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Intervención del Presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández

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Premio Álvarez Margaride

En 2016, TSK Electrónica y Electricidad celebró sus primeros 30 años de vida. Con motivo de aquella conmemoración, afirmé que la compañía demostraba el cumplimiento de las tres magnitudes fundamentales de la electricidad: intensidad, tensión y resistencia. Hoy adjudico los mismos atributos a su presidente, Sabino García Vallina, a quien ustedes han decidido otorgarle el premio Álvarez Margaride. Tampoco podrían ser otros, porque TSK y Sabino son haz y envés de la misma trayectoria empresarial. Enhorabuena por el galardón y, al tiempo, gracias una vez más a la asociación Asturias Patria Querida y al Banco Sabadell Herrero por su iniciativa. Hace tiempo que guardo una pregunta para Sabino. Esta tarde me atreveré a hacerla en público, pero aguardaré al final del acto. Antes les aburriré unos minutos con algunas reflexiones. Empiezo hablando contra la magia. Algo poco o nada original, porque contra la superchería se han escrito bibliotecas enteras. En el Teatro Crítico del padre Feijóo hay páginas admirables. Mucho más cerca, Salvador Giner previno del retorno de lo numinoso. En efecto, hoy asistimos a un florecer de sectas que ofrecen soluciones para los males del alma y del cuerpo, los periódicos prodigan anuncios de astrólogos y chamanes, y hasta hay canales de televisión con mando a distancia en las estrellas donde se predicen amores, trabajos, enfermedades y sanaciones. Ese discurso mágico tiene, a su estilo, hueco en la política. Sus creyentes adoran eso que llaman la voluntad política, a la que le atribuyen poderes supremos: las pensiones, la productividad, la deslocalización, el independentismo, la construcción europea… todo eso y más lo despachan con la misma invocación. Hará falta mayor o menor dosis, pero el principio activo es el mismo. Para los fervorosos de la voluntad política, el conocimiento sobra, es accesorio, igual que son accesorias las dificultades o la escasez de recursos. Basta con querer solucionar un problema para que el problema desaparezca. Un opuesto es el pesimismo propio del pensamiento reaccionario. Frente al optimismo de la voluntad, las retóricas de la intransigencia descritas por Albert Hirschman. Recuerden: bien sea porque generarán efectos perversos, porque resultarán inútiles o porque serán arriesgados, lo mejor es renunciar a los cambios, no hacer nada y dejar que las cosas continúen tal como van. A lo castizo: virgencita, virgencita, que me quede como estoy. Tomen todo esto como un preámbulo, porque en realidad quiero hablarles de la situación económica de Asturias. La tesis que expondré es sencilla.: la evolución del Principado es buena, está mejorando y los poderes públicos debe contribuir a fortalecerla sin caer en los extremos anteriores: ni idolatrar la voluntad ni resistirse numantinamente a las transformaciones porque de Numancia, no lo olvidemos, sólo quedan la leyenda y las ruinas. Voy concretando. Hablemos, por ejemplo, de la transición energética y de la financiación autonómica. Son dos asuntos angulares, capaces de condicionar por sí solos el porvenir de Asturias. Vamos con el primero. Cualquiera aceptará que la industria ha de reducir sus emisiones de carbono. Si la combustión, de la mano de los recursos fósiles, fue el motor de las sucesivas revoluciones industriales, ahora, como en una suerte de vuelta en la historia, se impone la descarbonización. El camino ya no puede seguir siendo el mismo. No hay alternativa, salvo que nos resignemos, puro nihilismo, al calentamiento climático. Nadie, excepto la disminuida corriente negacionista, se opone a ese rumbo. El Gobierno de Asturias no está en contra de una economía más limpia y menos contaminante. Que nadie nos vista el sambenito del antiecologismo ni del pánico al cambio ni de estar enganchados sin remedio a un modelo caduco que se puede superar a base de compensaciones. La cuestión no es si estamos a favor o en contra de reducir las emisiones de CO2 o de fomentar las energías renovables, sino en cómo hacerlo, en cómo ordenar esa transición necesaria sin causar daños irreparables. Para afrontar esa transformación, que es compleja, que condiciona la política industrial de España, no basta con abandonarnos a la voluntad política ni al pensamiento mágico. Conste que no pienso sólo en Asturias. Aquí, un cierre precipitado de las térmicas puede ser la antesala de una nueva reconversión. Vuelvo a explicarlo. A los empleos directos hay que sumar los indirectos, las