Escritores y psicólogos reivindican que ciencia y humanidades vuelvan a converger para abordar los problemas de salud mental
SANTANDER, 1 (EUROPA PRESS)
El escritor Juan José Millás ha afirmado hoy en Santander que vivimos en una sociedad con valores culturales “muy bipolares” y ha defendido la necesidad del “encuentro entre la razón y la emoción”, de que las humanidades y las ciencias, que “siempre habían ido juntas” pero que “se han ido alejando”, vuelvan a converger para abordar los problemas de salud mental.
En este sentido, el lenguaje tiene gran impacto en la salud mental pues la forma de nombrar puede determinar un tratamiento o crear un estigma. Por ello, el también escritor Jesús Carrasco ha subrayado la importancia de “matizar más” el lenguaje para acercarse a una realidad compleja de modo que todos nos podamos reconocer en ella pues todos, en algún momento de la vida, tenemos problemas mentales.
“Hay que crear un lenguaje más complejo y matizado para referirse a una realidad de forma más precisa y encontrar soluciones”, ha dicho Carrasco, apuntando que pocos se identifican con palabras como “pirado o loco” pero “todos tenemos un poco de anormalidad”.
Estas cuestiones se han planteado en la rueda de prensa que han ofrecido Millás y Carrasco, junto con la escritora Laura Ferrero, con motivo del curso ‘Ciencias y humanidades en salud mental. Diálogos posibles entre las dos culturas’, que se celebra en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) bajo la dirección de psicólogo y director de Recursos de Atención Social Fundación Manantial, Raúl Gómez, también presente en el encuentro informativo.
Gómez ha defendido la necesidad de “levantar el muro” que existe entre las humanidades y el ámbito científico en materia de salud mental, que, a juicio de Millás, deben entenderse y no pelearse.
El periodista y escritor valenciano ha contado la anécdota de la madre de un escritor colombiano amigo suyo cuya madre es bipolar y que no siempre se tomaba la medicación porque, según dijo a su hijo, cuando no lo hacía se sentía como Superman y cuando la tomaba “volvía a ser el gilipollas de Clark Kent”. Para Millás, ahí se ejemplifica que en esta “negociación” son necesarios dos apoyos, el médico pero también el terapéutico.
Al hilo, Millás ha reflexionado que todos los superhéroes son bipolares, desde Spiderman hasta los de Marvel como Lobezno, y los padres ofrecen esa cultura bipolar a los niños. Y ha subrayado que “la persona más importante de la historia, Jesucristo, era bipolar” porque era capaz de devolver la vista o de resucitar y también de pedir que le azotaran y crucificaran.
“Vivimos en una sociedad con valores culturales muy bipolares y son necesarias dos disciplinas, una que actúe en lo biológico y otra en lo emocional”, ha afirmado.
En el mismo sentido, Ferrero ha reivindicado las ciencias y las humanidades no como contrarios sino como las dos partes de un diálogo.
Al hilo, Gómez ha planteado la dicotomía en salud mental de elegir entre ir a un psiquiatra y recibir un tratamiento farmacológico o más analista, a costa de la palabra, cuando habría que encontrar un “punto de intersección, una combinación de tratamiento médico con un psicoterapeuta u otro profesional”.
Un “encuentro entre la razón y la emoción”, ha defendido Millás, que ha rechazado los argumentos decimonónicos de que la razón lo explica todo porque también es necesaria la emoción. Para el escritor, la separación entre las ciencias y humanidades que se produjo en el siglo XVII supuso “un divorcio” entre la razón y la emoción cuando ambas son necesarias para entender la realidad.
LA SALUD MENTAL EN LA AGENDA
Por otra parte, Gómez ha destacado que la salud mental está actualmente en un lugar “prioritario” de la agenda política y de los medios de comunicación, si bien ha instado a “tener cuidado” en cómo se habla de salud mental y cómo “se cuenta”.
“Por fin hemos empezado a hablar de la salud mental pero hay que bajar al segundo nivel: de qué tipo de salud mental hablamos”, pues el que trata la psiquiatría es el “hegemónico” pero “no el único”, por lo que “hay que ver qué tipo de salud mental queremos y no caer en la politización”, abordando la cuestión desde una perspectiva “más integradora”, buscando las “cosas que nos unen y que son comunes” entre ambos enfoques, ha dicho.
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