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“Mató a Eva Jaular en un acto de dominación machista, no aceptando su decisión de poner fin a la convivencia en la casa”, reza el veredicto
SANTANDER, 20 (EUROPA PRESS)
El jurado popular del juicio por el doble crimen de Liaño ha declarado por unanimidad a José Reñones Calvo culpable de asesinar en diciembre de 2021 a su hasta entonces pareja y a la hija de ambos, de once meses, en la vivienda familiar de esta localidad cántabra.
Así lo ha concluido el tribunal en el veredicto, de 21 preguntas, emitido esta tarde tras la vista oral desarrollada desde la semana pasada en la Audiencia Provincial de Cantabria.
Tras unas seis horas de deliberación, los jueces legos han expuesto sus conclusiones ante el acusado y familiares de las fallecidas, que también han asistido a las ocho sesiones anteriores.
A continuación, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones, manteniendo la fiscal y las acusaciones particulares -ejercidas por familiares- y la popular -por el Gobierno regional- la petición de prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel.
De materializarse esta solicitud en la sentencia, que deberá dictar la presidenta del tribunal -y de la Sección Primera de la AP, Paz Aldecoa- sería la primera vez que se impone la pena máxima en esta comunidad autónoma.
HECHOS PROBADOS
En el veredicto, el jurado ha dado por acreditado que el procesado, de 46 años y en prisión provisional desde los hechos (tuvieron lugar el 16 de diciembre de 2021, aunque los cuerpos se hallaron al día siguiente), mantenía desde 2019 una relación de pareja con Eva Jaular, que murió a la edad de 40. También, que el 23 de diciembre de 2020 tuvieron una hija, residiendo todos ellos en una casa unifamiliar en el barrio de Santa Ana, en Liaño de Villaescusa.
Igualmente, basándose en lo reconocido por el propio enjuiciado, han corroborado que el 6 de noviembre de 2021 se le impuso la prohibición de acercarse o comunicar con su hija y la madre, tras una denuncia de maltrato presentada por esta última. El procedimiento desembocó el 17 de diciembre (jornada en la que fueron localizados los cadáveres) en condena por delito de violencia de género.
Sin embargo, pocos días después de la citada orden de alejamiento el implicado, “consciente de lo que hacía”, regresó al domicilio con el consentimiento de la mujer, permaneciendo allí hasta el día de los hechos, cuando la denunciante llamó a la Guardia Civil de Astillero por el quebrantamiento de la medida.
Los jurados se han basado para probar esos extremos en las declaraciones del sospechoso y de varios testigos que han comparecido en el juicio, así como en conversaciones de WhatsApp de Eva Jaular con su prima -era su confidente- y amigos; textos y audios que se han reproducido a lo largo de la vista oral.
Así las cosas, acudió al lugar una patrulla con dos agentes que, por mandato de un superior (sargento), requirieron a Reñones que se fuera del lugar en vez de proceder a su detención, como establece el protocolo (los tres fueron expedientados administrativamente, con suspensión de empleo y sueldo durante varios meses por falta grave).
El acusado se marchó de la casa hacia un camino vecinal, tras lo cual también se fueron los efectivos personados, que no informaron a la mujer de que él quedaba en libertad, según han acreditado los nueve miembros del tribunal en base al interrogatorio al procesado y a los testimonios de los guardias civiles y vecinas del barrio.
Minutos después, de acuerdo con el veredicto unánime, Reñones se dio la vuelta y regresó a la vivienda, sobre las 16.30 horas, y entró dentro, algo que los jurados han fundamentado en lo que vieron dos mujeres que viven al lado -una le observó retroceder sobre sus pasos y la otra, además, acceder por la puerta del garaje- y, también, en el informe de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Benemérita sobre la geolocalización de los teléfonos móviles.
