ALMERÍA, 7 (EUROPA PRESS)
Un equipo de investigación de la Universidad de Almería (UAL) ha identificado los compuestos incluidos en 15 plaguicidas basados en agentes naturales muy usados en la actualidad.
Con los resultados del trabajo, los agricultores podrán conocer de manera exacta los ingredientes de las fórmulas que utilizan en sus cultivos.
El uso de biopesticidas está en auge en la actualidad por su alto rendimiento y baja toxicidad con respecto al fruto y al medio ambiente en relación con los químicos tradicionales.
Lograr agentes que contribuyan a la protección de los cultivos frente a plagas o enfermedades de una manera amigable con el planeta ha sido uno de los objetivos de la investigación en los últimos años en este sector.
Sin embargo, los productos que se usan actualmente suelen indicar en sus etiquetas solamente el principio activo que se necesita, pero se desconocen otros compuestos que contienen.
Para ofrecer una descripción completa de todos los elementos que se incluyen en estos biopesticidas comerciales los expertos analizan en el artículo ‘Comprehensive analysis of commercial biopesticides using UHPLC and GC-HRMS: Targeted, suspect and unknown component determination’ publicado en la revista Microchemical Journal los quince productos más usados hoy día.
Además, es necesario conocer cómo actúan el resto de componentes que contienen estos biopesticidas, cómo se degradan y cómo afectan al fruto, al suelo o a las aguas subterráneas por la filtración.
“Por ejemplo, entre los bioplaguicidas más usados están los basados en cítricos, en la canela o la pimienta. En la etiqueta solemos encontrar identificado el componente principal, pero no se citan otros que también se incluyen y que podrían permanecer en los cultivos o en el medio tras su uso”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la UAL Antonia Garrido, autora del artículo.
Los expertos han creado una base de datos que incluye los componentes de estos biopesticidas y han validado el método de análisis con el que se obtienen resultados muy exactos, tanto para detectar aquellas sustancias que se conocen a priori, como muchas otras que no se sospechaban que podrían estar presentes.
MÁS INFORMACIÓN, MÁS GARANTÍAS
Los expertos han localizado y catalogado más de 50 compuestos que no se sabía que podían contenerse en estos productos y han confirmado que el método analítico que han utilizado logra resultados exactos para poder extrapolarlo a cualquier plaguicida que se base en sustancias naturales, bien sean de procedencia animal, bacteriana, mineral o vegetal.
En el estudio, han podido comprobar la degradación de los compuestos de estos productos en otros elementos más simples detallando el proceso completo y su acción en el fruto o en el suelo.
“En casos como los basados en extracto de pimienta, podemos observar que permanecen compuestos que en altas proporciones podrían resultar tóxicos. Sin embargo, los resultados del estudio no han determinado toxicidad en ninguno de los productos analizados. Esto se debe a que la concentración es baja y que desaparecen en poco tiempo”, explica la autora.
Los resultados amplían la información actual sobre el uso de estos productos otorgando mayores garantías, lo que propiciará el aumento de su utilización en agricultura en detrimento de los químicos, más agresivos con el medio ambiente.
DIRECCIÓN A LO DESCONOCIDO
El modelo analítico que utilizan los expertos se basa en la detección de compuestos con instrumentos de última generación que integran métodos dirigidos y no dirigidos.
Esto es, buscan, por un lado, compuestos que se sabe que pueden estar, pero, además, localizan otros de los que no se sospecha su presencia, desde cero y a nivel de traza. Es decir, se obtienen resultados de las sustancias que se buscan y de las desconocidas.
Además, han demostrado que los compuestos localizados que se trasvasan al fruto o al suelo desaparecen en tiempos que van desde unas solas horas hasta tres o cuatro días. Actualmente, los expertos analizan la permanencia de estos compuestos en las aguas subterráneas de los cultivos.
Este trabajo ha sido financiado con fondos FEDER y la Consejería de Universidades, Investigación e Innovación mediante el proyecto UAL2020-FQM-B1943 de la UAL.
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