
HUELVA, 17 (EUROPA PRESS)
El Grupo Diocesano de Migraciones de la Diócesis de Huelva ha lamentado este lunes las condiciones “precarias” de algunos temporeros que se desplazan a Huelva, “coincidiendo con el final de la campaña de la aceituna en Jaén”, y la temporada de recolección de frutos rojos. Así, señala que este flujo migratorio “trae consigo una serie de desafíos tanto para las personas trabajadoras como para las localidades que los reciben, así como para los empresarios y la propia administración”.
Así lo ha indicado en una nota, en la que ha señalado que, en Lepe, uno de los “puntos clave” de acogida es un albergue de personas temporeras “que no es suficiente para atender la llegada masiva de estas personas”, por lo que “muchos de los recién llegados, ante la falta de espacio, se ven obligados a dormir en las calles, expuestos a las inclemencias del tiempo y en condiciones precarias”.
“Esta situación ha generado preocupación entre las organizaciones sociales y las autoridades locales, que intentan buscar soluciones temporales para aliviar el problema sin poder dar respuestas a todos”, ha manifestado, así como que en otros municipios, como Palos de la Frontera, “ocurre algo similar, las chabolas que fueron arrasadas por un gran incendio y que no dejaron volver a construir dejan un lugar desolador donde se concentran las personas que van llegando y sin alternativa de alojamiento lo que hace que numerosas personas duerman al raso acompañados de un fuego que los calienta para pasar de la noche”.
Asimismo, ha apuntado que también en Lucena del Puerto los temporeros que regresan a los asentamientos “informales” se encuentran con que “sus chabolas han sido devastadas por algún que otro incendio y tampoco tienen alojamiento alternativo”, por lo que “algunos se afanan en volver a construirlas para pasar la temporada de trabajo”.
“En Lucena se ha construido un pequeño albergue pero que no está en marcha por la falta de gestión. De hecho, estas estructuras que servían como refugio durante las campañas anteriores, han sido eliminadas en operativos de desalojo, dejando a muchos sin un lugar donde resguardarse”, ha subrayado.
De otro lado, han continuado apuntando que Moguer, otra localidad que recibe a “cientos” de temporeros, “también se desborda y se puede ver cómo están por las calles o hacinados en almacenes indignos u otro tipo de infraviviendas”, toda vez que afirmado que “en Moguer no existe albergue para personas temporeras” ya que “están trabajando en la línea de erradicación del chabolismo habilitando unas viviendas alternativas”.
“Ante esta realidad, algunas de esas personas temporeras confían en que, una vez encuentren trabajo en alguna finca, les ofrezcan alojamiento en la misma propiedad, una práctica común en el sector agrícola onubense. La llegada de las personas temporeras a Huelva marca el inicio de una de las campañas más importantes para la economía de la región, pero también pone en evidencia las carencias en materia de infraestructura y apoyo social para estos trabajadores esenciales”, señalan desde este grupo diocesano.
En este punto, subraya que, “mientras tanto, las organizaciones no gubernamentales y colectivos locales redoblan sus esfuerzos para brindar asistencia humanitaria” y reclaman a las administraciones públicas medidas “urgentes” que “garanticen condiciones dignas para quienes sostienen uno de los pilares económicos de la provincia”.
“Como personas cristianas no podemos ignorar la valiosa aportación de las personas migradas a nuestra sociedad y nuestra Iglesia y denunciamos la necesidad de políticas integrales que aborden de manera sostenible la situación de las personas temporeras, garantizando sus derechos y mejorando su calidad de vida”, concluye.
El Grupo Diocesano de Migraciones de la Diócesis de Huelva está formado por el Secretariado de Migraciones, Cáritas Diocesana de Huelva, Fundación Don Bosco, HOAC, Confer, Nuevo Horizonte y Pastoral Penitenciaria.
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