
SEVILLA, 10 (EUROPA PRESS)
El Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro ha presidido en la tarde noche de este lunes el Viacrucis de las Hermandades Penitenciales de Sevilla tras un apresurado traslado a la Catedral, motivado por los malos pronósticos meteorológicos en una jornada en la que, como en días anteriores, no ha parado de llover, en mayor o menor medida, y en la que la incertidumbre sobre la salida no se ha disipado hasta minutos antes de la hora marcada para abrir las puertas del templo.
Esa pequeña tregua que daba la lluvia ha permitido ese rápido traslado, en apenas media hora, que se iniciaba poco después de las 18,30 horas desde la iglesia de San Gregorio, en la céntrica calle Alfonso XII. El Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla y la citada hermandad ya habían anuncido un par de horas antes que suspendían los relevos previstos para portar las andas del Cristo Yacente tanto en el traslado de ida como en el de vuelta.
Además, esas malas prediciones meteorológicas obligaban a una modificación de los recorridos con intención de llegar al templo catedralicio de la manera más directa posible, como así ha sucedido, puesto que la sagrada imagen de Juan de Mesa cruzaba bajo el dintel de la Puerta de los Palos poco después de las 22,00 horas, aunque, antes de su salida, el cortejo se dirigió a la Capilla de la Virgen de los Reyes para rezar una salve. Apenas cinco minutos después de que saliera la cruz de guía, lo hizo el Cristo Yacente, acompañado del repique de las campanas de la Giralda con un ritmo insólito para unas andas, que andaban como si fueran a paso de mudá.
Los hermanos del Santo Entierro que han acompañado al Cristo Yacente han discurrido, con mucha celeridad pero sin perder la compostura, por Alfonso XII, Plaza del Duque, Plaza de la Campana, Tetuán, Plaza Nueva (Andén), Avenida de la Constitución, Alemanes, Plaza Virgen de los Reyes y Puerta de Palos.
La corporación del Sábado Santo había establecido un itinerario que contemplaba llegar al Salvador por Pedro Caravaca, Sierpes, Cerrajería y Cuna, para desde esa plaza tomar por Álvarez Quintero, Chapineros, Francos, Placentines, Cardenal Amigo Vallejo y Plaza Virgen de los Reyes.
Asimismo, las cruces de guía de las hermandades invitadas no se han desplazado a la Catedral y se han sustituido por cruces penitenciales que ha aportado la Hermandad del Santo Entierro, cedidas por la Hermandad de la Trinidad. No obstante, las hermandades encargadas de las cruces y las lecturas han sido las que estaban previstas en un primer momento.
En principio, las cruces de guía elegidas para marcar el inicio de cada estación del Viacrucis eran las de las hermandades de Bendición y Esperanza –Polígono Sur–, La Milagrosa, San Roque, Cautivo del Polígono de San Pablo, Las Penas, San Benito, La Lanzada, Cristo de Burgos, La Exaltación, La Macarena, La Esperanza de Triana, La O, El Sol y La Trinidad; la mayoría de ellas de hermandades relacionadas con la Esperanza. No en vano, el lema elegido por la hermandad del Sábado Santo para este rezo es ‘Esperanza que vence a la muerte’.
En cuanto a las lecturas, han estado a cargo de las hermandades de Padre Pío, Pasión y Muerte, La Hiniesta, Las Aguas, El Museo, Los Javieres, El Buen Fin, Las Siete Palabras, Los Negritos, El Gran Poder, La Sagrada Mortaja, Montserrat, La Soledad de San Lorenzo y el Santo Entierro.
Como culminación del piadoso acto, el arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, que ha sido quien lo ha presidido, ha realizado la tradicional reflexión. “Un año más hemos recorrido el Vía Crucis, el camino de la cruz, en el inicio de la Cuaresma. Hemos meditado los misterios de la pasión y muerte del Señor presididos por El Santísimo Cristo Yacente, de la Hermandad del Santo Entierro”, ha señalado el arzobispo.
Asimismo, Saiz Meneses ha celebrado que “las meditaciones, los cantos y las oraciones del Vía Crucis nos han ayudado a contemplar este misterio de la pasión, para aprender la gran lección de amor que Dios nos ha dado en la cruz, para que nazca un deseo renovado de dejarnos cambiar el corazón en esta Cuaresma, en este Año Jubilar, viviendo cada día el amor que de él recibimos, la única fuerza que puede cambiar el mundo”.
Por último, ha manifestado que “en el silencio de esta noche, que envuelve el Sábado Santo, embargados por el amor ilimitado de Dios, vivimos en la espera del alba del tercer día, del triunfo del Amor de Dios, de la luz que permite a los ojos del corazón ver de modo nuevo la vida, las dificultades, el sufrimiento, la cruz. La esperanza ilumina los fracasos, desilusiones y amarguras. El acto de amor de la cruz, confirmado por el Padre, y la luz deslumbrante de la resurrección, lo envuelve y lo transforma todo”, ha concluido.
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