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Un estudio analiza las posibles amenazas de destrucción de la Torre del Oro a causa de los terremotos y las labores de restauración

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“Tres seísmos de gran intensidad en 1504, 1755 y 1969 han afectado a la estructura generando expectativas de ruina total o parcial”

SEVILLA, 19 (EUROPA PRESS)

Un artículo del profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla Fernando Amores profundiza en los impactos de los terremotos en la Torre del Oro, construida entre 1220 y 1221 por orden del gobernador almohade Abu Al Ulá a orillas del Guadalquivir, para rematar el tramo de muralla que lo conectaba con el antiguo recinto fortificado corazón de los Reales Alcázares; con las “sucesivas expectativas de ruina total o parcial que han culminado en todos los casos con reparaciones estructurales”.

En concreto, este artículo publicado en octubre de 2024 se titula “Los terremotos y la Torre del Oro de Sevilla. Afecciones y reparaciones de un símbolo de su pasado almohade”, un trabajo en el que el profesor Amores Carredano repasa inicialmente la historia del citado monumento, protegido como bien de interés cultural (BIC) y uno de los iconos indiscutibles de la ciudad hispalense; recordando que dicha torre fue construida en el periodo almohade, “adelantada desde la ciudad hasta el borde del río, para proteger el acceso fluvial y terrestre al puerto y al puente de barcas, elemento estratégico que conectaba las dos orillas del Guadalquivir”.

La torre, de planta dodecagonal y casi 37 metros de altura, ha servido para “múltiples” funciones “dependiendo de un sinfín de avatares”, según recuerda Fernando Amores, mencionando que a lo largo de los tiempos, el enclave ha sido usado como “baluarte defensivo, prisión, depósito de tesoros, capilla, embarcadero, nilómetro, lugar de esparcimiento, faro, museo naval, oficinas, polvorín o vivienda”.

“Su función como nilómetro es un aspecto de interés por haber servido para controlar la altura de las abundantes crecidas del Guadalquivir mediante la colocación de placas durante las edades Moderna y Contemporánea, que marcaban el nivel alcanzado por las aguas como referencia objetiva y memoria popular”, puntualiza Amores en este artículo recogido por Europa Press.

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“HUELLAS DE DIFERENTE FUNCIONALIDAD Y ÉPOCA”

En cualquier caso, el autor de este trabajo recuerda que el icónico monumento ha visto “modificada su fisionomía en el tiempo, de modo que la traza pura almohade resulta ahora mixtificada con huellas de diferente funcionalidad y época”; pues sin ir más lejos, su tercer cuerpo a modo de linterna, cilíndrico y rematado por una cupulilla revestida de azulejos amarillos, “fue construido tras el terremoto de 1755”.

Precisamente en este marco, Fernando Amores explica que “los terremotos sufridos por la ciudad de Sevilla han afectado a las edificaciones monumentales de diverso modo, siendo las medievales sobrevivientes aquellas que acumulan efectos y noticias”.

“De entre todas ellas, la torre omeya de la vieja mezquita de Ibn Adabbas, erigida en 829 (214H) y la Torre del Oro almohade (1221-1222/617H) fueron las más sacudidas por los sismos y las que disponen de mayor número de registros historiográficos”; toda vez que en el caso de la Giralda, se trata de una torre “mucho más alta pero construida en ladrillo, lo que puede haber facilitado su estabilidad” frente a los movimientos sísmicos, precisa el autor de este trabajo.

Entrando al detalle del asunto, Fernando Amores señala el terremoto que “asoló Sevilla” en el año 1356, rememorando cómo el rey Pedro I ordenó “la reparación de los daños ocasionados en los templos”.

LA AUTORÍA DEL SEGUNDO CUERPO

“No tenemos constancia de que la Torre del Oro sufriese daño alguno, pero no es de extrañar que la estructura de la torre sufriera internamente sin efectos de envergadura visibles”; explica Amores, destacando la hipótesis de su grupo de trabajo de “atribuir el segundo cuerpo” de la torre a dicho monarca cristiano, con el planteamiento de que tal fase del monumento fuera erigida “con posterioridad al terremoto de 1356, aprovechando para repasar los posibles daños sufridos”.

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A continuación, Fernando Amores expone los desperfectos ocasionados a la Torre del Oro por el terremoto de 1504, bautizado como “de Carmona”, citando la orden de Juana I de Castilla en 1505 para “acometer cuanto antes las obras de reparación” de la Torre del Oro, donde finalmente no se intervino “hasta 1538, al menos en la colocación de un cincho de hierro en la parte alta del primer cuerpo, realizado por un herrero francés”.

Amores cita en ese sentido un documento histórico que menciona dicho cincho, instalado para “amarrar la torre en la parte más alta del primer cuerpo”, lo que refleja el uso de “este tipo de soluciones estructurales” en el siglo XVI, “siendo quizá el ejemplo más antiguo conservado en Sevilla”.

EL TERREMOTO DE LISBOA

Del mismo modo, destaca los efectos del terremoto de Lisboa de 1755, que “sacudió una parte importante de la península Ibérica, agravándose los efectos en las costas atlánticas por el tsunami posterior”; un episodio en el que la Torre del Oro “sufrió de nuevo amenazando ruina y algunos responsables defendieron su derribo parcial o total”.

Dicho gran seísmo, como detalla Amores, dejó en la Torre del Oro “importantes grietas en el centro de los paños de tapial, con el colapso de bóvedas interiores y de merlones”; y además “dañó el segundo cuerpo, de mayor fragilidad estructural, que fue zarandeado y debió quedar muy maltrecho junto con la escalera de acceso a la terraza superior”, siendo apuntalada la construcción hasta su reparación en 1762; cando “se coronó la torre con un tercer cuerpo a modo de linterna rematado con una cupulilla adornada con azulejos amarillos”.

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LOS ARQUILLOS ALMOHADES

Este trabajo también menciona la obra de restauración acometida entre 1899 y 1900 en el monumento por mor del entonces Ministerio de Marina, con “las limitaciones de la época”, destacando “la participación como asesor en estos trabajos dirigidos por un ingeniero naval, del historiador del arte y arqueólogo José Gestoso”; quien promovió la reforma del cincho de 1538 para “dejar al descubierto los arquillos originales” de época almohade.

Finalmente, Fernando Amores señala que “el último terremoto de importancia sufrido en Sevilla fue en febrero de 1969”, cuando la Torre del Oro “sufrió algunos desperfectos, siendo los de mayor incidencia en el remate de la linterna dieciochesca”; pesando entonces “la propuesta de eliminar este remate dieciochesco y así recuperar la fisonomía medieval de la torre, lo que no se llevó a cabo” en la restauración de 1971.

“Tres seísmos de gran intensidad en 1504, 1755 y 1969 han afectado a la estructura” de la Torre del Oro “generando sucesivas expectativas de ruina total o parcial que han culminado en todos los casos con reparaciones estructurales. Es notoria la colocación de cinchos de hierro tanto en 1538 como en 1760, siendo un refuerzo estructural con hormigón la solución decidida en 1971”, resume Fernando Amores, destacando la “solución de atado” del cincho de 1538, porque “ha trabajado eficazmente desde entonces conteniendo en gran medida el efecto de los terremotos posteriores”.


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