ZARAGOZA, 28 (EUROPA PRESS)
La Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) y el consorcio Goya Fuendetodos proponen un diálogo intercultural inédito hasta la fecha con una exposición que contrapone los grabados en aguafuerte del pintor aragonés con la estampa japonesa de esa misma época, que se podrá visitar en la sala Ignacio Zuloaga de la localidad natal del artista hasta el 23 de marzo.
La muestra, que lleva por título ‘Goya y la estampa japonesa de la época’, se ha presentado este martes en la DPZ con la diputada delegada de Cultura, Charo Lázaro; el alcalde de Fuendetodos, Enrique Salueña; el gerente del consorcio, Ricardo Centellas; y el coleccionista de arte nipón Miguel Ángel Gutiérrez.
El estilo ukiyo-e –literalmente ‘imágenes del mundo flotante’– de la estampa japonesa lo patrocinan las clases comerciante y artesana que prosperan en las ciudades niponas en el periodo Edo (1603-1868). Haciendo uso de su riqueza y gusto burqués, alientan otras maneras de ocio que incluyen nuevas formas de literatura, teatro o grabado.
Lázaro ha incidido en que nadie hasta ahora había apostado por este enfoque narrativo, que sigue la estela de la exposición ‘La mujer en Japón. Cuatro siglos de ukiyo-e y shin-hanga. Colección Pasamar-Onila’, que se exhibe en el Palacio de Sástago de la capital aragonesa y ha sido prorrogada después de haber recibido más de 70.000 visitantes en tres meses.
“GOYA NO TIENE FIN”
“Goya no tiene fin”, ha subrayado la diputada provincial, en relación al hecho de que dos mundos tan distantes en ese momento –el imperio japonés y Occidente– ofrezcan la posibilidad de mostrar narrativas afines y casi simultáneas.
“Nos va a venir muy bien”, ha manifestado el alcalde de Fuendetodos, ya que han estado intentando atraer al turista japonés en la pasada edición de la Feria Internacional de Turismo (Fitur), con la mirada puesta en el “cambio sustancial” que va a iniciar el pueblo con la inauguración de atractivos relacionados con la naturaleza y con la cultura.
El coleccionista Miguel Ángel Gutiérrez, mantiene una amistad con Víctor Pasamar, cuyas piezas decoran ahora las paredes del Palacio de Sástago, por su afición compartida a las estampas japonesas. En cambio, Gutiérrez se ha centrado en más en el teatro kabuki –un arte escénico tradicional caracterizado por su llamativo maquillaje–, las leyendas o los mitos del país del sol naciente.
Su colección tiene más de 600 grabados, casi todos originales, y algún libro, centrados principalmente en el teatro kabuki, los papeles femeninos desarrollados siempre por hombres y leyendas y mitos que incluso han llegado a la actualidad a través del anime.
OBRAS COETÁNEAS A GOYA
Para la muestra, compuesta por 54 piezas de arte japonés propiedad de Miguel Ángel Gutiérrez y Víctor Pasamar, se han seleccionado obras más o menos coetáneas a Goya, que van desde principios del siglo XVIII, algunos años antes de su nacimiento, hasta 1828, fecha de su muerte.
Por su parte, el comisario ha recalcado que “probablemente podamos decir con rotundidad que Goya nunca conoció un grabado japonés”, ya que este era un imperio aislado hasta la Restauración Meiji, que se produjo en 1868, con la excepción de una pequeña colonia holandesa instalada en Nagasaki que sí que introducía alguna obra de arte.
Sin embargo, a pesar de la nula relación, los relatos que surgen enfrentando la cultura nipona con la occidental son “infinitos”, ha asegurado, y parten de la propia portada de la exposición, formada por el elefante de ‘Los disparates’ de Goya con una estampa del mismo animal del japonés Hokusai (1760-1849), autor de ‘La gran ola de Kanagawa’, que plasma una ola gigante delante del monte Fuji.
DIFERENCIAS EN LOS GRABADOS
Centellas ha detallado las diferencias entre el arte del grabado en Occidente y en el país asiático. En Europa, el propio artista es el grabador, que creaba su estampa y la grababa en una plancha de cobra al aguafuerte. Por contra, en el arte japonés se trata de una producción artesanal muy compleja, siguiendo una técnica de entalladura en madera y el artista cuenta con un grabador e incluso otra persona que realice el tinte y la estampa de la obra, además de un maestro encuadernador.
Así, mientras Goya, Rembrandt o Picasso “inventan, dibujan y graban” ellos mismos, Utamaro o Hokusai, que son dos de los artistas que podrán verse en Fuendetodos, sólo se ocupaban del dibujo de la estampa y de la elección del colorido.
De este modo, su editor se encargaba de materalizar la obra mediante un equipo altamente especializado. La primera tarea fundamental era la talla del grabado en una plancha de madera resistente, usualmente de cerezo, mediante la técnica de la entalladura –tallado a contrafibra–.
Se cortaba la madera de la plancha hasta crear un original con un negativo, con las líneas y las zonas que se van a entintar en relieve, y se realizaban tantas planchas diferentes como colores tuviera el diseño del artista.
Realizadas las matrices, se preparaban las tintas necesarias y se iniciaba la estampación de cada una de ellas en su color correspondiente, empezando por el negro sobre el papel, realizado con la corteza de la morera. Todo el proceso requería una gran habilidad técnica.
Muchas estampas se coloreaban parcialmente a mano, añadiendo lacas o pigmentos minerales u orgánicos, que producían efectos de un negro intenso o el aspecto del oro o de la plata, enriqueciendo el aspecto de la hoja y equiparándola a la pintura. Las tiradas podían ser muy extensas, hasta de varios miles, según fuera el éxito de la obra en el mercado.
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