JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ), 24 (EUROPA PRESS)
Las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda han anunciado su participación en un “ambicioso” proyecto internacional que busca el reconocimiento de los vinos fortificados como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
“Este esfuerzo subraya la relevancia histórica, cultural y económica de estos vinos únicos, cuya tradición y elaboración se han convertido en un emblema del patrimonio vinícola internacional”, como ha apuntado el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen de vinos de Jerez y Manzanilla en una nota.
El proyecto, liderado por una coalición de regiones productoras de vinos fortificados, incluye al Marco de Jerez y también a otros referentes internacionales como Oporto y Madeira (Portugal), Marsala (Italia) y Samos (Grecia).
Estas regiones comparten “un legado centenario” en la producción de vinos fortificados que destacan por “su calidad excepcional, métodos de elaboración únicos y su papel como puente cultural entre diferentes civilizaciones”.
En este punto, la Denominación de Origen de Jerez ha sido “pionera en la promoción de su cultura vinícola”, no solo a través de la calidad y diversidad de sus vinos, sino también mediante “su estrecha vinculación con la historia, el arte y la gastronomía”. El sistema de soleras y la crianza biológica, “procesos genuinos de la región”, son “una manifestación del conocimiento transmitido a lo largo de generaciones y representan un claro ejemplo de cómo la tradición y la innovación pueden coexistir”.
César Saldaña, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Jerez, se ha mostrado convencido de que esta coalición internacional de vinos singulares y el reconocimiento de la Unesco “constituirán un paso decisivo para preservar y difundir la riqueza cultural asociada a los vinos fortificados”, entendiendo que este patrimonio “no solo pertenece a las regiones productoras, sino que es un legado de toda la humanidad”.
El reconocimiento por parte de la Unesco supondría “un impulso significativo” para la visibilidad internacional de los vinos fortificados y sus regiones de origen, así como para la promoción del enoturismo sostenible. Además, contribuiría a la protección de los conocimientos, tradiciones y prácticas que dan vida a estas “joyas enológicas frente a los desafíos contemporáneos”, como el cambio climático y las transformaciones económicas globales.
Una iniciativa que además debe ayudar a “redescubrir la contemporaneidad de estos vinos, especialmente entre las generaciones más jóvenes”.
El expediente de candidatura, que será presentado en los próximos meses, destacará aspectos como “la singularidad de los métodos de elaboración, su vínculo con el desarrollo rural sostenido, la fijación de población al territorio local y su capacidad de conectar culturas a través de la gastronomía, la tradición y la historia”.
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