CÓRDOBA, 2 (EUROPA PRESS)
El Obispado de Córdoba ha reanudado la causa de beatificación y canonización de Sor Ana de la Cruz, lo que ha implicado que el obispo Demetrio Fernández ha nombrado a los oficiales de la investigación y ha constituido la comisión de expertos en historia y archivística en un acto en el Palacio Episcopal.
De hecho, según ha recordado la Diócesis cordobesa en una nota, fue la CLII Asamblea Ordinaria de los Obispos del Sur de España, celebrada en Córdoba a primeros de año, la que respaldó la iniciativa de Demetrio Fernández de retomar la causa de beatificación y canonización de Ana Ponce de León, Sor Ana de la Cruz, viuda de Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, IV conde de Feria, que tomó los hábitos franciscanos en el Convento de Santa Clara de Montilla y tuvo como director espiritual a San Juan de Ávila.
En febrero de este año el Dicasterio para las Causas de los Santos nombró al obispo de Córdoba actor ‘ex officio’ de la causa “sobre las virtudes y continuación de la fama de virtudes y de signos de la venerable sierva de Dios Sor Ana de la Cruz”. Entonces, Demetrio Fernández nombró al sacerdote Miguel Varona como postulador de la causa, para que intervenga ante la Diócesis y comenzara la fase diocesana.
Este mismo 29 de noviembre ha tenido lugar el mencionado nombramiento de los oficiales de la investigación en el Palacio Episcopal. De esta forma, José Manuel Alcaide Borreguero será el delegado episcopal, mientras que el promotor de Justicia será Juan Laguna Navarro, y Manuel Ángel Fernández Molina actuará como notario.
De igual forma, el obispo ha constituido una comisión de expertos en historia y archivística para recoger todos los escritos de Sor Ana de la Cruz no publicados todavía y todos los documentos históricos, tanto manuscritos, como editados, referentes en cualquier modo a la causa. Esta comisión histórica está formada por Jesús Daniel Alonso Porras, como presidente, y Carlos Jesús Gallardo Panadero y José María Muñoz Urbano como miembros de la misma, y se han comprometido todos ellos a cumplir fielmente el encargo confiado y han pedido la ayuda de Dios.
A este respecto, el obispo ha dicho que “considera oportuno recomenzar esta causa”, y ha recordado que “la fama de santidad de Sor Ana de la Cruz está demostrada en su tiempo, recogida en los escritos del Archivo Vaticano y su fama es prolongada hasta el día de hoy. La Iglesia será la que juzgue a día de hoy las virtudes heroicas de esta mujer y si, por su intersección, hace un milagro, será beatificada y canonizada”.
“Pero la causa de Sor Ana de la Cruz –ha aclarado– se reanuda, primero por ella misma, que tiene méritos acumulados, y segundo porque es discípula predilecta de San Juan de Ávila, maestro de santos”, destacando en este punto Demetrio Fernández que “los santos son contemporáneos porque están en el cielo y nosotros desde la tierra podemos aprender de ellos y recurrir a su intersección”.
BIOGRAFÍA
Ana Ponce de León, más conocida como Sor Ana de la Cruz, nació en Marchena (Sevilla) el 3 de mayo de 1527. Quedando huérfana a los tres años, fue criada y educada por su tía Mencía, de la Casa de Medina Sidonia, en la villa de Arahal (Sevilla).
En 1541 contrae matrimonio con Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, IV conde de Feria, con el que tuvo a Catalina y a Lorenzo. Al marchar su esposo hacia las campañas militares del norte de África, opta por permanecer en Osuna (Sevilla), donde residen sus tíos, los condes de Ureña. A su regreso, en 1545, se trasladaron a Montilla (Córdoba).
Durante los primeros años de matrimonio vivieron con ostentación, lo cual sería más tarde reprendido por el que sería su confesor y director espiritual, San Juan de Ávila. Tal fue el impacto recibido que decidió, desde entonces, llevar una vida de gran austeridad y religiosidad.
En agosto de 1552 enviudó, quedando sola con su hija Catalina. Tal es su dolor que, con el respaldo de su confesor, decide retirarse temporalmente en el convento de Santa Clara. Transcurrido casi un año, decide tomar el hábito franciscano, pese a la negativa de su suegra, Catalina Fernández de Córdoba, II marquesa de Priego.
En 1554 ingresa como novicia y un año más tarde, el 2 de julio, profesa como monja con el nombre de Sor Ana de la Cruz. En la ceremonia de profesión fue el propio San Juan de Ávila quien se encargó de la homilía.
Nunca quiso ostentar ningún cargo de gobierno durante el tiempo que permaneció en el convento, pudiendo haberlo hecho, dada su estrecha vinculación con la familia fundadora del mismo. Este gesto de humildad, unido a sus continuas muestras de generosidad y caridad, le valió el cariño y respeto del pueblo.
El 26 de abril de 1601 falleció a la edad de 74 años, con fama de santidad y vida virtuosa como religiosa clarisa. Sus restos reposan en el coro bajo del convento.
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