consecuencias sobre la actividad de El Musel y la repercusión sobre el precio de la electricidad. El alza de los costes mermaría la competitividad de las industrias intensivas en consumo eléctrico, tan importantes en nuestra comunidad, pero los daños no se limitarían al Principado, se extenderían a todo el país: una mínima sensibilidad política hacia la importancia de la industria española debería hacernos recordar que ya soporta las cuartas tarifas energéticas más caras de Europa. En 2030, el 32% de toda la energía final consumida en la Unión Europea debe ser renovable. Actualmente, ese porcentaje que es exigible para el conjunto e indicativo para los Estados apenas supone la mitad, en torno al 17%. Por lo tanto, tenemos poco más de una década para doblarlo. Es un plazo muy ajustado para un objetivo ambicioso que exige revolucionar el mapa energético de España. ¿Es mucho pedir que se tengan en cuenta estas cuestiones, que son propias de una política de Estado? No lo creo; en todo caso, en Asturias, todos –gobierno, empresarios, sindicatos, partidos- estamos obligados a advertirlas sin desentendernos, con la experiencia de nuestro pasado reciente. Hemos afrontado en un corto margen de tiempo dos crisis. La primera, la derivada de la reconversión industrial; la segunda, la provocada por la gran recesión. Un planteamiento apresurado, mal gestionado, puede abocarnos a una tercera reconversión que trunque la recuperación de los últimos ejercicios, lograda gracias a un ingente esfuerzo social, empresarial y político. Soy consciente del momento en el que hago estos comentarios. Sé que tenemos un gobierno recién formado, un gobierno de mi partido al que le deseo los mayores éxitos y le ofrezco la mayor colaboración política e institucional. Sería marciano si no entendiese las circunstancias y no adivinara todas las interpretaciones que puedo suscitar. El problema, por definirlo de alguna manera, es que todas esas cuestiones aguardan a la vuelta de la esquina, ya están anotadas en la agenda y aparentaría alienígena que el presidente del Principado las ignorase. Por eso me siento en la obligación de reiterar ante ustedes estas inquietudes, convencido de que entienden a la perfección cuáles son sus implicaciones para Asturias. Algo similar sucede con la reforma de la financiación autonómica. Perdonen que repita una advertencia que suele pasar inadvertida. La financiación determina los recursos que recibiremos para la sanidad, la educación y los servicios sociales. Sólo por eso, ya tiene una enorme relevancia. Pero es que además el sistema de financiación responde a un modelo de Estado, que será más competitivo o solidario, más dual o corporativo, en función de qué mecanismos de financiación adopte. Nos jugamos el dinero y el modelo de Estado que queramos construir, las dos cuestiones en el mismo envite. Las circunstancias no facilitan un acuerdo rápido para cambiar el sistema. No hace falta consultar esos horóscopos a los que aludía al principio. Lo que sucede es que el modelo vigente no aguanta más. Optar por dejar las cosas como están puede parecer prudente, pero es verdad que al sistema ya le revientan las costuras y la tardanza en su revisión podría abocarnos a un problema mayor. La negociación ha de intentarse y en ella Asturias volverá a sostener los criterios que conocen: igualdad básica en la prestación de los servicios públicos, rechazo de la ordinalidad, nivelación total y oposición al aumento de la capacidad normativa. A este respecto, les digo lo mismo que sobre la cuestión industrial: la financiación no es un asunto que concierna sólo a los gobiernos autonómicos, atañe a toda la sociedad. Les ruego que estén atentos porque este debate se abrirá con toda la intensidad que merece más pronto que tarde. Habrán echado en falta muchas cuestiones. Por supuesto, el listado de asuntos importantes es mucho más amplio, pero he querido centrarme en aquellos más urgentes y que, a mi juicio, más condicionan nuestro desarrollo económico a corto y medio plazo. No obstante, no se confíen, aún me queda un asunto por comentar. Es la pregunta que llevo tiempo pensando cada vez que tengo noticias, buenas nuevas de Sabino García Vallina. Es una cuestión sencilla y breve: Sabino, ¿dónde metes todos los premios, merecidos premios que te conceden? Por supuesto, no hace falta que respondas en público. Ahora, ya más en serio, enhorabuena sincera por la distinción que hoy recibes, merecida para la potente y ejemplar trayectoria de TSK, a su liderazgo tecnológico y a su capacidad para competir en el mercado global. Muchas gracias a todos ustedes.


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