ALMERÍA, 9 (EUROPA PRESS)
Las médico forenses que han declarado en la vista oral con jurado popular que se celebra contra H.D., acusada de asesinar a su bebé a los pocos minutos de nacer para después enterrar su cuerpo frente a su domicilio en Vícar (Almería) en marzo de 2020, han certificado este jueves que la pequeña nació “viva” y que su muerte se produjo por “mecanismo homicida” en base a la exploración efectuada sobre los restos de la menor.
Así lo han atestiguado en la última sesión del juicio que se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Almería, en la que la Fiscalía y la acusación particular han elevado a definitiva su petición de prisión permanente revisable para la acusada mientras que su defensa ha vuelto a solicitar la libre absolución de la mujer o que, subsidiariamente en caso de estimar su culpabilidad, se le condene por un delito de homicidio imprudente con la atenuante de dilaciones indebidas.
Las forenses han detallado en base a la autopsia realizada a los restos de la menor, que la niña “nació viva, respiró” y no presentaba ningún tipo de malformación, toda vez que la causa de su muerte fue una “asfixia manual” que derivó en la falta de oxígeno en el cerebro.
Con ello, han incidido además en las marcas de uñas halladas en la zona del cuello de la neonata, además de otras lesiones internas de tipo hemorrágico derivadas de “apretar con los dedos a nivel de laringe”.
En su contundente informe, las peritos han detallado otras lesiones en torno a la boca de la pequeña derivadas de una “compresión” que se realizó sobre la misma, con signos de tal gesto en el labio superior y la encía de la pequeña, por lo que estiman que se empleó la fuerza “necesaria para causar la muerte a un bebé recién nacido”, toda vez que han descartado que este tipo de lesiones pudieran derivar de un cordón umbilical enrollado en el cuello.
“La madre intentando quitarlo el cordón puede dejar una impronta, pero la impresión que presentaba a ambos lados y la hemorragia se produce por mecanismo de presión directa, no en el momento de quitar el cordón, igual que lesión de la boca”, han abundado la forense a preguntas de la defensa, ante la que ha reconocido que si bien no es necesaria “mucha violencia”, sí se precisó de una acción “prolongada”.
Entre otras lesiones, las expertas también han podido constatar ciertas lesiones en la zona cervical y en el interior de la garganta derivadas del “vaivén del cuerpo de la pequeña” por una técnica de parto “inadecuada” en el momento de su alumbramiento.
“NO FUE UN ACTO IMPULSIVO”
En relación a la acusada, las forenses han explicado que durante la exploración de la misma para evaluar sus capacidades esta se mostró “poco colaboradora” e incluso “reticente a la hora de contar los hechos”, de modo que hubo ocasiones en las que “no se acordaba de nada” mientras que en otra “se puso un poco enojada porque decía que si no la creía nadie, no quería continuar con la exploración”.
Más allá del “trastorno depresivo reactivo” derivado de su estancia en prisión, las forenses han determinado que la acusada habría actuado bajo “cierta elaboración mental”. “No es consecuencia de un acto impulsivo”, han recalcado al entender que, en caso de que fuera la acusada la responsable de la muerte de la pequeña, no se detectó ninguna patología que “explique una impulsión” ni “la existencia de un delirio o alteración”.
“Ella intenta que no se pueda averiguar nada. Se enterró el bebé sin comunicar el nacimiento. Su finalidad, muestra, que era ocultar el hecho, si no, no hubiera actuado así”, han expuesto.
El informe forense se ha tornado como una prueba “esencial” para la fiscal Teresa Prieto, quien en la fase final del juicio ha pedido a los miembros del jurado –reformulado con los suplentes tras la baja médica justificada por dos de sus miembros– que lo tuviera muy presente a la hora de evaluar la imputabilidad de la acusada.
