La docente malagueña ha rastreado más de 400 contratos realizados por Cathalina Lynch Bourman
MÁLAGA, 13 (EUROPA PRESS)
La docente malagueña Elizabeth García Gil ha ganado el concurso nacional ‘Descubre las mujeres en la historia de nuestro lugar de veraneo’ que convoca la asociación Mujeres para el diálogo y la Educación (MDE, declarada de interés público por el Ministerio del Interior). Su trabajo de divulgación ‘Cathalina Lynch Bourman: una banquera en la Málaga de los siglos XVIII y XIX’ ha sido el que le ha valido esta distinción.
García Gil es doctora en Historia Moderna y actualmente profesora del Departamento de Antropología, Geografía e Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de Jaén. Además, es investigadora en el Instituto de Investigación en Género e Igualdad de la Universidad de Málaga (Igiuma), donde desarrolla sus investigaciones feministas. Se trata de la segunda vez que sus indagaciones sobre la actividad de las mujeres en el comercio y el crédito rural entre finales de los siglos XVIII y XIX son premiados.
“Un premio debe servir como estímulo tanto a quien lo recibe en particular como a la sociedad en general porque, ante todo, es un aliciente para seguir trabajando”, asegura la profesora a Europa Press, que subraya el carácter divulgativo del premio: “se trata de transferir el conocimiento que generamos en las Universidades a la sociedad y hacerlo accesible en pos de una sociedad del conocimiento”.
Preguntada al respecto del feminismo, para la investigadora es importante “desmentir ciertos tópicos” sobre los roles de la mujer en tiempos pretéritos, a la vez que alerta de que ciertos conceptos ligados a la corriente feminista están, en su opinión, “desvirtuados”.
Y es en este punto de la entrevista en el que García Gil introduce a la protagonista de su último trabajo de investigación y divulgación: la comerciante y prestamista Cathalina Lynch Bourman (1746-1824), de la que destaca sus logros en materia de igualdad y su singularidad en su dedicación profesional en su contexto histórico, pero por otro lado no considera que Lynch sea un ejemplo de “empoderamiento” toda vez que no reúne las tres características que definen a este concepto.
Así, señala que Cathalina Lynch, en la Málaga de finales del XVIII y principios del XIX, pasó por las tres situaciones legales que podía pasar una mujer en la época y que iban en función de si era mayor de edad y soltera, casada o viuda.
“Las mujeres solteras mayores de edad y emancipadas gozaban de plena autonomía legal y no dependían en ningún caso de ningún varón. Esto solo llegaba cuando se casaban, si bien su marido les podía otorgar licencia para actos generales o especiales. Y finalmente, las viudas también disponían de total autonomía. Cathalina conoció y disfrutó de todas estas opciones”, relata la profesora.
“Como le explico a mi alumnado en clase, a nivel de derechos, hoy en día hombres y mujeres estamos igualados, pero la aplicación de la ley es otra cosa. Si se repite mucho una ley es porque no se cumple. Y, por desgracia, a día de hoy debemos seguir insistiendo en las leyes de género porque son necesarias. Ojalá algún día no existan leyes de género”, reflexiona al respecto.
Y retoma el caso de Lynch como una mujer burguesa, perteneciente a la oligarquía comercial malagueña de su época, que fue formada y educada por su padre en la contabilidad y otras técnicas propias de su actividad para finalmente dedicarse a ser banquera y prestamista (agente particular) que contaba con los agricultores de la Axarquía como principales clientes.
SORORIDAD
Elisabeth García explica que Cathalina Lynch fue una experta banquera y comerciante que dominó todo el mercado de crédito en la Vélez-Málaga de la época, y como curiosidad apunta a que las mujeres que solicitaban préstamos en ese tiempo acudían a ella, “lo que cuantitativamente demuestra una posible relación de sororidad”.
En este punto, la docente especializada en el estudio de la historia de las mujeres exalta que “la historia cuantitativa nos permite hilar fino”, y lo hace conforme a su propia investigación exhaustiva que ha realizado en torno a 455 contratos suscritos por Lynch.
A este respecto, hay que señalar que Elizabeth García Gil fue merecedora el año pasado del premio nacional de la Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres (Aeihm) por su trabajo ‘La actividad de las mujeres en el comercio y el crédito rural en el sur peninsular SS. XVIII-XIX’ que se publicó en ‘Arenal. Revista de Historia de las Mujeres’, una de las publicaciones que tiene mayor impacto en España y América Latina.
“Estoy muy contenta, tuve mucha suerte ya que dentro de la comunidad científica es el premio más prestigioso que pueden otorgarle a una investigadora de historia de las mujeres”, recuerda, a la vez que señala que en ese trabajo se centró en toda la provincia de Málaga –donde la capital y Vélez-Málaga eran los principales núcleos comerciales–, a la vez que adelanta que pronto verá la luz otro estudio del mismo campo de investigación referido a la zona de Antequera.
La profesora malagueña agradece el gran apoyo que la han prestado desde los archivos provincial y municipales donde ha acudido a rastrear la información que necesita para sus investigaciones, principalmente registros notariales.
Y sobre su dedicación aparentemente especializada en el papel de la mujer, puntualiza que “para hacer historia de las mujeres hay que hacer historia de los hombres y de las mujeres, y después extraer a las mujeres para poder establecer una comparación para probar si superan el nivel de singularidad, comparando datos en un mismo tiempo y espacio”.
FORMACIÓN PARA ADULTOS
Elizabeth García pone especial hincapié en dedicar su último premio –el de divulgación centrado en la figura de Cathalina Lynch– a quien fuera su mentor en el Instituto de Formación para Adultos de Málaga, Rubén Aguilar.
Al respecto señala que a los 16 años, y a pesar de lo mucho que le gustaba ir a clase y su gran ilusión de llegar a ser profesora, las circunstancias personales y familiares le obligaron a abandonar los estudios porque necesitaba trabajar para mantenerse y, aunque hizo una incursión en la Formación Profesional a los 21 años, no fue hasta los 24 que pudo emprender la tarea de completar su formación académica.
Así, anima y pone en valor la importancia de que cualquier persona que sienta este interés por formarse, más allá de la consideración de la edad o de haber dejado atrás la formación académica por algún motivo, tome en consideración la posibilidad de retomar los estudios a través de la formación para adultos, y lo resume en una frase: “Si no fuese por la formación para adultos, hoy no sería ni doctora ni premio nacional de investigación”.
“Rubén Aguilar es mi modelo docente a seguir en todo. Tuve muy claro que fuese él quien dirigiera mis prácticas del máster en Profesorado”, explica la profesora y señala la importancia de encontrar un buen apoyo cuando se recurre a la formación permanente, toda vez que quienes concurren en ella tienen perfiles muy diferentes.
A día de hoy, esta e investigadora malagueña en la Universidad de Jaén recibe muy buenas valoraciones por parte de su alumnado y reconoce que esto, a la vez que le llena de orgullo, le retrotae a sus estudios en el Instituto de Formación Permanente en la que encontró un gran apoyo por parte de Aguilar.
El recién premiado trabajo de divulgación de Elizabeth García Gil, ‘Cathalina Lynch Bourman: una banquera en la Málaga de los siglos XVIII y XIX’, se publicará próximamente en el magazine de la web de Mujeres y Patrimonio; y también esté previsto que la autora participe el próximo 16 de octubre en una entrevista en el programa ‘Marca España’ de Radio Exterior de España para dar a conocer esta obra.
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