
VALÈNCIA, 14 (EUROPA PRESS)
Personal investigador de la Universitat de València y de la Universitat de Barcelona ha elaborado uno de los primeros estudios científicos, que, con el ejemplo de la dana de València de octubre de 2024, ofrece directrices para las prácticas educativas en intervenciones ante desastres naturales, situaciones en que la resiliencia es “clave”.
Publicado en la revista ‘Sustainability’, el trabajo describe seis tipos de acciones cocreadoras con profesorado de 18 centros de enseñanza infantil, primaria y educación especial de las zonas más afectadas.
“Actuamos desde el primer momento después de la dana, impulsando actuaciones preventivas desde las escuelas para que se fortaleciera la solidaridad y el apoyo en las comunidades educativas, para evitar el aumento de la violencia, el racismo, la desvinculación educativa, con todas las consecuencias que comporta, así como la pérdida de sentido entre las personas afectadas”, explica la profesora del Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación de la Universitat de València y primera firmante del trabajo, Esther Roca.
Así, en ocho de los centros se mapeó cada comunidad educativa, es decir, se intentó localizar la totalidad del alumnado y de los miembros de la comunidad, como paso previo para conocer sus necesidades. Un centro construyó una red con el lema ‘Construimos una red solidaria, juntos, nadie está solo’, dirigida a personas que habían perdido la casa o personas que necesitaban compartir sentimientos o preocupaciones.
El equipo de la Universitat de València, formado por profesorado de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación y del grupo de investigación White Rose (Impacto Social de la Educación, Feminismo, Masculinidades y Superación de la Violencia de género) explica que fue “clave la construcción de entornos óptimos de aprendizaje, bien en escuelas totalmente destruidas que pudieran funcionar en línea o en otros espacios, en centros parcialmente afectados o desde escuelas que se convirtieron en anfitrionas de estudiantado desplazado”.
“RECONECTAR” EL ALUMNADO
Así, el estudio remarca la importancia de “reconectar” el alumnado, aunque fuera en línea, y cita como ejemplos el caso de alumnos con necesidades especiales o la creación de bibliotecas como espacio comunitario y de trabajo.
La investigación también explica que se crearon espacios para dialogar y expresar sentimientos, miedos o recuerdos relacionados con la dana y redes de solidaridad. Así, se identificaron las necesidades del estudiantado y de sus familias, y se organizaron grupos para ofrecer ayuda emocional o limpiar espacios. Se explica cómo el apoyo colectivo permitió a una profesora superar el coste físico y emocional del liderazgo tras la barrancada.
Además, el equipo investigador insiste en la necesidad de preservar las redes libres de violencia, así como el apoyo específico a grupos vulnerables. En el primer caso, especialmente en las escuelas de acogida, se remarca la importancia de haber creado entornos seguros que fomentaron lazos de amistad, acción con la cual se mitigó la potencial vulnerabilidad y la exposición a la violencia, y a la vez se contribuyó a evitar problemas de salud mental tras el desastre.
COLECTIVOS VULNERABLES
En el caso de los colectivos vulnerables, se prestó especial atención al personal con diversidad funcional, las minorías étnicas y las personas en situación de pobreza.
El equipo científico ha analizado el proceso de cocreación de estas seis acciones desarrolladas entre personal investigador y profesorado a través de la metodología de investigación comunicativa, con seis grupos dirigidos, una tertulia científica y la aplicación WhatsApp, en un total de 34 personas entre profesorado y miembros de las comunidades educativas
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