MÁLAGA, 9 (EUROPA PRESS)
Más de 8.200 personas han visitado la exposición ‘This is my swim lane’ de la fotógrafa eslovaca Maria Svarbova en La Térmica desde que se inauguró el pasado 7 de octubre coincidiendo con el Red Friday. La muestra, que se puede visitar hasta este domingo en la sala 014 del centro de la Diputación de Málaga, reúne 68 instantáneas junto a material audiovisual y atrezzo utilizado para las sesiones fotográficas.
Según han informado en un comunicado, la exhibición se divide en dos espacios y en dos series: ‘Swimming pools’ y ‘Futuro retro’. En la primera, las piscinas públicas son el escenario donde nadadoras anónimas se convierten en algo más que humanas enfundadas en sus trajes de baño y gorros de colores.
Svarbova rompe el control y las imposiciones sociales, representadas por letreros en eslovaco donde se puede leer ‘No saltar’ o ‘Prohibido el paso’. Las nadadoras, sus sombras y reflejos, ofrecen calma y serenidad, acompañadas de la uniformidad del espacio.
Con estas fotografías limpias, minimalistas y un tanto nostálgicas la artista saltó a la fama en 2014, cuando su trabajo apareció en medios de comunicación como The Guardian, CNN, Forbes, y en galerías de todo el mundo.
Si en estas instantáneas de piscinas la arquitectura es, junto a la figura humana, uno de los elementos clave, no lo es menos en la serie ‘Futuro retro’, donde los edificios e interiores se inspiran en los tiempos comunistas de su Eslovaquia natal: brutalismo arquitectónico, uniformes y estandarización.
Desde que creció en el pequeño pueblo eslovaco de Slepcany, Maria Svarbova siempre quiso ser artista. Empezó a perseguir su sueño desde los 15 años, cuando se fue a un instituto de arte en Bratislava.
Se especializó en la conservación y restauración de tallas de madera. Sin embargo, en el momento de su graduación sufría un bloqueo creativo y no pudo dibujar ni pintar nada durante mucho tiempo. Más tarde se matriculó en la Universidad Filósofo Constantino de Nitra, donde se especializó en Arqueología.
Cuando estaba en su tercer año, su hermana le regaló una cámara DSLR. Svarbova no tardó en darse cuenta de que había encontrado su medio y el propósito de su vida. La fotografía era algo a lo que se dedicaría.
Empezó a fotografiar varias veces a la semana y se dedicó a aprender, a retocar y editar sus fotos. Empezó a fijarse objetivos para su fotografía y a soñar en grande. A pesar de haber dejado de lado su especialidad, se graduó en Arqueología, y hoy está agradecida por la experiencia. Dice que el enfoque de un arqueólogo a su trabajo es muy valioso.
El estilo personal de Svarbova se aleja del retrato tradicional y se centra en la experimentación con el espacio, el color y la atmósfera. Interesada en la arquitectura y los espacios públicos de la época comunista, transforma cada escena con una frescura moderna que pone de manifiesto la profundidad y la variedad de su paleta creativa. Las figuras crean escenas temáticas y oníricas con objetos ordinarios.
La visión posmoderna de la artista articula con audacia un diálogo que obliga al espectador a responder al misterio, la soledad y el aislamiento. Su obra manifiesta una sensación de frío y distanciamiento atemporales reproduciendo rutinas como el ejercicio, las citas con el médico o las tareas domésticas.
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