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Vivo alerta del bajo caudal ecológico del río a su paso por el espacio protegido del valle de Olba (Teruel)

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ZARAGOZA, 29 (EUROPA PRESS)

La asociación ambiental Mijares Vivo ha lanzado la voz de alarma sobre el bajo caudal ecológico que presenta el río a su paso por el espacio protegido del valle de Olba (Teruel), un 64% inferior al establecido legalmente, por lo que ha reclamado a la Confederación Hidrológica del Júcar que restituya el nivel necesario para evitar daños a la fauna acuática y garantizar la vida en el río.

Actualmente, el río Mijares a su paso por el valle de Olba, en la frontera con Castellón, lleva sólo el 36% del caudal ecológico necesario para garantizar la vida en el río, según ha constatado un equipo de la Universidad Politécnica de Valencia, dirigido por el catedrático Miguel Jover, del Departamento de Acuicultura y Biodiversidad, que el pasado 23 de julio realizó una jornada de pesca eléctrica en los tramos de Los Tarrasones y Los Ramones, en colaboración con la organización ecologista Mijares Vivo, para analizar el estado de salud del Mijares.

Los investigadores, provistos de equipos de medición, comprobaron que el caudal del río es en estos momentos de 401 litros por segundo, sólo el 36% de los 1.100 l/s que el Plan de Cuenca 2023/2027 establece como caudal mínimo para el Mijares en los meses de julio. Este importante descenso en el caudal fue denunciado el pasado 25 de julio ante la Confederación Hidrográfica del Júcar por Javier Marín, portavoz de Mijares Vivo, quien ha reclamado a la administración que restituya el caudal necesario para evitar daños a la fauna acuática y garantizar la vida en el río.

Marín asegura que, en base al Plan de Cuenca, “en época de sequía la CHJ puede reducir los caudales mínimos en todos los tramos, excepto en aquellos que se encuentren en un espacio protegido, como es el caso del valle de Olba”. El portavoz de Mijares Vivo ha señalado que la organización ecologista de Olba ha presentado alegaciones a los dos últimos planes de cuenca, solicitando a la CHJ que establezca mecanismos de medición para hacer seguimiento del caudal y así evitar fluctuaciones bruscas que impactan negativamente en el ecosistema fluvial y en las comunidades de peces.

“Se controla el caudal en la presa de Los Toranes y en la cola del embalse de Arenos, es decir, antes de la primera central eléctrica y después de la última, pero no hay ninguna medida del agua que las centrales dejan al río”, ha apuntado Javier Marín.

INSTRUMENTO DE GESTIÓN AMBIENTAL

El caudal ecológico mínimo es el que debe mantener cada sector hidrográfico para que los efectos abióticos –profundidad, velocidad de la corriente, turbulencia, calidad del agua y ancho mojado– producidos por la disminución del caudal no alteren significativamente el ecosistema.

Es, por tanto, un instrumento de gestión ambiental y de protección de la naturaleza, para preservar los valores ecológicos en el cauce del río. Según el ‘Atlas y libro rojo de los peces continentales de España’, editado con el respaldo del Ministerio de Medio Ambiente y el Centro Superior de Investigaciones Científicas, “el efecto más adverso de las minicentrales eléctricas es la variación periódica e intermitente de una gran proporción del caudal del río, que provoca aguas abajo la exposición regular de una elevada superficie del cauce y cambios bruscos en la velocidad del agua”, ha advertido.

Unas fluctuaciones artificales del caudal que, según ha apuntado, “se ha demostrado en los últimos años que alteran el hábitat fluvial, reduciendo la complejidad de las comunidades de peces”.

CHEQUEO ANUAL AL MIJARES

El Departamento de Acuicultura y Biodiversidad de la Universidad Politécnica de Valencia y Mijares Vivo realizan desde 2016 un chequeo anual al río Mijares a través del sistema de pesca eléctrica, que se lleva a cabo en distintos tramos del río en Olba. El fin científico de esta práctica es conocer el estado de sus poblaciones, la abundancia de peces, especies a las que pertenecen y estructura poblacional de cada especie, entre otros indicadores.

Los resultados de esta pesca se expresan en términos de biomasa, lo que significa que no se cuentan peces si no gramos por metro cuadrado. En los últimos años, a excepción de 2018, las capturas han sido de ejemplares pequeños y alevines, por lo que los resultados no son muy elevados, pero indican que hay adultos reproductores en tramos distintos a los muestreados.

Esto se debe, con toda probabilidad, según han explicado desde la asociación, a que los ejemplares adultos buscan zonas de mayor profundidad, dada la importante reducción del caudal ecológico. Lo más positivo de la pesca del pasado 23 de julio, a falta del informe final de la Universidad Politécnica de Valencia, es que de las ocho especies de peces que potencialmente podrían encontrarse, se hallaron siete. Sólo faltó la anguila, ya que se reproduce en el mar y no puede remontar los embalses que hay aguas abajo de Olba.


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