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El sargento que intervino antes del crimen de Liaño dijo: “En ese momento, no consideré que hubiera un riesgo inmediato”

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Uno de los dos agentes de la patrulla desplazada a la vivienda: “Recibimos una orden y la llevamos a cabo”

SANTANDER, 11 (EUROPA PRESS)

El sargento de la Guardia Civil de Cantabria que intervino antes del doble crimen de Liaño de Villaescusa, cometido en diciembre de 2021 y en el que fallecieron una mujer de 40 años y su hija de once meses -presuntamente a manos de su hasta entonces pareja y padre del bebé- no mandó detener al hombre -que tenía orden de alejamiento sobre ambas y que había quebrantado al estar en la casa familiar- al considerar que “no había riesgo” para la víctima y que éste fuera “inmediato” además.

“Con los datos que yo tenía, consideré en que en ese momento no había riesgo para la víctima”, ha manifestado este martes en la Audiencia Provincial, en el juicio contra el acusado, José R., de 46 años y que se enfrenta a prisión permanente revisable y a 26 años más de cárcel por ambos asesinatos.

En su declaración como testigo en la segunda sesión de la vista oral y ante el tribunal del jurado que enjuicia los hechos, el sargento -que fue expedientado por su actuación, al igual que los dos agentes de la patrulla desplazada al lugar- ha indicado que conocía al sospechoso, ya que habían sido compañeros de colegio, y también por su labor profesional.

Y es que mes y medio antes de lo ocurrido había instruido diligencias contra él por un delito de violencia de género contra la mujer después fallecida y que desembocó en la citada prohibición de acercamiento, tras la que le buscó dónde alojarse en un centro de Santander para asegurarse así de que “desparecía” de la zona y no regresaba a la casa.

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Además, previamente, en 2017 y 2019 había sido condenado por violencia de género. Así, teniendo en cuenta estos antecedentes, el sargento ha admitido a preguntas de las acusaciones particulares y popular (que ejercen familiares de las fallecidas y el Gobierno regional) que sí podía haber “riesgo bajo”.

RELACIÓN DE AFECTIVIDAD Y ACERCAMIENTO

Tras negar que él y el encausado fueran “amigos”, ha explicado que los datos de los que disponía para considerar que no había riesgo inmediato el día de los hechos, el 16 de diciembre de 2021, eran los mensajes de móvil que el sospechoso mostró a los efectivos personados, de conversaciones con quien había sido su compañera sentimental,

Los textos intercambiados evidenciaban una “relación de afectividad” y “acercamiento” de la pareja, que había retomado recientemente la convivencia pese a la orden. Asimismo, había enseres del hombre “por toda la casa”, lo que denotaba que “llevaba un tiempo” residiendo allí.

El sargento, destinado al puesto de Pedreña pero que desempeñaba funciones en el de Astillero, cuenta con 22 años de servicio y experiencia en asuntos de violencia de género, según ha dicho. Ha justificado además la decisión adoptada -se instó al sospechoso a que la tarde de los hechos abandonara la vivienda “inmediatamente” y a que fuera al día siguiente al cuartel, jornada en la que fueron hallados los cadáveres ocultos en el patio de la casa- por el hecho de que por las mañanas “hay más personal” en las dependencias mientras que por las tardes cuentan con “solo un componente”.

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Pero al hilo de lo anterior, ha comentado que aunque trabajen por turnos (él estaba a punto de finalizar el suyo ese día, a las 15.00 horas), los guardias civiles están “24 horas de servicio”, de ahí que pidiera a los agentes movilizados que le informasen de la situación, algo que -ha dicho hace “siempre”-.

TIEMPO PRUDENCIAL

Sobre esta actuación, relacionada en un principio con diligencias dirigidas por él, el sargento ha asegurado que sus subordinados se quedaron en la zona “un tiempo prudencial”, hasta que el sospechoso se alejó, unos 20 minutos, aunque una vecina de las víctimas que testificó en la primera jornada del plenario aseveró que solo permanecieron “dos minutos” en el lugar. Esta mujer le observó después regresar y entrar en la casa.

Y aunque el protocolo en estos casos establece una segunda vuelta de inspección, el sargento ha contestado: “Yo no lo ordené. No sé si (los agentes desplazados) lo hicieron”.

Al presentarse en el cuartel al día siguiente, ha dicho que José R. vestía pijama y chándal y aspecto “desaliñado”. En su opinión, estaba “tranquilo”, no se “alteró” ni mostró “emoción”, tan solo le vio “compungido” ante la insistencia de los efectivos por el paradero de su pareja e hija, a los que negó saber dónde estaban ni aportó datos que ayudaran a localizarlas. Tampoco denunció su desaparición.

RECIBIMOS UNA ORDEN Y LA LLEVAMOS A CABO

En el juicio también ha declarado uno de los dos agentes de la patrulla personada en Liaño a petición de la mujer para que desalojaran al acusado de su vivienda, y a la que requirieron que fuera a abrir la casa, sin que ella llegara a acceder al interior, sino que se fue a donde su madre a por la niña, sin recordar -ha dicho- si les dijo si se iba a quedar allí a dormir o no.

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Una vez dentro, encontraron al denunciado “adormilado” y “sorprendido” de la presencia de los agentes, mientras que la casa estaba “bastante desordenada” y “sucia”. “El ambiente era un poco caótico”, ha expresado este testigo, antes de señalar que al ordenarle que abandonara el lugar pidió hablar por teléfono con el sargento, que fue quien resolvió que se le citara al día siguiente en el cuartel. Así, ellos recibieron “una orden y la llevamos a cabo”.

Sobre el tiempo que permanecieron en la zona, ha coincidido con su superior en que estuvieron “un tiempo prudencial”, unos 20 ó 25 minutos. “No lo cronometramos de reloj, pero es el tiempo que estuvimos”, ha sentenciado ante la insistencia de las partes.

A continuación, ha indicado que no regresaron al lugar, porque no valoraron la “tentación” de que fuera a volver el sospechoso, a pesar de que desconocían si tenía a dónde ir, ni tampoco le llamaron. Y cuando sobre las 18.30 horas telefonearon desde el cuartel a la mujer para que pusiera la denuncia, ya no contestó.

A la mañana siguiente, de regreso a la casa tras alertar los familiares de la desaparición de madre e hija, los agentes que habían estado la tarde anterior encontraron “bastantes objetos destrozados”, especialmente enseres del bebé, como la cuna, e iniciaron la correspondiente búsqueda. Los cuerpos fueron hallados por otros compañeros suyos sobre las 15.00 horas.


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