CÓRDOBA, 20 (EUROPA PRESS)
El Gran Teatro acogerá los días 23 y 24 de enero un sentido homenaje de la Orquesta de Córdoba al compositor cordobés de adopción y recientemente desaparecido Lorenzo Palomo, donde interpretará su ‘Concierto para marimba y orquesta’, junto a Conrado Moya y la dirección de Salvador Vázquez.
Tal y como ha indicado la formación musical en una nota, ‘Querido Maestro’, título del sexto programa de abono, unirá en el podio la maestría de la marimba de Conrado Moya y la batuta de Salvador Vázquez, llevando por primera vez a los atriles de la Orquesta de Córdoba, ‘El Jardín de Baco’.
Un irresistible trasfondo español inunda la última página concertante del maestro Palomo ‘El jardín de Baco’, concierto con una primera versión escrita para guitarra y cuyo estreno lo realizaría la Rochester Philharmonic Orchestra en el año 2017. Será gracias al trabajo conjunto entre Lorenzo Palomo y Conrado Moya cuando la obra se transforme a las cualidades polifónicas de la marimba.
Como bien señala Moya, “no se trata de una mera transcripción sino de una escritura que en paralelo respeta tiempos, estructura y temas de la partitura original”.
El trabajo de transformación se realiza durante la pandemia, tiempo que permitiría a ambos músicos intercambiar ideas, contrastar pasajes, sin alterar el alma del ‘El jardín de Baco’ hasta su versión definitiva (2020). Además, existe una tercera versión para piano y marimba que será grabada en disco próximamente.
El solista de marimba Conrado Moya es en la actualidad una de las figuras más representativas de su instrumento a nivel internacional, aclamado por sus extraordinarias capacidades técnicas y expresivas, y su entrega en el escenario.
En la segunda parte se escuchará la ‘Sinfonía núm. 6 en Fa mayor, opus 68’, de Beethoven, conocida como la ‘Sinfonía Pastoral’, una de las obras más emblemáticas del genio de Bonn y destaca que por su carácter evocador. Estrenada en 1808, esta sinfonía se distingue por su conexión con la naturaleza y su habilidad para transmitir emociones a través de paisajes sonoros. Aunque Beethoven enfatizó que no se trata de una ‘pintura literal’, la sinfonía evoca escenas de la naturaleza con cada movimiento.
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