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Un estudio sugiere que el gran ábside cerca del teatro de Itálica podría haber sido utilizado como templo dedicado al emperador Augusto

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SEVILLA, 23 (EUROPA PRESS)

Un estudio del arqueólogo Álvaro Jiménez Sancho interpreta el paramento absidal enclavado en las inmediaciones del teatro de la antigua ciudad romana de Itálica (Santiponce, Sevilla), promovido en la etapa del emperador Augusto, antes de la ampliación adrianea, y con capacidad para unos 3.000 espectadores; como el principal elemento arquitectónico de lo que habría sido un edificio expresamente dedicado al culto a la figura de Augusto, quien gobernó Roma entre los años 27 antes de nuestra era (a.n.e.) y 14 de la era actual.

En este artículo titulado “Acerca del gran ábside junto al teatro de Itálica: ¿Aedes Augusti?”, el arqueólogo Álvaro Jiménez Sancho fija su atención en el “gran paramento de planta curva construido en ‘opus incertum’ y sillares” a los pies del cerro actualmente nominado como de San Antonio, junto al teatro italicense; destacando la “monumentalidad” de este elemento arquitectónico que siempre había sido “interpretado como parte de la cerca” defensiva de la ciudad; pues precisamente en este entorno habrían sido documentados vestigios de la muralla italicense.

Se trata de un ábside de unos 18,5 metros de diámetro exterior y 16 metros en el interior, que traba con un muro de 26 metros de longitud, de los cuales unos 3,75 metros sobresalen a cada extremo del ábside. Su actual aspecto deriva de los trabajos de restauración acometidos entre 1988 y 1990 en toda la mitad oriental y de las excavaciones de 2015 en la occidental.

En ese sentido, Álvaro Jiménez rememora en este trabajo recogido por Europa Press que la tesis doctoral publicada en 2004 por Oliva Rodríguez Gutiérrez sobre el teatro de Itálica ya planteaba “una base interpretativa que descartaba la función defensiva del gran muro curvo”, pese a lo cual este elemento arquitectónico siguió siendo incluido “en las distintas reconstrucciones del recinto amurallado” de la ciudad italicense.

EL ÁBSIDE DE UN “EDIFICIO DE PLANTA CUADRADA”

Los restos conservados con relación a dicho paramento curvo, según este arqueólogo, permiten interpretarlo como parte de “un edificio de planta cuadrada con una superficie teórica de 576 metros cuadrados útiles, en el que destaca este gran ábside en el lado norte y dos exedras rectangulares a levante y poniente”.

A partir de ahí, este arqueólogo expone que más allá de “aquellas construcciones relacionadas con el agua, como termas y ninfeos”, en la antigua Roma “los edificios con ábsides curvos anteriores al cambio de era son escasos”; precisando que “su origen y empleo en la arquitectura religiosa ha sido tratado por diferentes especialistas”.

Al punto, Álvaro Jiménez argumenta que el teatro es el tipo de edificio “más representativo del régimen instaurado por Octaviano” y la “proliferación” de este tipo de construcciones “por todo el Imperio fue una iniciativa fomentada directamente desde Roma”; tratándose de “un edificio cerrado con un público organizado jerárquicamente” en el que “la presencia explícita del poder político es un rasgo esencial”.

El teatro, según detalla en este estudio, era así “un espacio polivalente al servicio de la vida política a todos los niveles (imperial, provincial y local) y sobre todo punto de encuentro de las distintas esferas administrativas”. “Augusto lo fomentó como medio controlado para reivindicaciones y quejas políticas del pueblo”, indica este investigador, agregando que “dada la dimensión religiosa de la vida pública, el teatro resultó esencial para el desarrollo de manera incipiente del culto al emperador”.

“REFERENCIA EXPLÍCITA AL CULTO A AUGUSTO”

En el caso del teatro de Itálica, como señala Álvaro Jiménez, pesa “la referencia explícita al culto a Augusto” en las dos inscripciones o epígrafes descubiertas en la ‘orchestra’ del recinto escénico.

De este modo, este investigador plantea que “el edificio absidal” localizado junto al teatro “no puede ser considerado un inmueble administrativo propio del área forense”, sino que “su localización asociada al teatro permite relacionarlo con aquellos actos que tenían lugar en el mismo, en los que la figura del emperador era el elemento principal”.

“Se quiso construir un edificio en el que un enorme ábside, inspirado en el complejo augusteo de Roma, concentró el afecto y subordinación a la figura de Augusto por parte de la comunidad a través de las elites gobernantes”, argumenta Álvaro Jiménez, defendiendo que este espacio habría sido “la aedes Augusti” de Itálica, es decir un templo destinado al culto imperial y a la memoria del emperador Augusto.

Para reforzar este planteamiento, Álvaro Jiménez esgrime el paralelismo de “un edificio bastante parecido” y “situado en el lado occidental del foro” de la antigua Pompeya, sepultada por la más que famosa erupción del monte Vesubio del año 79 de la era actual.

UN “PARALELISMO” EN POMPEYA

También en este caso, se trata de un recinto “de planta casi cuadrada que presenta un gran ábside en la cabecera, de 13 metros de diámetro y algo más de cinco metros de profundidad, con una exedra rectangular en cada uno de los lados”. Recordando las tesis según las cuales se trataría de un “edificio dedicado al culto imperial”, este investigador expone que “a falta de concretar la cronología de esta construcción” de Pompeya, no se puede descartar que “se trate de un edificio augusteo reformado tras el año 62” y “no cabe duda de que el parecido con el edificio italicense es más que evidente”.

En sus conclusiones, este investigador conecta además el citado edificio absidal con los vestigios arquitectónicos conservados en el actual mirador del teatro, de una superficie de casi 500 metros cuadrados y que habrían construido parte de un recinto monumental o templo levantado en esta terraza artificial sobre el recinto escénico.

Es más, Álvaro Jiménez Sancho considera que el teatro, el mencionado edificio absidal dedicado al culto al emperador Augusto y el templo situado sobre la terraza artificial acondicionada sobre el espacio escénico forman parte de “un proyecto único que engloba tres edificios vinculados por la espacial relación que la ciudad establecerá con la figura de Augusto”; mediante “diseños que difieren de los modelos y tipos que se irán estandarizando a lo largo del siglo primero”.

“Itálica, como municipio orgulloso, desarrolló su propia arquitectura en la medida de sus posibilidades, materializando espacios y formas que se asemejaban o inspiraban en otros complejos de ciudades, capitales provinciales de estatus colonial”, considera Álvaro Jiménez Sancho.


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