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Intervención del Presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández

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XXXIV Gala del Deporte

La gala del deporte vuelve a reunirnos en equipo un año más. De nuevo tengo la suerte de participar en este acto, de estar concentrado con los mejores. Por lo tanto, conste en primer lugar mi agradecimiento por su invitación. No obstante, debo señalar una diferencia con respecto a las convocatorias anteriores: en esta ocasión soy yo quien está corriendo por la banda, calentando y haciendo estiramientos, pero no precisamente para entrar, sino para salir del campo. Estoy haciendo referencia a que en menos de seis meses habrá un campeonato –llamémosle competición electoral- al que ya no concurriré. Cuelgo las botas, que se dice. La consecuencia inevitable es que abandonaré la Presidencia y, por tanto, también dejaré de estar disponible para las próximas ediciones. Eso me da pie a enhebrar una reflexión que quiero compartir con ustedes. Pienso que el deporte ha desbordado los límites del terreno de juego. Los ha rebasado en todos los sentidos. No es una afición reducida a un grupo de población determinado, como ocurría hasta hace muy poco tiempo. Para explicarme mejor, acudo al tópico: ya no se trata de una práctica de hombres jóvenes en plenitud de facultades. Antes, la dicotomía resultaba obvia: de un lado, un pequeño colectivo de practicantes; de otro, el resto de la sociedad, que se dedicaba a aplaudirles o ignorarles. Una minoría deportista, activa, frente a una inmensa mayoría espectadora, pasiva. Es una dicotomía resumida a brochazos, pero así se entiende mejor. Contra ese pasado, ¿quién hace deporte hoy en día? Jóvenes y mayores, mujeres y hombres, personas con ý sin discapacidad, en zonas rurales y en el corazón mismo de las ciudades, incluso a trote nocturno por las montañas con una linterna en la frente. Las disciplinas son variopintas y abarcan, qué sé yo, desde el baloncesto al bádminton , pasando por la cada vez más habitual caminata con bastones, eso que se llama marcha nórdica aunque se practique en la playa en agosto y con bañador. Un profesional de la salud pública me reprendería con objeciones. Diría que aún hay muchas personas sedentarias, que la obesidad va en aumento y que, por tanto, cuidado con lanzar las campanas al vuelo, que aún queda mucha actividad física por promover. De acuerdo, sin duda falta un trecho largo, pero ese es el rumbo que debemos tomar y que estamos tomando. Por ahí va precisamente el proyecto de ley del Deporte que hemos aprobado este mismo mes, que eleva el deporte a práctica de interés general y que lo considera un motor de desarrollo turístico y económico. Sería bueno que esta iniciativa se tramitase cuanto antes y que fuese aprobada por el parlamento antes del término del mandato para que Asturias cuente con una adecuada y actualizada legislación deportiva. Pero no he venido aquí a hablarles de mi libro. Ni de mi libro ni de nuestra ley, no se preocupen. Ya he dicho lo suficiente sobre el proyecto. Además, si insisto no sólo les aburro a ustedes, sino que corro el riesgo de provocar el efecto contrario (a estas alturas les puedo revelar que a veces en la política hay que recurrir a la psicología inversa, como con los niños: decir que algo no debe hacerse para conseguir que se haga). En cualquier caso, quiero ir a parar a otro lado. Esa realidad nueva y amplia de la actividad física y del deporte en toda la sociedad que tenemos en Asturias es propia de las sociedades desarrolladas. Es fácil de entender que sólo en países con alta esperanza de vida, donde se han hecho conquistas a favor de la igualdad de la mujer y en los que existe una mínima potencia económica se dan las condiciones necesarias para ello. Por desgracia, en la mayor parte del planeta este es un horizonte inalcanzable. O se lucha por la supervivencia o el sometimiento de la mujer es un imperativo legal y religioso o hay tal carencia de recursos que resulta un imposible. O incluso las tres cosas a la vez. Conviene hacer una precisión importante. A esta meta no se llega exclusivamente gracias al crecimiento económico, es necesario también un modelo de sociedad que –por ceñirme sólo a un aspecto de los que he citado- tenga muy en cuenta la necesidad de continuar avanzando en la conquista de la igualdad. En Asturias lo tenemos. Llevamos décadas trabajando en la misma dirección. No obstante, consideremos también que no toda la responsabilidad recae sobre la Administración. El papel de los medios de comunicación es fundamental. Por si alguien en esta sala no se da por aludido, lo repito: a los medios les corresponde un papel básico, tienen que bajar al campo y mojarse en este partido para dar mucha más cancha al deporte femenino. Y harían bien en apurar, porque la presencia de la mujer en el podio informativo es imparable. También hace falta otro requisito muy importante: un espejo en el que mirarse. Eso es, precisamente, lo que nos ofrece este acto: una galería de ejemplos de entusiasmo, superación y de esfuerzo. No les puedo glosar a todos, pero les recomiendo que si tienen oportunidad se fijen en cómo celebra sus tantos Sara Lolo, elegida la mejor deportista. Su alegría y su fuerza son una excelente invitación para la práctica deportiva. O reparen en la voluntad de Rubén Martínez, galardonado con el trofeo al deporte adaptado, esas ganas que le llevaron a darle vueltas al manillar de la bicicleta para dar con la manera de manejarlo con mayor soltura. O seguro que Toña Is, mejor entrenadora, podría relatarnos cómo se ha ido disolviendo aquel club estrictamente masculino que era hace décadas el mundo del fútbol. A Sara, Rubén y Toña y a todos vosotros, más o menos renombrados o veteranos, muchas gracias. Gracias a Pablo Carreño, Alberto Contador, Juan Mata, Michu, al equipo Hostelcur y la Federación de Piragüismo, a José Antonio Soberón, María López, Pelayo Roza y Beatriz Martínez Sordo. A todos, enhorabuena por vuestros premios y gracias porque sois el ejemplo de esta sociedad nueva, más dinámica y abierta. Gracias también a los organizadores de esta Gala del Deporte porque hoy, y por última vez, me habéis dado la oportunidad de acompañar al equipo de los mejores. Muchas gracias.


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