una vasija de barro recuperada en el interior de una vivienda de la Edad del Bronce con una antigüedad de 3.500 años, fecha confirmada por una muestra de carbono 14. Los análisis realizados en la Universidad Autónoma de Barcelona certifican la presencia de restos de pez adherida a las paredes del recipiente.
“Confirma nuestras sospechas que describen un pinariego paisaje autóctono en estas tierras durante la prehistoria. Frente a otras hipótesis que planteaban que el pino resinero era una especie introducida a finales de la Edad Media, los resultados alcanzados en La Peña del Moro son firmes. Así pues, gracias a las investigaciones arqueológicas, Navas de Oro puede reivindicar con orgullo su pasado pinariego y resinero”, ha subrayado el director del proyecto.
Por otro lado, los trabajos llevados a cabo este verano en el poblado vacceo de Cerro Tormejón y financiados por el Ayuntamiento de Armuña, han continuado ahondando en las características de la muralla del asentamiento, con siete metros de anchura y casi 1,80 metros de altura conservada, lo que la convierte “en la muralla de mayores dimensiones y mejor preservada de toda la provincia de Segovia”.
“Desde un punto de vista científico es excepcional por las fases de construcción documentadas, ya que fue levantada, ampliada y reforzada en diferentes momentos, muy posiblemente por necesidades defensivas que hemos de vincular, en algún caso, con las campañas militares que el senado romano estaba llevando a cabo en la Península Ibérica desde el siglo II antes de Cristo”, ha argumentado Martín vela.
Las características de esta defensa y el devenir del asentamiento localizado en el valle del Eresma se desgranan en dos publicaciones presentadas en varias reuniones científicas auspiciadas por el Museo de Segovia y la Junta. Además, en breves fechas habrá una tercera publicación en la revista editada por el Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg de la Universidad de Valladolid, y que está especializada en recopilar y publicar investigaciones llevadas a cabo en yacimientos de la Segunda Edad del Hierro, sobre todo vinculados al pueblo vacceo.
“Creemos que, tras más de una docena de campañas de excavación en yacimientos de la Primera y Segunda Edad del Hierro de la provincia de Segovia, era hora de plantear algunas novedades respecto a la ocupación del territorio en estas fechas y determinar qué pueblos habitaron algunos de los yacimientos más señeros de la provincia”, ha añadido el arqueólogo segoviano.
Desde el equipo insisten en la necesidad de continuar las investigaciones para avanzar en el conocimiento, pero especialmente, “por las oportunidades que brinda el patrimonio arqueológico en el desarrollo del medio rural”.
Una buena muestra son las iniciativas culturales programadas en conjunto por el Proyecto Eresma Arqueológico y por el Área de Arqueología del Ayuntamiento de Bernardos, que están logrando articular “una red de consumo patrimonial durante todo el año”.
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