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Aragón no registra ninguna muerte atribuible a golpe de calor, aunque sí aumentan las urgencias y la mortalidad esperada

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ZARAGOZA, 9 (EUROPA PRESS)

El director general de Salud Pública del Gobierno de Aragón, Francisco Javier Falo, ha precisado que no se ha descrito en la comunidad autónoma ninguna muerte atribuible a golpe de calor, aunque las altas temperaturas registradas en junio y julio, especialmente en algunas semanas, sí se han derivado en un aumento de las urgencias y la mortalidad esperada.

Así se ha pronunciado en declaraciones a los medios de comunicación, en relación con la primera evaluación del Plan de Vigilancia de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud en Aragón.

Falo ha aclarado que es un informe que se hace de manera habitual desde 2004 y que refleja que éste ha sido un verano “atípico” por la intensidad del calor y por las consecuencias que ha tenido en la salud poblacional y el sistema sanitario.

El director general ha comentado que si bien no ha habido muertes por golpe de calor, sí se ha observado un incremento de las patologías relacionadas con las altas temperaturas, con 135 atenciones en urgencias entre el 1 de junio al 31 de julio –hubo 49 en 2021–, de ellas, 85 por golpe de calor o insolaciones, 30 por síncope de calor, nueve agotamientos por calor, cinco por fatiga y el resto, por diferentes patologías, como edemas o calambres.

Falo ha dicho que estas patologías han tenido un mayor impacto en los hombres por el tipo de actividad laboral. Por otra parte, ha sostenido que en las urgencias hospitalarias se han realizado unas 9.500 asistencias semanales, con un notable ascenso en la semana del 20 al 26 de junio, cuando hubo cerca de 11.000.

Por su parte, el 061 ha tenido un pico entre el 18 y el 24 de julio, con 4.123 asistencias semanales frente a las 2.800 de media de los siete años anteriores.

NO SON BUENAS

Falo ha sintetizado: “Las temperaturas extremas no son buenas para la población” y tiene un impacto “muy claro”, siendo los más afectados las personas con algún problema de salud previo, así como mayores y niños.

El director general ha expuesto que, en su conjunto, junio y julio han tenido temperaturas altas, si bien ha habido algunas semanas donde han sido más acusadas, en el caso de junio, del 13 al 19 de junio y del 11 al 24 de julio.

En junio, hubo un diferencia de temperaturas “muy marcada, de más de diez grados con la media en los últimos quince años; eso es una barbaridad”, ha detallado. “No es que hayamos más calor, es que hemos tenido mucho más calor, eso impacta en la mortalidad, en la enfermedad y en la atención a urgencias en la semana siguiente”, ha especificado.

De hecho, “uno de los picos de mortalidad que más se aprecia es a partir del 19 y 20 de junio, proceso se ha vuelto a repetir en julio”, en la semana de la segunda ola de calor, donde se vuelve a producir “otro pico de mortalidad muy acusado” a la semana siguiente, especialmente en la provincia de Zaragoza y también con un incremento en las atenciones de urgencias y en la detección de enfermedad, ha apuntado el director general.

Falo ha aportado el dato de que las urgencias atendidas por el 061 han estado por encima de las esperadas “prácticamente los meses enteros de junio y julio” y se han superado incluso las atenciones que ha habido en 2020 y 2021, “años de incidencia pandémica en verano muy alta” por la COVID-19.

En relación con la mortalidad, ha indicado que si bien es “difícil establecer la relación causal, sobre todo hasta que tenemos los datos consolidados, podemos evidenciar que claramente ha subido” y que si hace especial calor una semana “y a la siguiente sube la mortalidad”.

BLANCO Y EN BOTELLA

El director general ha agregado: “No podemos decir que toda la mortalidad sea atribuible al calor, pero la expresión blanco y en botella” sirve en este caso, ha comentado, y “evidentemente hay una buena parte de la sobre mortalidad que es atribuible al calor”, con un modelo que también se da en otro tipo de circunstancias, que supone que son las personas mayores las más perjudicadas.

Así, por ejemplo, en la capital aragonesa, la mortalidad ha aumentado entre los mayores de 64 años en la semana del 18 al 24 de julio, con 188 fallecimientos frente a los 115 de media de los últimos siete años. En Teruel, se han registrado 22 fallecimientos frente a la media de 12 y lo mismo ha sucedido en Huesca, en la semana del 20 al 26 de junio, con 18 muertes de personas de más de esta edad frente a las 12 de media.

El director general ha esgrimido que las personas mayores tienen menos capacidad de adaptarse al medio ambiente respecto a la población sana y joven, cuyo organismo se termorregula en relación con la temperatura ambiental, algo que no ocurre en la población vulnerable por tener un proceso crónico, tomar determinada medicación, tener mucha edad o, al contrario, tener poca.

Por su parte, en las patologías atribuíbles al calor, como golpes de calor, se producen en otros grupos de edades, “que son habitualmente las que pueden estar en edad laboral, desempeñando determinadas actividades en el exterior”.

“IRNOS ACOSTUMBRANDO”

El director general ha advertido: “Vamos a tenernos que irnos acostumbrando” e igual que el mayor pico de mortalidad, “tradicionalmente, se produce en invierno, ligado a las patologías por el frío y a las infecciones respiratorias, ahora empezamos a tener consolidado un fenómeno con segundo pico más moderado que el que se produce en invierno, que va ligado al calor”.

“Y ya veremos cómo se comportan los próximos años y hasta qué punto se van modificando los patrones de enfermar y de morir”, una cuestión de la que habrá que hacer un “análisis más pausado” una vez haya acabado el verano, “pero parece que es otra vuelta de tuerca y vamos a tener que hacer aprendizajes más profundos, comportamientos quizá diferentes, porque probablemente nos enfrentamos a un fenómeno creciente”.

“Tendremos que hacer una nueva reflexión y tendremos que adaptarnos como sociedad; no sólo es un problema de sanidad y salud pública”, ha constatado, después de que en los últimos 20 años, tras la alta mortalidad por calor ocurrida en el verano de 2003 en España y Europa, ésta se había “paliando” porque la sociedad se había adoptada a mayores temperatura.

Ha recordado las recomendaciones habituales, como son la hidratación, protegerse de las temperaturas extremas, sobre todo en los momentos centrales del día, usar ropa amplia, adaptar la alimentación, y ser “extremadamente cautos”.

Igualmente, ha apelado a reforzar, en la medida de lo posible, las redes de solidaridad como sociedad, “que no sólo estemos pendientes de nosotros, sino también de todos aquellos que nos rodean, que en un momento determinado pudieran ser más vulnerables a esta situación”.

Respecto a las limitaciones en la temperatura del aire acondicionado que se han fijado para propiciar el ahorro energético, Falo ha apuntado que el estrés término es menor, cuanto menos diferencia de grados hay al pasar de un espacio a otro.

PLAN DE PREVENCIÓN

La Dirección General de Salud Pública ha activado en junio el Plan de acción para la prevención de los efectos de las temperaturas extremas sobre la salud en Aragón, que se extenderá hasta el próximo 15 de septiembre.

El plan tiene como objetivos prever posibles problemas para la salud de los ciudadanos relacionados con las situaciones de calor extremo y medir las consecuencias de estos hechos para la salud de la población. Esta iniciativa cuenta con la colaboración de varios departamentos, instituciones y organizaciones y se realiza en coordinación con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.


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