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Condenado en Valladolid a 7,5 años el Dominican Don’t Play por delitos tentativa de homicidio y robo

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VALLADOLID, 25 (EUROPA PRESS)

La Audiencia de Valladolid ha condenado a un total de siete años y medio de cárcel al Dominican Don’t Play Amador P.K. por delitos de tentativa de homicidio sobre un Trinitario, al que asestó un machetazo en pleno rostro en enero de 2024, y el robo de cuatro patinetes eléctricos estacionados en el exterior del local donde se produjo la agresión.

En su sentencia recogida por Europa Press, la Audiencia vallisoletana absuelve al encausado del delito de tentativa de asesinato del que le imputaba el fiscal del caso al entender que en el acometimiento no hubo alevosía ni la agravante de disfraz pero, en cambio, considera que la agresión se enmarca en un delito de tentativa de homicidio, merecedor de una pena de cinco años de cárcel, al tiempo que le impone otros dos años y medio de privación de libertad por el citado robo–no lo considera dentro de establecimiento público–, junto con la obligación de indemnizar a sus víctimas con un total de 1.280 euros, a razón de 320 euros por cada uno de los cuatro patinetes robados.

Además, en concepto de responsabilidad civil, el DDP tendrá que indemnizar al lesionado en la cantidad global de 25.150 euros por las lesiones y las secuelas causadas.

El Dominican Don’t Play Amador P.K, que se exponía inicialmente a un total de 21,5 años de prisión, de ellos 17 por la tentativa de asesinato y cuatro años y medio por robo, negó el día del juicio la autoría de la agresión y se presentó ante el tribunal como un mero testigo de lo ocurrido aquella noche en la que acudió al locutorio de la calle Nicolás Salmerón de Valladolid junto a otros cinco DDP.

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El ahora condenado, un joven de origen español, de madre también española y padre jordano, reconoció que la noche del 7 de enero de 2024 acudió al locutorio de Nicolás Salmerón en compañía de otras cinco personas tras haber quedado en el Burger King de Campo Grande pero sin saber que poco después, tras consumir una gran cantidad de alcohol, la comitiva se trasladaría hasta el citado establecimiento en busca de venganza por un enfrentamiento previo con la banda de los Trinitarios.

Dijo que ni siquiera sabía que sus acompañantes ocultaban machetes, uno de los cuales, según apostilló, se lo entregaron para que lo guardara cuando el grupo se detuvo ante la puerta del locutorio. Mantiene que en ese momento tanto él como un menor, el mismo que el primer día del juicio le identificó como el autor del machetazo en la cara asestado a Cristhian Manuel E.M, fueron invitados por el resto a permanecer apartados del lugar.

A partir de ahí, Amador se limitó a indicar que oyó gritos y poco después vio cómo parte del grupo salía corriendo del local y se llevaba los cuatro patinetes eléctricos que había aparcados en el exterior, sin que él, ha reiterado en numerosas ocasiones, tomara parte activa en aquella acción de represalia entre bandas rivales.

Lo que también expuso ante el tribunal es que su relación con los DDP empezó con el objetivo de sacar de la banda a un hermano suyo y que debido a su origen español y tez clara, el resto de componentes de la misma no le tomaban en serio. “Me despreciaban, me insultaban, se reían de mí y me llamaban españolito y pijo”, incidió Amador, quien incluso explicó que fue excluido de un viaje posterior de rendición de cuentas a la localidad madrileña de Alcobendas, donde se encontraba la ‘dirección’ de la banda, debido a que no se le consideraba digno de entrevistarse con los jefes al carecer de ‘galones’ y de bagaje delictivo a su espalda.

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“¡Nunca hubiera querido estar aquí!”, lamentó Amador ante la situación de ocupar banquillo y exponerse a más de dos décadas de cárcel por algo que, según sostuvo, no llegó a ejecutar, y ello a pesar de que tanto el citado menor que testificó el primer día tras un biombo como en la segunda jornada la propia víctima, Cristhian Manuel E.M, le identificaran, sin ninguna duda, como el autor del machetazo que el segundo de ellos recibió en la mejilla derecha.

De hecho, el lesionado recordó de aquella noche que entró al locutorio para comprar unos víveres y que al salir del local se encontró con cuatro jóvenes, dos de ellos con la cara tapada, armados con machetes y con malas intenciones.

Cristhian, quien negó vinculación alguna con los Trinitarios, explicó que uno de los jóvenes le hirió de un machetazo en el hombro en el exterior del local y al entrar para resguardarse fue entonces cuando recibió el segundo machetazo, este último, sin duda alguna, asestado por el acusado, del que asegura que le vio perfectamente la cara y al que recuerda por ir con una gorra roja y unos playeros amarillos.

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“¡ME VI CASI MUERTO!”

“Tras recibir ambas heridas traté de defenderme con un botellín de cerveza y entonces otro de los participantes, menor de edad, entró tras de mi para lucirse y darme otro machetazo. ¡Me vi casi muerto!, pero resbaló con mi sangre que había en el suelo y perdió el machete”, indicó Cristhian para luego añadir que los agresores, antes de salir huyendo, causaron daños en el escaparte del local y robaron los patines del exterior.

Durante el juicio, otro testigo de los hechos vinculó al acusado con los DDP, organización a la que el declarante reconoció que perteneció en su día y cuya dirección situó en Alcobendas, localidad a la que se desplazó en alguna ocasión para entrevistarse con los jefes.

OBLIGADOS A VENDER DROGA

El testigo apuntó también que en su día fue amigo de Amador y su declaración sirvió, fundamentalmente, para que el fiscal cimentara la tesis de que el acusado formaba parte de una organización criminal, la misma que, según el declarante, utilizaba a sus integrantes para “enriquecerse” tras encomendarles la venta de droga con la promesa, nunca cumplida, de que obtendrían un beneficio por ello.

“Si formas parte de la banda tienes a alguien por encima que te dice lo que tienes que hacer con tu vida…y al final estás haciendo cosas para que otros saquen provecho”, lamentó el joven.


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