Fiscalía y la acusación particular han mantenido su petición de 16 y 27 años de cárcel, respectivamente
VALLADOLID, 27 (EUROPA PRESS)
Fiscalía de Valladolid y la acusación particular han elevado este jueves a definitivas sus respectivas peticiones de dieciséis y veintisiete años de cárcel para un varón de origen paraguayo, L.A.A.S, por dos delitos de agresión sexual cometidos sobre una niña de 9 años, amiga de su hija, aprovechando las ocasiones en las que la menor pernoctó en su piso.
Las acusaciones, durante la vista pública celebrada en la Audiencia de Valladolid, han mantenido sus peticiones de condena a pesar de que el encausado, de 41 años, se haya declarado inocente y haya atribuido la denuncia de la madre a una posible venganza de ésta con la que, como así ha asegurado, mantuvo en su día una relación sexual extramarital.
“Yo creo que todo esto es por algo personal o por una cuestión económica”, ha alegado el presunto agresor sexual, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha reiterado que nueve o diez años antes mantuvo una relación sexual con la madre de la niña, cuando él ya estaba casado y tenía tres hijos, y que la ruptura de la misma podría haber llevado a su examante a tratar de buscarle la ruina personal o económica utilizando para ello a su propia hija.
Sí ha reconocido que la niña, amiga de su hija, había pernoctado en distintas ocasiones en su vivienda de la calle Álvaro de Luna, en concreto los días 9 y 21 de julio de 2021 y el 7 de mayo de 2022, pero sin que en ninguna de ellas, a diferencia de lo que se le imputa, hubiera aprovechado el momento en que su hija y la amiga dormían juntas para, ya de madrugada, introducirse en el cuarto y toquetear a la víctima en sus partes íntimas e incluso meter dos de sus dedos en su vagina.
“¡Eso no se hace, yo no he hecho esas cosas!”, ha espetado L.A.A.S, quien ha explicado que en una de las ocasiones las niñas durmieron en el salón, en otra pasaron la noche en la habitación de su hija en la que no pudo entrar porque habían echado el pestillo y en la última y tercera ocasión ha indicado que sí entró en el dormitorio pero tan solo porque era paso obligado para acceder al balcón, donde acostumbraba todas las noches a fumarse un par de cigarrillos. En ninguna de esas tres noches, como así ha insistido, puso una mano encima a la menor.
VERSIÓN “CREÍBLE” DE LA VÍCTIMA
Su versión exculpatoria, sin embargo, se ha desmoronado poco después con la proyección de un vídeo que, como prueba preconstituida, contenía la declaración que en su día realizó la víctima a las psicólogas judiciales y ante las que, de forma absolutamente “creíble”, relató con detalle lo acontecido durante aquellas dos noches en las que el acusado se introdujo en la habitación para, según ella, agredirla sexualmente.
Así han coincidido al señalar las dos acusaciones apoyadas en la declaración de la menor y en el informe de las psicólogas, que consideran “probablemente creíble” su relato. “Los testimonios inventados suelen ser lineales y, en cambio, en este caso estamos ante un relato disperso”, característico de alguien que dice la verdad y que ha demostrado ser “poco sugestionable”, descartando así que la cría pudiera estar incriminando al acusado a instancias de su madre.
De hecho, en ese relato, reproducido en sala, la supuesta víctima ha explicado que en las dos ocasiones en las que durmió en casa del acusado, éste entró en la habitación donde dormía con su amiga, se sentó a los pies de la litera–ambas se habían acostado en la cama de abajo–y metió la mano bajo las sábanas, para acto seguido introducirla entre su pijama y empezar a tocarle sus partes íntimas, con introducción incluso de dos dedos en su vagina.
“Yo me movía para que parase. Él me miraba y como yo me hacía la dormida siguió tocándome. Tenía mucho miedo y por eso ni siquiera al día siguiente dije nada porque pensaba que podía hacerme algo”, son algunas de las manifestaciones que la niña hizo a las psicólogas, a quienes además apuntó que en uno de estos episodios el acusado llegó a clavarle una uña en la vagina, ocasionándole una lesión que le provocaba un dolor intenso cada vez que iba al baño a orinar.
LA NIÑA SE DESMORONA Y DESVELA LO OCURRIDO
La madre de la cría, además de negar que hubiera mantenido relaciones sexuales con el acusado, ha declarado que en ningún momento sospechó de esta situación debido a la relación de “absoluta confianza” que había con el acusado, al que la niña “consideraba como un padre”, y que se enteró finalmente de lo ocurrido cuando su hija se desmoronó y le confesó lo que había ocurrido.
“Estábamos en un bar junto con otra amiga y la hija de ésta y mi niña empezó a llorar. Contó entonces que el acusado la había tocado y que no había dicho nada por miedo. Lo primero que hice fue salir del bar y llamarle por teléfono para pedirle explicaciones”, ha recordado la madre de la víctima, quien ha apostillado que en esa conversación su interlocutor le dijo algo que entonces le llamó mucho la atención. “Que yo me acuerde, no la he tocado”, es la frase que la testigo ha puesto en boca del encausado.
El juicio ha contado, entre otros testimonios, con los aportados por la propia esposa y la hija del acusado. Ambas han apoyado su versión, en especial su hija, puesto que ha considerado “imposible” que su progenitor hubiera agredido sexualmente durante aquellas dos noches a su amiga, con la que dormía en una misma cama, ya que recuerda que estuvo en todo momento despierta debido a que en una ocasión estuvo trasteando con el teléfono móvil y en la otra no podía dormirse porque había tomado café.
La testigo, hoy de quince años, también ha tratado de desvirtuar la credibilidad de su amiga al decir de ella que “siempre quería salirse con la suya, aunque para ello tuviera que inventarse cosas”.
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