CASTELLÓ, 24 (EUROPA PRESS)
El estudio del cráneo del Papa Luna revela que fue una persona “con una mente privilegiada” que murió a la edad de 95 años, según ha informado la Diputación en un comunicado.
El Castillo de Peñíscola ha cerrado con éxito las jornadas académicas conmemorativas del VI centenario de la muerte del Papa Luna, que se han celebrado este fin de semana en la que fue sede papal de Benedicto XIII con valiosas aportaciones de una élite de expertos en el personaje y en la época.
Impulsadas por la Diputación de Castellón, con la colaboración de los ayuntamientos de Peñíscola y de Illueca, las jornadas han contado con dos grandes primicias aportadas por el doctor Salvador Baena, especialista en medicina forense, que se ha hecho eco de pautas de comportamiento del pontífice en base a las últimas investigaciones del cráneo expuesto actualmente en una exposición del Museo Alma Mater de Zaragoza.
Según el doctor Salvador Baena, los escáneres de última generación del cráneo han revelado, “sin ningún género de dudas”, que el Papa Luna era diestro y, a tenor de los estudios obtenidos del córtex prefrontal, murió a la edad de 95 años con toda su ‘reserva cognitiva’, es decir, que mantuvo su inteligencia y lucidez hasta el final, por lo que “tenía una mente privilegiada”.
CONSTRUCTOR TEMPLARIO
El catedrático en Historia del Arte Josep Antoni i Pitarch desveló, por su parte, el contenido de documentos antiguos, que demuestran fehacientemente quién fue el constructor templario del castillo y su procedencia. Al respecto, el catedrático ha revelado que Ramón Pons fue el arquitecto templario que, venido de tierras del Rosellón, fue la persona designada para construir la gran fortaleza de Peñíscola.
Todas las ponencias se publicarán en unas actas por parte del Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, área incluida en el departamento de Cultura que gestiona la diputada Ruth Sanz.
Las jornadas han contado también con su parte reivindicativa, solicitando que sea derogada la excomunión de Benedicto XIII. En palabras de J. Bautista Simó, presidente de la Asociación Amics del Papa Luna, “no hay persona que encuentre en Benedicto un error en sus planteamientos jurídicos ni en sus comportamientos: debería ser retirada la excomunión; era un buen católico”.
El broche de oro fue una reproducción culinaria de la época a cargo de la prestigiosa cocinera Carmen Guillemot que se pudo degustar en las antiguas cocinas del edificio medieval. Guillemot se basó en un equipo de asesores históricos, llegados recientemente de los Archivos Secretos Vaticanos, para elaborar los platos medievales que se servían en la mesa de Pedro de Luna y sus ilustres allegados.
“El personaje merece la pena”, ha sintetizado Ester Forner, directora del Castillo y coordinadora de una jornadas que han contado con el apoyo y financiación de la Diputación de Castellón.
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