CIUDAD REAL, 14 (EUROPA PRESS)
Las clases de la Universidad Popular de Almagro ayudan a recuperar el encaje de bolillos en el municipio ciudadrealeño, una técnica que “se estaba perdiendo” pero que ha visto recuperar el interés por muchos amantes del encaje que llegan desde diferentes puntos de la provincia de Ciudad Real.
Desde el Museo de Encaje de Almagro Natividad, profesora de encaje de bolillos, cuenta que el encaje es un arte “que no solo se practica en Almagro” ya que “está extendido por toda Europa”. “En las clases hemos introducido otras variables como encajes europeos, ruso o encaje de Brujas o de Flandes, vamos viendo diferentes encajes para que vean que no solamente hacemos encaje en esta zona”, añade.
En este enclave, situado en la calle Billar, dentro de la emblemática plaza de Almagro, se congregan cada tarde más de una decena de mujeres de diferentes localidades para recibir clases de encaje local y blonda, una labor artesanal arraigada en Almagro y algunos de los municipios del Campo de Calatrava durante cientos de años, llegando a ser la localidad almagreña punto de referencia de la blonda nacional (encaje de bolillos con hilos de seda) en el siglo XIX.
Desde el museo, que ya recoge más de medio millar de piezas, con picados, muestras, bobinas de encaje o recortes, González opina que “se ha perdido el enfoque que se le da al encaje” y que “antes se hacía con vistas a hacer ajuares”. “Ahora se hacen menos mantelerías, juegos de cama y más bolsos, chales, abanicos o cosas que puedes regalar o lucir en cualquier momento”, añade.
Sobre la blonda, técnica elaborada con encaje y fondo de tul, cuenta que “se lleva enseñando desde 2001 en la Universidad Popular” y confiesa que es la técnica más difícil y que “no todo el mundo se atreve con ella”.
Mientras, Rosario Cañizares, almagreña y alumna del curso, comenzó a practicar encajes de bolillos a los seis años. “Mi madre hacía y siempre teníamos en casa almohadillas y me encantaba hacerlo”, explica. Además, cuenta “con mucho orgullo” y mientras elabora un pañuelo, que sabe realizar encaje local y de Valenzuela, blonda, y de Tonder. “Me relaja mucho el encaje, me encanta hacerlo, aquí en grupo estoy muy bien”,
De su lado Rosario, nacida en Valenzuela pero vecina de Almagro, es alumna de Natividad. Comenzó con el encaje de bolillos cuando solo tenía ocho años, cuenta que aprendió gracias a su madre, “que siempre tenía almohadillas en casa”.
Desde que empezaron las clases en la Universidad Popular (que también ofrece talleres de baile de salón, yoga o pilates), Gloria Álvarez asiste cada tarde junto a Cañizares a la planta baja del museo, donde aprendió encaje ruso, a la vez que confiesa que le “relaja mucho”. “Vengo a las clases porque me gusta mucho, aunque ya hago cosas fáciles”, cuenta “muy orgullosa”.
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