Obras creadas al efecto por el artista vizcaíno dialogan con los muros de San Benito el Real hasta el 29 de enero
VALLADOLID, 23 (EUROPA PRESS)
El artista vizcaíno afincado en Barcelona Alberto Peral (Santurce, 1966) ‘da la vuelta’ a la piedra de Campaspero en un ejercicio especulativo en torno a la materia “más arquitectónico que escultórico” en el que obras creadas expresamente para esta exposición dialogan con los muros de la capilla de los Condes de Fuensaldaña del antiguo monasterio de San Benito el Real de Valladolid –donde se asienta el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español–, levantado con este mismo elemento de construcción tan señero de la provincia.
‘Dar la vuelta’ es precisamente el título de esta muestra que podrá verse en la citada capilla y en la contigua Sala 9 del museo (Sala Gil de Hontañón) desde este sábado, 24 de septiembre, y hasta el próximo 29 de enero de 2023.
La propuesta de Peral se enmarca en el “afán” del Museo por “revisar las cualidades arquitectónicas, perceptivas o históricas” de sus espacios a partir de proyectos “pensados específicamente” para estos dos lugares emblemáticos –la Capilla y la Sala 9–, como ha destacado durante la inauguración de la misma el director del Patio Herreriano, Javier Hontoria.
Hontoria ha acompañado al propio artista, quien ha subrayado que el proceso creativo ha sido eminentemente “arquitectónico”, por encima de lo escultórico, con un doble reto a la hora de planificar la muestra desde su estudio en Barcelona y una vez llegado el momento de la instalación en el propio espacio.
En este sentido, ha reconocido la importancia de poder contar con 15 días para el montaje, lo que le ha permitido dar con la forma óptima de encajar las obras y hacer “propio” el espacio.
En ‘Dar la vuelta’, Alberto Peral ha desplegado sus señas de identidad y las ha amoldado a “los ecos” que sus formas producían en el espacio. Para ello ha recurrido a una escultura abstracta y geométrica, pero a la vez “permeable a la memoria y al recuerdo” de sus vivencias.
UN FULGOR ENTRE LA DISCRECIÓN
Aunque en la Capilla la piedra de Campaspero adopta una escala mayor de la habitual, este material se caracteriza por “su aspecto rudo y su modestia”, lo que aporta al montaje un ámbito de “austeridad y discreción”, aunque sin renunciar a buscar mediante su mano “un fulgor inesperado”.
En esta Capilla, el artista aporta un punto de ruptura en la arquitectura histórica con un gran muro construido con sillares de piedra que se yergue en el centro del espacio, lo que aunque se proyecte como una escultura, “no deja de ser un muro”, como han destacado Hontoria y Peral durante la presentación.
Dicho muro –un híbrido entre arquitectura y escultura– se alza sobre una plataforma horizontal que llega a percibirse como un reflejo del anterior y el espectador puede rodearlo para observar sus dos caras y de este modo “dar la vuelta” como propone la exposición.
Un hueco de media caña recorre verticalmente el muro –una resonancia de las hornacinas y arcos ciegos de zonas próximas– que se desliza también hacia el plano horizontal y avanza hacia el visitante como si fuera “un surco del que pudiera brotar el agua”. La media caña es la huella de un cilindro que supone la forma predominante en todo el trabajo de Peral y, en concreto, en las piezas dispuestas en la Sala 9 –donde adquieren un perfil más discreto con un juego de rectas y curvas que se integra en el espacio–, lo que lleva al artista a considerar la obra de la Capilla como un “negativo” de lo que puede verse luego en la Sala Gil de Hontañón.
La de Campaspero es una piedra caliza predominante en construcciones vallisoletanas y castellanoleonesas como la Universidad de Valladolid, la Iglesia de San Pablo en la capital del Pisuerga o los castillos de Peñafiel (Valladolid) o Cuéllar (Segovia). En el Patio Herreriano puede verse en la Capilla y en pilastras, arcos y hornacinas de la zona histórica, pero también en suelos y zonas comunes de la ampliación, ya sea en sus acabados abujardados o apomazados.
GRAN RETO
Alberto Peral ha reconocido el “gran reto” que ha supuesto esta exposición por el “peso del tiempo” que se hacía patente en el espacio donde se exhibe, lo que requirió de “miles de pruebas” y “muchos descartes” hasta dar con algo que “tuviera sentido” en este lugar.
Por su parte, el director del Museo ha subrayado la “importancia” de poder contar en el Patio Herreriano con un artista de la talla de Peral –una de las figuras “más relevantes de la escultura y la instalación” en España– y que éste haya podido visitar el lugar y reflexionar sobre él para desarrollar su proyecto, en el cual lleva trabajando “año y medio”.
Alberto Peral comenzó a destacar a comienzos de los 90, momento desde el que ha creado un recorrido conceptual que le ha llevado a transitar por una gran diversidad de medios como dibujo, fotografía o escultura, hasta la instalación y el vídeo.
Su obra se caracteriza por la utilización de formas sencillas pero cargadas de simbolismo. Por medio del color o de la geometría pretende expresar planteamientos conceptuales complejos, aunque partiendo de ideas sutiles que aspiran a un ideal de belleza absoluto.
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