TOLEDO, 16 (EUROPA PRESS)
La localidad toledana de Gálvez ha ardido este fin de semana “por los cuatro costados” con las 160 lumbres con las que sus vecinos han festejado San Antón, una celebración que está opositando a convertirse en fiesta de Interés Turístico Regional y que cada año hace que los galveños se reúnan para formar parte de una tradición con más de 200 años de antigüedad.
Así, este fin de semana los galveños han prendido unos 300.000 kilos de leña para hermanarse en torno al fuego, acogiendo también a los visitantes que acuden a participar en los festejos, y, además, disfrutando de la gastronomía típica de esta localidad toledana, con las migas, el chorizo, las costillas, las puches, la morcilla, los guisos de caza y los dulces como protagonistas.
El alcalde, Manuel Fernández, ha explicado a Europa Press que, originariamente, los galveños celebraban San Antón en las huertas con fuegos para ahuyentar a los malos espíritus y vestían “con las mejores ropas” a su ganado.
Una tradición que ha evolucionado a la actual, trasladada al propio pueblo y en la que son los propios vecinos los que, poniéndose ropas viejas y pintándose las caras o con caretas, van de lumbre en lumbre recorriendo todo el pueblo para visitar a los amigos y familiares que viven en otras calles.
“Nunca ha perdido el arraigo ni la tradición de juntar a todos los vecinos y hermanar al pueblo”, ha ensalzado Fernández, que ha añadido que la tradición de disfrazarse hace de San Antón “un Carnaval anticipado”.
Además, el alcalde galveño ha considerado que Gálvez se merece la declaración de fiesta de Interés Turístico Regional, algo que los vecinos plasmarán enviando a la Junta unas 3.000 firmas para que San Antón tenga esta consideración.
El gran día tuvo lugar el sábado, dando comienzo con la celebración de una misa, procesión y bendición de animales en la parroquia de San Juan Bautista. El día siguió con un concurso solidario, el de lanzamiento de carretillas a las 13.15 horas, organizado por la Ferretería Gálvez, mientras que ya a las 21.30 comenzaba una degustación de productos típicos del cerdo en la carpa de la plaza.
Ya durante la madrugada del domingo tenía lugar el llamativo cortejo de ‘sanantones’, en el que centenares de galveños de todas las edades y condiciones se vestían con este llamativo disfraz consistente en ocultar el rostro, cuerpo, manos, pies e, incluso, los andares y ademanes típicos de cada persona, detrás de unas vestimentas caracterizadas por ser harapos, ropa vieja y ajada complementada, adornados con cencerros, que impiden conocer al disfrazado.
En este cortejo no se habla, ni se toca. Nadie en la noche mágica reconoce al ‘sanantón’ que misteriosamente se ha acercado a su lumbre. Ocultar la identidad es el objetivo de cualquier buen ‘sanantón’.
Así se ha recorrido el ‘sanantón’, de lumbre en lumbre, comiendo y bebiendo. Sonrisas, sorpresas, sustos y buen ambiente se han apoderado de Gálvez durante su noche más mágica.
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