MÁLAGA, 30 (EUROPA PRESS)
Los grandes mamíferos terrestres son vulnerables a los efectos del ruido provocado por los drones, unos sistemas tecnológicos cada vez más utilizados para estudiar la fauna en hábitats abiertos como la sabana o las marismas. Esta es una de las conclusiones que revela un nuevo estudio publicado en la revista científica ‘Drones’, que está dirigido por la investigadora del área de Biología Animal de la Universidad de Málaga (UMA), Margarita Mulero Pazmany; los expertos José Domingo Rodríguez-Teijeiro, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio); Serge A. Wich, de la Universidad John Moores de Liverpool (Reino Unido) y Geison Pires Mesquita, del Instituto Baguaçu de Investigación de la Biodiversidad (IBPBio, Brasil), este último como primer autor.
Ya existen algunos trabajos que constatan que los drones de uso científico o recreativo pueden convertirse en una nueva fuente de perturbación para muchas especies animales. Sin embargo, todavía hay pocos trabajos que identifiquen los factores reales asociados con estos dispositivos que pueden afectar negativamente al comportamiento de los animales.
El uso de sistemas aéreos no tripulados (VANT o drones) está cada vez más extendido en estudios sobre monitorización y conservación de la fauna salvaje. Obtener datos científicos de alta resolución espacial y temporal, con bajos costos operativos y una logística sencilla explicaría el amplio uso científico de esta tecnología, en especial en el estudio de grandes mamíferos en áreas abiertas o de difícil acceso.
Esta nueva investigación analiza la reacción de 18 especies de grandes mamíferos ante los ruidos emitidos por un dron en los grandes espacios ex situ del Parque Zoológico de São Paulo (Brasil).
Las aves y los mamíferos son los dos grupos de animales más estudiados con el uso de drones y los más afectados por su uso recreativo. “En especial, los grandes mamíferos son los más estudiados con drones por su tamaño ya que son más fáciles de identificar mediante imágenes aéreas”, ha detallado el investigador postdoctoral Geison Pires Mesquida, que incluyó este estudio en su tesis doctoral defendida en febrero de 2022. “Además del tamaño, el tipo de hábitat de las especies es otro factor determinante para el uso de drones en los estudios de la fauna salvaje”.
El estudio con drones sobre la fauna se adaptó a la normativa de la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC) de Brasil que limita los vuelos de drones a un máximo de 120 metros. Además, todos los vuelos eran del tipo VLOS (Visual Line-Of-Sight), es decir, tenían como requisito obligatorio estar dentro de la línea de visión del piloto. Todos los vuelos se realizaron en horarios sin visitas en el zoo para evitar cualquier tipo de perturbación por factores externos.
También se pudo disponer de audiogramas en la literatura científica en 12 de las 18 especies analizadas, lo que permitió un análisis más específico de la influencia de la frecuencia e intensidad del sonido generado por los drones.
Los vuelos se iniciaron a una altura máxima de 120 metros. Una vez el dron se situaba encima de los individuos, se iniciaba el descenso hasta que el animal mostraba algún comportamiento atípico. “Se había estipulado un límite de diez metros por encima de los animales, si el animal no presentaba cambios de comportamiento, pero en ningún caso el dron descendió a esta altura ya que los animales presentaron cambios de comportamiento a una altura superior”, ha apuntado Pires Mesquita.
En general, las especies con mayor biomasa mostraron un cambio de comportamiento con los drones a mayor altura. Como este grupo de animales es el más estudiado en tierra mediante los drones -en especial, en hábitats abiertos como la sabana africana- la megafauna mamífera terrestre tendría una mayor posibilidad de sufrir los efectos del ruido provocado por los drones.
Aunque este experimento no permite discriminar por completo entre los efectos que genera el impacto del estímulo acústico o visual del dron en la fauna, de manera indirecta se pudo deducir que el primer efecto causado por el dron en las especies es acústico. A esta conclusión se llegó a través del análisis de la agudeza visual -medida en ciclos por grado (c/g)- que permite determinar la capacidad de detectar, discriminar y reconocer objetos sobre un fondo.
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