Presentación del libro digital Asturias. Sendas y escritos, de Jesús Arango
Jesús Arango me ha invitado a compartir con ustedes la presentación de Asturias. Sendas y escritos, la edición digital de una treintena de artículos publicados en La Nueva España a lo largo de la última década. Después de hojearlo –o, mejor dicho, de navegarlo en el ordenador- reconozco que me lo ha puesto fácil. Los textos son un destilado de Arango puro y de alta graduación. Vamos con las explicaciones, a ver en qué me baso para afirmar que estamos ante un Jesús Arango en esencia. Soy consciente de que voy a meterme en un laberinto. Procuraré salir sin perderme -o, cuando menos, sin dejarme mucha piel en el intento- y también sin fatigarles. Empiezo con una reflexión sencilla para ir aproximándome al autor y al libro, que en este caso, reitero, vienen a componer el mismo ser, una identidad indisociable. Sostengo que cualquier persona que dedique tiempo a escribir, y estos artículos seguramente han consumido bastantes horas, tiene tanto voluntad de estilo como de presencia. Si además combina sus textos con fotografías y les añade lo que él mismo llama aderezos, el afán artístico se evidencia. Y no hay arte sin ego, en mayor o menor medida. El caso es que la prosa de Jesús es limpia, no se contorsiona en arabescos. No es pobre, no nos confundamos: es amplia, pero prima el contenido sobre la filigrana. Por lo tanto, nos encontramos con alguien que no pretende deslumbrar con el artificio, sino dejar constancia de su reflexión. El articulista no quiere ser recordado por el cómo, sino por el qué. Primera consideración: el autor Arango piensa que tiene algo que decir, algo válido y con sustancia. ¿Y de qué habla, de qué trata nuestro hombre? Pues de unos contenidos que le acompañan toda su biografía. Nadie que le conozca se extrañará de que aborde la situación del mundo rural ni de que opine sobre la coyuntura económica ni de que recorra Asturias. Al fin y al cabo, son sus constantes vitales, las que han caracterizado su intensa y también fecunda dedicación. Así que Arango, y aquí va el segundo rasgo, escribe de lo que sabe. No se rinde a la afición diletante. Debo incluir en este preámbulo algunos párrafos de Jesús. Esa es la costumbre en este tipo de actos. Lo intentaré, aunque temo que queden un punto descontextualizados. Los utilizaré para subrayar algunas de sus preocupaciones: -Una de las grandes inquietudes del autor es el equilibrio territorial. Dentro de ella, y de forma muy particular, el Occidente, la amplia extensión de nuestro territorio donde las bollinas sustituyen a les casadielles Y, aún más específicamente, el sombrío porvenir de las aldeas. La aldea, tan característica del poblamiento disperso de nuestras zonas rurales, está en riesgo de desaparición, y ese peligro alerta a Arango, que reclama entre otras iniciativas la extensión de la banda ancha. Dice, a este propósito: “Si queremos dotar a las aldeas de un futuro y de abrir la posibilidad de localizar industrias para convertirlas en un nuevo distrito tecnológico, como ya recomendaba en 1774 mi admirado Campomanes, hay que garantizar, como condición necesaria, su acceso a la banda ancha en condiciones y precios similares a las zonas urbanas”. -Voy con otra, la evolución del Estado autonómico. No se anda con muchos pelos en la lengua quien titula un artículo de dos entregas La pluralidad como significante vacío. Le comprendo bien porque a veces hay que saber nadar a contracorriente, lo que resulta un ejercicio intelectual muy estimulante. Le preocupa que los territorios prevalezcan sobre los ciudadanos –algo que debería ser lógico cualquier persona de izquierda- y, ya como economista, la quiebra del mercado. Empiezo la cita: “Se tardaron casi 400 años en lograr un mercado único en España –desde la unidad política de los Reyes Católicos hasta la aparición de la peseta como moneda de curso legal el 19 de octubre de 1868- y parece que en los últimos 40 años nos hemos empeñado en seguir el camino contrario. El asunto parece un tanto contradictorio, pues en paralelo, y desde hace décadas, estamos participando en nuestra condición de Estado miembro de la UE en lograr un mercado único europeo”. Fin de la cita. -Como los artículos fueron publicados durante la década de la gran recesión, resulta comprensible que un economista dedique bastantes a la crisis y sus consecuencias. Y aún va más de suyo que un socialdemócrata se preocupe del aumento de la desigualdad. Así ocurre con Arango. En particular, me ha gustado la contundencia del siguiente párrafo: “Como los milagros son propios del campo de la religión, no se puede engañar a los ciudadanos españoles diciendo que es posible construir y mantener un Estado de bienestar homologable al de otros países europeos con larga tradición socialdemócrata y a la vez proponer una bajada de impuestos. Así que menos palabrería en los discursos políticos y más políticas verdaderamente redistributivas”. No incluiré más citas. Son subrayados a trazo grueso –y pido disculpas porque no es un tópico: sólo son brochazos- de una colección de artículos que responden de pleno a la trayectoria biográfica de Jesús Arango. Ahora, si bien son artículos de contenido, y así los tres párrafos citados nos suministran materia para pensar, no están desprovistos de alma. Ni son prosa burocrática ni texto profesoral de manual académico; al contrario, la obra está enhebrada con un hilo de cariño a Asturias. Esta sería la tercera consideración. Recuerdo las tres conclusiones a las que me he atrevido a llegar: la primera, los artículos están escritos por alguien que cree que tiene cosas que decir; la segunda, por alguien que habla de lo que sabe; la tercera, por alguien que tiene una vinculación emotiva fortísima con Asturias. Diríamos que un enamorado o, al menos, un amigo, por utilizar una denominación de otros tiempos. Puede que esta sea la que mejor lo resume: Arango es en un ilustrado amigo del país en el siglo XXI. Aplico al término ilustrado un doble significado: alguien que tiene conocimiento; y alguien, también, que apela y confía en la fuerza de las luces. Me queda una cuarta consideración, que me interesa especialmente. Es el provecho que Arango le saca a las nuevas tecnologías. Por edad debería ser analógico, como quien les habla, pero su actitud no es reluctante, sino predispuesta al uso de las nuevas tecnologías, las mismas que le permiten la comunicación directa, non-stop, como un Alsa cibernético y sin paradas, entre Los Cabos y sus familiares en Londres. Fíjense que algunos artículos, ya desde el primero que abre el libro, rezuman entusiasmo por el potencial de las tecnologías de la comunicación. Eso también nos dice cosas del autor. Nos cuenta que es alguien con la mente abierta y nos revela también una particular energía que, a mi juicio, es también muy definitoria de Arango. Estoy a punto de salir del laberinto, se lo aseguro. No sé si a estas alturas ustedes compartirán mi juicio inicial, pero yo me he reafirmo: Asturias. Sendas y escritos es un condensado de Jesús Arango, una semblanza en artículos de su autor. A quienes aún no lo han hecho, les aconsejo que la lean. Encontrarán prosa sin desperdicio repleta de materia para pensar, lo que siempre es muy útil. Encontrarán también un cariño evidente, si bien nada ñoño, alejado de la cursilería, a Asturias y, en especial, a su paisaje y al mundo rural. Son los textos de quien, aparte de ser un amigo ilustrado del país, ha sido también uno de los padres fundadores de nuestra comunidad autónoma. Todos esos ingredientes hacen muy recomendable la navegación por esta obra, escrita desde la aldea praviana de Los Cabos para la Asturias más universal.
- Te recomendamos -