Aproximadamente una hora después, sobre las 17.30, Eva Jaular volvió desde casa de su madre a la suya en Liaño, con su hija en brazos y portando también en bandolera la bolsa con los objetos y enseres de la pequeña. Creía que el hombre ya no estaba allí, como confirman los mensajes que envió a su prima, a su jefe y a un amigo con el que había quedado esa noche.
Al entrar, según el veredicto, Reñones se dirigió a ellas para acabar con la vida de ambas, golpeándolas de forma “reiterada y violenta” en la cabeza, cara y cuerpo. Además, clavó a la madre un arma blanca monocortante (que no ha aparecido) en distintas partes del cuerpo, siendo dos de las puñaladas mortales (causaron laceración pulmonar y shock hipovolémico).
Todos los integrantes del tribunal se han basado para justificar la violencia de la agresión en el análisis forense, así como en la pericial telefónica de la UCO, que concluyó que era “compatible” que a esa hora estuviesen los terminales del hombre y de la mujer en el mismo lugar, por las conexiones a las antenas que dan cobertura.
NO PUDIERON DEFENDERSE NI EVITAR EL ATAQUE
Durante el ataque, el padre asfixió a su hija presionándole el cuello, apoyándose los jurados para sustentar este hecho en el informe de autopsia. También han coincidido por unanimidad en que la niña, que falleció a la edad de once meses, no pudo “hacer nada para protegerse de la agresión”, como reza una pregunta del objeto del veredicto. “Era indefensa”, han remachado.
Además, el acusado, que es una persona “corpulenta y de gran envergadura”, agredió “por sorpresa” a la mujer -pensaba que estaba “preso”, según manifestó en un audio enviado esa tarde a un amigo- cuando entraba en la finca, con su hija en brazos, por lo que tampoco pudo “hacer nada para evitar el ataque ni para zafarse” de él.
A continuación, el hombre, “sabiendo” que su expareja “estaba aún viva y para aumentar su dolor”, además de asestarle de forma “indiscriminada” seis cuchilladas -en la zona torácica y abdominal- la golpeó también “brutalmente” en el cuerpo, cabeza y cara, con puñetazos y patadas, que le provocaron múltiples contusiones, hematomas, fracturas (de dientes) y otras lesiones, tal y como han coincidido los jueces legos en base a la prueba forense.
Y de los mensajes escritos y de voz que se han leído y escuchado en el juicio, dentro de la práctica de la documental, han convenido en el comportamiento “autoritario y despectivo” que Reñones había mantenido sobre la mujer y su hija, con amenazas a la primera e insultos y expresiones de odio y desprecio a la segunda.
“Mató a Eva Jaular en un acto de dominación machista, no aceptando su decisión de poner fin a la convivencia en la casa”, han coincidido todos, antes de poner de manifiesto que el procesado por el doble crimen de Liaño ya había sido condenado de forma previa a estos hechos, en abril de 2019, por un delito de quebrantamiento de condena, pena suspendida por tres años.
SIN ANULACIÓN O LIMITACIÓN MENTAL
En cambio, el tribunal no ha considerado probado que José Reñones tuviera en el momento de los dos asesinatos “anuladas completamente” su conciencia y voluntad por el padecimiento de una enfermedad mental, así como tampoco que supiera lo que hacía aunque tuviera dichas facultades “limitadas”, ni “gravemente” ni “ligeramente”.
Por todo, el jurado popular le ha declarado por unanimidad culpable de matar a quien había sido su pareja y a la hija de ambos, así como también de haber incumplido la orden de alejamiento impuesta sobre ambas mes y medio antes de los hechos enjuiciados.
Y con ello, todos han convenido en que no se deben conceder al acusado los beneficios de la suspensión de la pena al igual que tampoco ha de proponerse al Gobierno de la Nación el indulto total o parcial de la condena que recoja la sentencia.
Leído el veredicto, las acusaciones han ratificado la prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel -25 por asesinato y uno por el quebrantamiento- pedida para José Reñones.
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