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Eduard Fernández debuta en el monólogo con un homenaje a su madre: “Un teatro es un buen lugar para despedirme de ella”

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El Calderón de Valladolid acoge el estreno de ‘Todas las canciones de amor’, adaptación de Santiago Loza con dirección de Andrés Lima

VALLADOLID, 18 (EUROPA PRESS)

“No se asusten, yo los llevaré de la mano, si me dejan. No me suelten, por favor. Les ruego que me tengan piedad y paciencia, vamos a cruzar este día”, así arranca Eduard Fernández ‘Todas las canciones de amor’, una obra con la que debuta en el monólogo y en el que se mete en la piel de su madre, fallecida en 2020, para homenajearla a través de sus vivencias y despedirse de ella sobre las tablas.

“Siendo actor, un teatro es un buen lugar para despedirme”, ha subrayado el actor durante la presentación del montaje, dirigido por Andrés Lima y basado en un texto original del dramaturgo argentino Santiago Loza.

Tras perder a su madre, enferma de alzhéimer, y sin poder despedirse en persona de ella debido a las limitaciones de movilidad que por aquel entonces imponía la pandemia, Fernández quedó atrapado por el texto de Loza y se puso a trabajar sobre él con Andrés Lima, con quien arrastraba desde hacía tiempo la idea de adentrarse en el monólogo, según ha explicado.

A partir de ahí, contaron con la participación del propio dramaturgo argentino, quien les ayudó a rehacer el texto para adaptarlo a las circunstancias personales de Eduard Fernández y su madre. “En el texto, esa madre nos habla de su hijo, al que le cambiamos el nombre y pasó a llamarse Eduardo, como me llamaba ella. Añadimos que era enclenque, que le costó desarrollarse, que tenía los pies planos, que se hacía pipí hasta muy mayor… El hjijo era gay, yo no… Pero en lo esencial es parecido… Simplemente hemos acercado un poco más la obra a mí”, ha incidido el actor, quien reconoce que afronta este primer monólogo “encantado y nervioso como mandan los cánones”, un vértigo que “suele ser proporcional a las ganas” y en este caso “ambos son altos”, aunque admite que en esta situación, el “único lugar” donde está tranquilo “es un escenario”.

En ese sentido, el intérprete barcelonés ha recordado se trata de una obra “muy emotiva” que afronta con una “edad suficiente” para que no le “arrastre”, a pesar de lo cual Andrés Lima ha defendido que “es bonito dejarse arrastrar”. “Un actor es un atleta de la emoción, para controlar hay que dejarse llevar”, ha subrayado el director, a lo que Fernández ha precisado que “es muy hermoso tener un espacio en el que uno puede soltar su emoción”.

ESTRENO EN VALLADOLID

El Teatro Calderón de Valladolid acogerá este fin de semana, el sábado 21 y el domingo 22, el estreno absoluto de esta obra con la que Eduard Fernández se reconoce “un poco frágil”, hasta el punto de imaginar la reacción de su madre de poder verlo: “¿Y todo eso para mí, Eduardo? ¿Les va a interesar, Eduardo? ¿Tú crees?”, ha interpretado el actor durante la presentación del montaje, celebrada este miércoles en el propio teatro.

Fernández ha subrayado que se siente “muy arropado” sobre el escenario por el equipo que encabeza Lima y que se complementa con Joseba Gil en la producción, Beatriz San Juan en la escenografía, Miquel Ángel Raió en las imágenes, Valentín Álvarez en la iluminación, Kike Mingo en el sonido y Laura Ortega como ayudante de dirección.

Andrés Lima ha explicado que la obra “se va conformando a imagen y semejanza de su intérprete”, al tiempo que ha advertido que se ha hecho “con el mayor respeto” hacia el personaje de Ana María y en el que se plantea “cómo enfrentarse a la vida enfrentándose a la muerte”.

Asimismo, el director ha precisado que el alzhéimer se trata en ‘Todas las canciones de amor’ desde “el terreno poético” y “no como un análisis científico”, lo que conforma un cuento “a veces de amor, a veces de terror y a veces muy divertido”.

“Hice esto para despedirme de mi madre, en su día no me pude despedir, yo estaba en Madrid y ella en Barcelona. Siendo actor un teatro es un buen lugar para despedirme”, ha apostillado Eduard Fernández sobre este “juego de espejos infinito” con toques de ‘clown’ en el que interpreta a su madre para hablar de sí mismo, algo “excepcional casi desde el principio”, a juicio de Lima, quien reconoce que durante la preparación dejó de habar con Eduard y hacerlo con Ana María.

“No era dirigir, era conversar con alguien que está presente, en eso el teatro tiene mucho de médium”, ha apostillado. No obstante, Fernández se ha felicitado por que ambos tuvieran “muy claros” los roles de cada uno para poder trabajar “con libertad”.

Más allá del título, la parte musical juega un papel clave en la obra, con cinco canciones de los años 60 seleccionadas que resumen lo que sucede en escena y permiten entrar en la cabeza de Ana María. “Recuerdo mucho cuando mi madre estaba ya bastante vegetal, yo estaba en Madrid, en pandemia, a través de una llamada le canté una nana que nos cantaba de pequeños y que nadie más conoce y su reacción fue bestial, una cosa inexplicable”.


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