MADRID, 15 (SERVIMEDIA)
Una decena de alumnos de entre los 18 y los 20 años estudian un programa profesional en Operaciones Básicas de Cocina. Se trata de una Formación Profesional que dura dos cursos y en la que los conocimientos teóricos en áreas como clasificación y conservación de alimentos se unen a horas de práctica, aprendiendo las técnicas básicas de la cocina.
La formación, impartida en el Colegio María Corredentora de Madrid, se completa con las horas de prácticas que realizarán en el segundo curso y que están pensadas para que sea una puerta a la inserción laboral de los alumnos.
El tutor de la clase, Isaac Gonzalez, apuntó a Servimedia que el taller se puede ajustar a los diferentes perfiles de los alumnos de cara a una posterior inclusión sociolaboral. “Hay alumnos que se sienten más cómodos en la cocina, otros prefieren el trato con el público, la Hostelería es un mundo muy amplio y puede haber sitio para todos”, dijo.
Claudia, Eduardo, Pablo, Tato, Gonzalo, María, Sofía, Chisco y María T, acompañados de sus tutores Isaac González y Leticia de Pablo, han demostrado recientemente en una exhibición pública todo lo aprendido en estos meses y el futuro que tienen por delante en el mundo de la hostelería si alguien les da una oportunidad.
El acto estuvo presidido por la chef Samantha Vallejo-Nágera, quien insistió en que “este es un tema muy serio”. “Las personas con discapacidad intelectual ya están en las cocinas, pero queremos más, queremos formarlas para hacer que las labores que se hacen día a día en centros de producción, cafeterías y restaurantes y que ellos pueden hacer perfectamente”, indicó.
La acompañó la chef Beatriz Garaizabal, que este curso ha participado en varias formaciones con los alumnos de esta primera promoción del programa profesional y que seguirá haciéndolo en las próximas semanas.
Isaac González explicó que el centro ya está trabajando en garantizar prácticas a estos alumnos tan ilusionados con los fogones. “Estamos en contacto con varias empresas. Afortunadamente, la sociedad está cada vez más sensibilizada hacia la inclusión de las personas con discapacidad”, indicó el docente de cara a las 160 horas de prácticas empresariales que tendrán que hacer sus nueve alumnos el próximo curso.
Hasta entonces, los jóvenes, mayoritariamente con síndrome de Down, se esforzarán en sus clases de cocina, que arrancan cada semana “desde que se hace la compra en un supermercado” y continúan en los días posteriores en la producción de platos. Las elaboraciones se distribuyen con éxito entre el personal del centro, que disfruta de las “palomitas de pollo, menestra de verduras, legumbres, patatas guisadas y dulces” que cocinan los aspirantes a chef.
RESULTADOS FANTÁSTICOS
Esta propuesta de cocina complementa otras líneas de Formación Profesional que ya ofertaba el centro, una de comercio y otra de administración. Pero el éxito que tuvo la escuela de cocina ‘Menudo sabor’, con una hora y media semanal, llevó a la institución a tramitar con la Comunidad de Madrid una formación profesional más amplia. “Tenía resultados fantásticos y el aprendizaje era muy efectivo, por lo que pensamos que era buena idea ampliar esa formación”, reconoció el docente a Servimedia.
El tutor también presume de que sus alumnos “suelen ser bastante disciplinados” y que cada clase arranca poniéndose el uniforme y lavándose las manos. Luego llegan el acopio de materias primas, pesar y medir los ingredientes y seguir los pasos de la receta. “Lo que más les cuesta es recoger y limpiar la cocina para el día siguiente”, ironizó.
Los frutos de esta formación a alumnos con discapacidad también se perciben en su entorno. “Las familias están muy contentas, están viendo un resultado muy evidente. El aprendizaje no sólo está enfocado a la vida profesional también a la vida personal para todos”, añadió el profesor.
“Independiente o no de tener una discapacidad intelectual estas nociones ayudan a todo el mundo a que la cocina no sea un espacio hostil”, ámbito que considera muy amigable para sus aventajados alumnos. “A todos se les ve madera”, aunque, matizó, unos tienen perfiles más sociales y “de cara al público” y otros de trabajo en equipo “con tareas más secuenciadas y rutinarias”. “Nos sentimos muy orgullosos de ellos. El curso les está aportando muchísimo, se sienten activos y miembros de la sociedad”, zanjó.
Esta sensación la corrobora Claudia, que explica a Servimedia que es una apasionada de cocinar espaguetis con tomate. Cree que Isaac es “muy bueno” como profesor y está encantada con “trabajar en equipo”. La estudiante sueña con trabajar profesionalmente en la cocina: “En un catering”. Dice que le gusta “hacer de todo”, pero también estar “en público”. Asimismo, explica que lo que aprende en clase lo practica en casa, como hace con su tío Jesús, con quien le gusta compartir recetas como la de los huevos rellenos.
- Te recomendamos -