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Intervención del Presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández

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Debate de Orientación Política General

La plantilla de Alcoa ha emprendido movilizaciones para defender sus puestos de trabajo. Con las primeras palabras de este debate reitero mi solidaridad en nombre de todo el Gobierno de Asturias. Hace menos de una semana que esta Junta General manifestó por unanimidad su rechazo al cierre de la factoría. Entiendo de sobra que no les baste con declaraciones de aliento y manifestaciones de apoyo, que esos gestos saben a poco o nada cuando se trata de luchar por un empleo. Les aseguro que el Gobierno del Principado continuará trabajando para intentar que Alcoa revierta su decisión. No cabe duda de que éste será, y así debe ocurrir, uno de los grandes asuntos de esta sesión. Espero que todos estemos a la altura de su gravedad. Con esa prioridad y esa inquietud comienzo mi intervención. Pronto se cumplirán cuarenta años. Hace cuatro décadas, en diciembre de 1978, los españoles aprobamos la Constitución. La Carta Magna fue la expresión compartida de aquel pacto de convivencia que se fraguó durante la Transición, el mismo que permitió el desarrollo del Estado de las autonomías en condiciones de plenitud democrática. Inicio mi último debate sobre el estado de la comunidad con esa efeméride, a riesgo de que pueda aparentarles lejana. Asumo esa ventura porque debemos huir del ensimismamiento, tan frecuente a la hora de reflexionar sobre nuestras circunstancias. Esta sesión trata de la orientación política y resulta imposible dar con el buen rumbo sin comprender nuestra implicación en España y en la Unión Europea. No tiene sentido debatir sobre Asturias sin considerar la situación nacional y, siquiera sea someramente, la europea. Rechazo el simplismo que plantea nuestros problemas como si surgieran y se solucionaran en casa, acotados por las paredes del cuarto de estar. A lo largo de esta intervención volveré sobre ese razonamiento. En este preámbulo, añado otra idea previa. Estamos a siete meses de que se pongan las urnas para elegir otro parlamento y nuevas corporaciones locales. Asumo que la contaminación preelectoral es inevitable, que esa cercanía impregnará los discursos en este debate; negarlo me parecería hipócrita. Es probable que esa preocupación sea excesiva y que todo lo que aquí ocurra tenga una repercusión mínima sobre el voto, pero a estas alturas no vamos a perder el tiempo discutiéndolo. Además, no les pido que renuncien al afán electoral; lo que les ruego, tal y como hice el año pasado, es que saquemos el máximo rendimiento a los meses que quedan, que hagamos compatible la ambición del resultado con la defensa de los intereses de nuestra tierra. Les aseguro que esa seguirá siendo mi dedicación el tiempo que resta, la misma que me guía desde 2012, cuando tomé posesión por primera vez: anteponer Asturias a cualquier condicionante. Les prometo a ustedes, se lo prometo a toda la ciudadanía y les invito a hacer lo mismo: que la proximidad de las elecciones no se convierta en un lastre para debatir, negociar y acordar por Asturias. La legislatura no está acabada y mi obligación –y la suya- es aprovecharla, sacarle partido hasta el último minuto.   Breve balance -Indicadores económicos Porque, ciertamente, hay tarea pendiente ante nosotros. Cuando uno está a punto de doblar la esquina –en mi caso, espero, sólo el ángulo de la presidencia del Gobierno -, la tentación de hacer acopio de resultados siempre acecha; sin embargo, les anticipo que hablaré más del futuro que del pasado. Entre otras cosas, porque vaticino que ustedes van a obligarme a fijar la vista en el retrovisor para debatir con pertinacia sobre la evolución de Asturias; en especial, sobre su marcha económica. Aun así, y en prevención por si mañana el ruido nos aturde, enumero algunos datos.    - Este año encadenaremos cuatro de crecimiento continuado. En 2017 alcanzamos el 3,48%, cuatro décimas por encima de la media nacional.    - Al finalizar septiembre, Asturias tenía 70.562 personas registradas en las oficinas de empleo, un 7,24% menos que el año anterior. También en este caso la evolución es mejor que la nacional. Acumulamos 60 meses de descenso interanual consecutivo, cinco años en los que el paro no ha dejado de bajar. Recuerdo que en julio de 2012, cuando asumí la presidencia, la cota del desempleo se elevaba a 93.142 personas. La pujanza de la industria, la recuperación de la construcción y el excepcional auge del turismo explican parcialmente esos indicadores. A ellos podemos añadirles otros reveladores de buena gestión, como el nivel de endeudamiento (en términos comparativos), la agilidad en el pago a proveedores o el rigor en el cumplimiento del déficit. Algunos de ustedes se empeñarán en darle la vuelta a esos números para dibujar un revés tenebroso. Los debatiremos. Créanlo o no, no tengo interés en colorear la realidad. Ahora mismo, estos días, aumenta el temor a un enfriamiento internacional de la economía. Comparto esa inquietud. Por poner una muestra, no creo que haya nadie –y ahí incluyo a todos los observatorios económicos, a los que continuamos mirando con fe de carbonero pese a sus errores-, no creo que haya nadie, repito, que pueda avanzar el impacto de la guerra comercial derivada del proteccionismo. Ya ven, un hecho distante pero que repercute de pleno sobre nuestra industria. Si se produce esa desaceleración dañará la Unión Europea, España y Asturias. Lo que aseguro es que, como afirmé en otras ocasiones, nuestra comunidad está enganchada a la recuperación y que no ofrece mayores signos de empeoramiento que los que se están percibiendo a nivel general. Tenemos, y son conocidos, dos graves problemas interrelacionados. La baja población activa y el declive demográfico. Son nuestras mayores debilidades, están diagnosticadas y en esta Cámara hay desde marzo una propuesta de Plan Demográfico, la que aprobó el Gobierno hace un año. Varios grupos ya lo han criticado -o, directamente, ridiculizado- con el sentido de la irresponsabilidad que los distingue. Ahora bien, debemos una explicación a la ciudadanía: ¿cómo es que la primera gran propuesta presentada en Asturias, la única elaborada y articulada para afrontar la pérdida de población aún no ha sido abordada? ¿No debería ser una prioridad para el parlamento? Tratémoslo con la urgencia que merece. Gracias al empuje del Principado este asunto forma parte de la agenda nacional. No hemos sido los únicos, pero sí hemos estado a la cabeza. El Ejecutivo de Rajoy asumió el compromiso de elaborar una Estrategia Nacional que nunca llegó a presentar. Ahora la tarea corresponde al Gobierno del Partido Socialista.   Balance social La marcha económica no completa la descripción de la situación de Asturias, del estado de la región, como se conoce este debate. Acostumbramos a reducir la realidad a un guarismo cuando es mucho más compleja. Asturias está también en las escuelas, en los centros de salud y en los hospitales, en la respuesta que somos capaces de dar a quienes carecen de ingresos para vivir con dignidad o, simplemente, para sobrevivir. Aludo, es obvio, a los servicios públicos, que tanto dependen de la gestión del gobierno. Que son, más que himnos y banderas, la justificación del Estado autonómico. La pregunta es sencilla. ¿Ofrecemos buenos servicios públicos? La contestación que resulta de los indicadores y de las encuestas es muy favorable. Que tengamos una de las tasas más bajas de abandono escolar de España y, al tiempo, estemos entre las que ofrecen los mejores índices de titulación en ESO, bachillerato y formación profesional revela la calidad del sistema educativo. Que el 84% de los asturianos considere que la sanidad pública funciona bien o muy bien constata un altísimo reconocimiento. La calidad de los servicios públicos es un patrimonio común sedimentado por el esfuerzo acumulado de sucesivas administraciones. Podemos sentirnos orgullosos todos, sin excepción. Sin embargo, no engañemos a la ciudadanía. Ese resultado no es políticamente neutro, sino consecuencia de una orientación ideológica: la misma que evitó los recortes los peores años de la crisis y que en 2017 dedicó casi 120 millones al salario social para atender a más de 45.000 personas, que aportó 1,4 millones para casos de pobreza energética, que benefició a 6.650 familias con ayudas al alquiler, que aumentó las plazas para ancianos o que ha agilizado la gestión de la dependencia hasta reducir un 39% el número de personas en espera desde el inicio de la legislatura. Reitero: es un patrimonio compartido. Deudor, en primer lugar, de quienes trabajan en las aulas o en los consultorios, de quienes atienden a las personas mayores o gestionan la dependencia. Y consecuencia también de una política de izquierda –no les incomode, es la verdad- que no regatea a la hora de disponer dinero y plantilla para cubrir esas prioridades pese al gran esfuerzo presupuestario que supone. Asturias tiene un buen Estado de bienestar. Sin duda, atravesado de dificultades, demandas profesionales no solucionadas, problemas de gestión, incluidos errores. Algunos, subsanados tardíamente, como las liquidaciones de las residencias de ancianos, mas encauzados al fin gracias a que hubo disposición y trabajo para ello. Reconozco esas carencias; ahora, sostengo que en lo que va desde 2012 hasta 2018, pese a la dureza de la recesión, no sólo participamos del crecimiento económico, sino que hemos fortalecido y mejorado nuestros servicios públicos. Es un logro importante.   