Alega que “no tenía necesidad de encubrir” estas prácticas ni ha sacado “ningún provecho” de este “bochornoso” asunto
SEVILLA, 30 (EUROPA PRESS)
La Audiencia de Sevilla ha continuado este martes el juicio con jurado popular promovido contra el exdirector de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe) Fernando Villén y la ex directora económica financiera de la entidad Ana Valls, por los pagos en clubes de alterne con tarjetas bancarias de la citada entidad pública, perteneciente a la Junta de Andalucía.
Durante esta segunda sesión ha comparecido como acusada la ex directora económica financiera de la Faffe, para quien la Fiscalía Anticorrupción solicita cuatro años de cárcel, como cooperadora necesaria de un presunto delito continuado de malversación de caudales públicos, en concurso con un delito continuado de falsedad en documento oficial cometido por funcionario público.
Ana Valls, a preguntas del fiscal Fernando Soto, delegado en Sevilla de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, ha manifestado que conoció “por la prensa” que el exdirector Faffe Fernando Villén, también acusado en esta causa, había usado la tarjeta de la entidad pública que presidía para pagar gastos en prostíbulos, extremo reconocido por el propio Villén, precisando que aquello ocurrió en “diez ocasiones” de los “más de 2.700 días” que estuvo al frente de la Faffe.
Villén, en su comparecencia como acusado el día antes de la declaración de Valls, defendía no obstante que en todo momento supo que por todos aquellos usos “indebidos” de la tarjeta para gastos “injustificables” en próstíbulos, “tenía que devolver” el dinero a la Faffe, extremo que según sus palabras hizo “siempre”, con la “reposición del gasto” de la tarjeta aportando su propio dinero para ello, según sus palabras.
Ana Valls ha manifestado que antes de que estas prácticas trascendiesen a los medios de comunicación, no sabía “nada” de tales gastos, asegurando que sintió “un gran bochorno” al igual que el resto de la plantilla de la Faffe. “Él no hizo un buen uso de la tarjeta”, ha lamentado.
Al respecto, ha defendido que ella, como directora económica financiera de la entidad, “no contabilizaba” al detalle toda la gestión de la Faffe, que según ha esgrimido tramitaba unas “100.000 facturas” al año, alegando que contaba con un departamento de unas 14 personas.
LA “OBLIGACIÓN” DE VILLÉN
La acusada ha explicado, en ese sentido, que Fernando Villén tenía la “obligación de compensar” con su dinero los cargos de índole personal que hiciese a la tarjeta de empresa de la Faffe “y así lo hizo en todas las ocasiones”, alegando que su “trabajo” consistía en asegurarse de que Villén formalizase las “devoluciones” de gastos personales cargados a la tarjeta de empresa y que las cuentas de la misma fuesen “acordes” a la contabilidad de la entidad pública.
Y es que según ha defendido, como responsable de la contabilidad, “jamás hubiese permitido que un gasto personal” hubiese acabado finalmente repercutido en las cuentas de la Faffe.
El fiscal Fernando Soto le ha preguntado especialmente por 14.737 euros cargados a la mencionada tarjeta la noche del 22 al 23 de marzo de 2010 con 15 pagos diferenciados, extremo tras el cual Fernando Villén entregó una suma similar en efectivo a su chófer oficial de la Faffe para que este pagase al responsable del club de alterne Don Ángelo de Sevilla capital, a cuenta de una incidencia con la tarjeta.
Según ha narrado, Fernando Villén contactó con ella en horas de oficina y le comunicó que había “sucedido un cargo” en la tarjeta que no creía haber realizado él, mencionando que quizá le hubiesen “sustraído” la tarjeta o “distraído” la misma para pagar en su nombre, toda vez que el día previo, el exdirector de la Faffe manifestaba que en un próstíbulo “uno toma copas y eso afecta a las facultades”.
EL “TOPE” MÁXIMO DE LA TARJETA
Ana Valls ha asegurado que Villén no le precisó que los cargos ascendían a 14.737 euros, sino que habló de unos “10.000 euros” aproximadamente, extremo que ya le dejó “descuadrada” porque se suponía que la tarjeta tenía un “tope” máximo de gasto de 3.000 euros al día.
Al punto, y a preguntas del fiscal, ha asegurado que no preguntó a Villén cómo había sido gastada una suma tan elevada de dinero en una sola noche. “No procedía que le preguntase”, ha asegurado. Sí ha reconocido que pensó: “Dios mío, en qué se lo habrá gastado”, imaginando según sus palabras que quizá ese gasto de más de 10.000 euros podría haberlo hecho Villén “tomando copas con amigos”.
Respecto al episodio de los 14.737 euros entregados en efectivo por Villén a su chófer para que este pagase en metálico al responsable del club de alterne Don Ángelo, dinero que según Villén obtuvo de un “préstamo” solicitado a un amigo, Ana Valls ha explicado en un lapso de unos “dos días” el entonces director de la Faffe le comunicó que aquel gasto “ya estaba anulado” de la tarjeta y resuelto, con lo que ella dio “por zanjado” el asunto. “Estaba hecha la devolución y compensado lo gastado”, se ha encogido de hombros.
SIN RECODAR A DÓNDE FUE EL DINERO
Es más, ha negado que su cobro de dos cheques bancarios por valor de 6.300 euros en esas mismas fechas tenga conexión con el dinero en efectivo pagado al dueño del club de alterne. “Me parece una locura”, ha dicho sobre tal planteamiento, alegando en paralelo que no recuerda qué destino tuvo el dinero de aquellos cheques e imaginando que quizá fuese entregado después en la “tesorería” de la Faffe por su relación con “algún proyecto”.
El fiscal Fernando Soto le ha preguntado igualmente por el gasto de 2.591 euros en un almuerzo de la plantilla en la caseta de UGT de la Feria de Sevilla de 2008 con cargo a la Faffe, explicando que aquella comida de Feria fue idea de Villén y que ella misma asistió al ágape.
“EN LA FERIA HAY QUE PAGAR EN CASH”
Ha precisado que para la ocasión, tras descartar recurrir a fondos de una ayuda autonómica, fue acordada una extracción “extraordinaria” de cheque por caja por valor de 2.000 euros porque “en la Feria hay que pagar en cash” y que la secretaria de Villén era quien portó el dinero, con el cual fueron siendo pagados los “tiques” generados a lo largo del almuerzo, en el cual incluso “se sobrepasó el importe” inicial de 2.000 euros y después fue necesario saldar una deuda de más de 500 euros “con el casetero”. “La caja se liquidó después”, ha dicho.
En cualquier caso, ha asegurado que Fernando Villén, como director general de la Faffe, “era quien autorizaba los gastos”, insistiendo en que las “devoluciones” de Villén respecto a sus gastos personales con la tarjeta de la Faffe “están anotadas en la contabilidad”, mientras el fiscal Fernando Soto le ha reprochado la ausencia de documentación sobre los “motivos o justificaciones” de los “anticipos” de Villén con cargo a la tarjeta y la ausencia en la “caja” de diferentes supuestas devoluciones.
Así, Ana Valls ha concluido que ella trabajaba como “una técnica” ante su jefe y que como tal tenía “límites” de actuación, argumentando que “no tenía necesidad de encubrir” estas prácticas ni ha sacado “ningún provecho” de todo el asunto. “Me he sentido totalmente engañada”, ha asegurado.
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