“Las pruebas han acreditado que la acusada dio a luz un bebé con vida y luego lo asfixió y lo enterró ella misma con la azada que le pidió una vecina”, ha dicho a la hora de recordar que, conforme al informe aportado por los miembros de criminalística de la Guardia Civil, se encontró ADN de la acusada en la herramienta que, según dos de las vecinas, pidió prestada al día siguiente del parto “clandestino” con la excusa de plantar un sarmiento.
La representante del Ministerio Público ha detallado hasta cinco “mentiras” en las que la acusada habría incurrido en su declaración, entre ellas que la mujer no habría hablado con los agentes que fueron a su casa cuando, según la versión de estos, H.C. les dijo no haber estado embarazada y amagó con enseñarles “los pechos” para mostrarles que “no tenía leche”.
Asimismo, ha tratado de despejar las dudas planteadas por la defensa ejercida por el letrado Alejandro Jiménez sobre la posible participación de una tercera persona, en este caso, una cercana vecina que ha declarado este jueves tras ser requerida por segunda vez para que acudiera a prestar testimonio.
“Esta señora es la que dice donde se encuentra enterrado el cuerpo del bebé, la única manera de tener conocimiento de los datos es que haya ayudado a H.C. de una manera u otra en el parto”, ha interpretado el letrado de la defensa, por su parte, en base a una declaración “a la defensiva” de la testigo.
Para la defensa no ha quedado probado que la acusada actuara con ánimo de matar al bebé, sentido en el que se ha acogido a un hipotético intento de la mujer por desenrollar el cordón umbilical del cuello de la niña al “no notar que estaba vivo”. Asimismo, ha cuestionado la investigación policial, realizada “en cinco días” sin abordar “a más sospechosos, que es obvio que los hay”.
“VI QUE NO TENÍA BARRIGA”
La vecina que acudió a la Guardia Civil y posteriormente avisó del hallazgo de la placenta y parte del cordón umbilical en una balsa de riego usada como vertedero ha relatado a duras penas, visiblemente nerviosa, que ella se dio cuenta de que la acusada ya no estaba embarazada después de que se lo advirtiera mediante señales una amiga común durante una visita.
“Vi que no tenía barriga y le pregunté dónde estaba el niño. Se lo pregunté dos veces y le dije ‘H., con los niños no juego’. Entonces me dijo que estaba en el hospital”, ha narrado para detallar que, a continuación, pidió que se avisara al padre, al que acompañó al centro hospitalario para buscar a la bebé. Al no encontraron, fueron a la Guardia Civil.
Según la versión de la testigo, volvieron al cortijo acompañados por los agentes, donde la acusada “empezó a chillar” y “le dijo a la Guardia Civil que nunca había estado embarazada”. Al no quedarse “tranquila”, la testigo acudió con otra vecina y sus hijos a la balsa después de que les dijeran que habían visto a la acusada tirar la basura allí un día antes.
“Estuvimos venga abrir bolsas, y en una –un vecino– me dijo ‘aquí está el niño’. Me asome a la balsa, abrí la bolsa y en ella había una placenta, con un pantalón”, ha manifestado la testigo antes de derrumbarse y pedir a la magistrado-presidente, Miguel Hernández, no seguir con el interrogatorio. “Soy inocente, me echaron a mí las culpas y yo no quiero recordar esta historia. Para mí fue un sueño, una pesadilla, un horror”, ha añadido antes de desplomarse sobre la mesa y recuperar la calma.
Durante su declaración, ha confirmado que fue ella la que avisó del hallazgo de la placenta a las autoridades y la que instó a los agentes a buscar al neonato por los alrededores ante la sospecha de que pudiera estar cerca. “Yo no sabía dónde estaba el niño”, ha remarcado a preguntas de la defensa.
La sesión ha finalizado con la última palabra ejercida por la acusada, quien se ha reiterado en aspectos de su primera declaración. El objeto de veredicto será entregado al jurado para su deliberación el próximo lunes.
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