Balance político Entiendo que también debo ofrecer un balance político. De entrada confieso que se ha cumplido uno de los temores que me inquietaban al principio del mandato: la pluralidad de esta Junta ha sido más yerma que fértil. En la izquierda, una mayoría de 28 escaños ha sido incapaz hasta ahora de acordar un solo presupuesto. El único aprobado fue posible por un pacto con el Partido Popular y Ciudadanos. Comprenderán que mis circunstancias me permitan hablar con claridad, sin concesiones al cinismo. La escasez de acuerdos en la izquierda no se debe a la falsa cicatería del Gobierno, ni a la renuencia de la Federación Socialista, ni a las exigencias de Izquierda Unida, ni –por ampliar el encuadre- al recelo de los sindicatos mayoritarios, UGT y Comisiones Obreras, ni a la oposición de la patronal. Al contrario, todos esos actores han impulsado el entendimiento. Cada uno con sus criterios, todos participan de una idea común: cada negativa, cada fracaso, equivale a desperdiciar una oportunidad para promover el desarrollo de Asturias y ayudar a quienes más lo precisan. Sin embargo, año tras año los llamamientos corales al consenso, las negociaciones y las cesiones tropezaron con la negativa de Podemos, desnortado por un cálculo político que sostenía que debilitar al Gobierno socialista –o, cuando menos, intentarlo- sería su mejor aval para crecer. Una estrategia propia de quien elige ser antes un adversario electoral que un aliado político para atender las necesidades de los asturianos. Si dudan que ésta haya sido la causa de fondo, miren hacia Gijón, donde han preferido consolidar una alcaldía muy conservadora a facilitar la alternativa a la izquierda. Ésa ha sido la realidad en la mayor parte del mandato, con importantes excepciones como la aprobación en mayo del crédito extraordinario. Explicitarla no tiene por qué empeorarla. ¿Por qué vamos a manejarnos con doblez? Al contrario, aspiro a que describirla contribuya a cambiarla y mejorarla, a que el acuerdo de mayo tenga continuidad en el presupuesto. Den por seguro que volveremos a proponer diálogo, que demostraremos flexibilidad, que cederemos y que no nos encadenaremos a línea roja alguna con tal de consensuar un buen proyecto presupuestario para Asturias   Por qué queremos aprovechar el tiempo que queda Les dije que hablaré más del futuro que del pasado. Quiero justificar esa decisión para que no me tachen de escapista. Por un lado, desde ahora a las elecciones median meses suficientes para desarrollar muchas iniciativas, algunas de las cuales serán irrealizables sin su apoyo. Por otro, más importante aun, en este plazo estamos obligados a abordar cuestiones cruciales, desafíos en los que se juega el porvenir de esta comunidad y que requieren una claridad de criterios, una firmeza y un consenso incluso más amplio que el que puede proporcionar esta Junta General. Acabo de concluir que Asturias participa de la recuperación y que hemos sido capaces de reforzar la urdimbre de nuestro Estado de bienestar. Lo mantengo, pero tales logros no nos garantizan un buen horizonte. En un enunciado de lógica, son condición necesaria, pero no suficiente.   Enumeración de iniciativas Voy primero con las acciones previstas. No las nombraré todas para no extender este discurso. Cuento con que me reprocharan las lagunas, pero se haría interminable.    - Impulso legislativo. Está reciente la aprobación de la ley de Transparencia, Buen Gobierno y Grupos de Interés, un hito a favor de la regeneración democrática. Por parte del Gobierno, estamos dispuestos a que la Oficina Anticorrupción eche a andar este mandato. Invito a hacer también un esfuerzo para acelerar el trabajo legislativo y conseguir, como mínimo, la aprobación de los proyectos de Derechos y Garantías Vitales, de Transportes y Movilidad y de Calidad Alimentaria, sin caer en obstrucciones absurdas. Incluyo, lógicamente, los presupuestos de 2019. Habrá, no obstante, más iniciativas del Gobierno, como los proyectos de ley de Salud, del Deporte y de Garantía de la Libre Expresión de Identidad Sexual.  

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