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Una paciente de Covid persistente relata su calvario tras cinco años de síntomas crónicos

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MADRID, 14 (EUROPA PRESS)

Pepa Recuero, paciente con COVID persistente, ha narrado en primera persona su dramática experiencia con la enfermedad, que ha transformado completamente su vida desde hace cinco años. “Yo antes era una persona muy activa, con mucha vitalidad, madre de tres hijas, profesora de un centro de educación especial”, cuenta.

En declaraciones a Europa Press Televisión, ha explicado cómo su vida ha cambiado radicalmente, pasando de ser una profesora activa que llevaba la ecoescuela de su centro y realizaba excursiones a la montaña, a necesitar apoyo para caminar. “He vivido el convertirme en el otro lado. De atender a personas con discapacidad a convertirme en una persona con discapacidad”, ha señalado.

La afectada ha detallado los múltiples síntomas que ha padecido durante este tiempo, desde fiebre a hipotermias llegando incluso a momentos en los que su temperatura corporal descendía hasta los 34 grados. “Pensé que se había estropeado el termómetro”, ha relatado.

Entre sus principales secuelas, Pepa ha señalado problemas neurológicos como pérdida de memoria. “No encontraba vocabulario, confundía vocabulario y número”. Estos síntomas le han impedido continuar con su vida normal, teniendo que depender actualmente de familiares y amigos para sus desplazamientos.

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La docente ha destacado la importancia de la resiliencia y el humor en su proceso. “Me he reído de mi sombra”, ha manifestado, subrayando cómo el apoyo social y familiar ha sido fundamental para sobrellevar una situación “compleja” que la ha llevado a una “catarsis total” en su vida.

En cuanto a los desafíos laborales y médicos que ha enfrentado Pepa ha explicado que lleva cotizando a la Seguridad Social desde los 21 años y ahora lleva 16 meses “sin cobrar nada”, ya que actualmente se encuentra en situación de excedencia.

En este sentido ha explicado que su condición le ha impedido trabajar con normalidad, llegando a perder 18 kilos y experimentando síntomas como adormecimientos corporales y alteraciones cardíacas. “Después de recibir una carta para incorporarme, se me durmió media cabeza”, ha manifestado, subrayando la complejidad de una enfermedad que considera “invisible” para muchos profesionales sanitarios y para la sociedad en general.

Pepa ha denunciado la falta de comprensión institucional, señalando que ha pasado cinco veces por tribunal médico y ha tenido que aportar numerosa documentación. “Ningún médico me ha dado nunca el alta, de hecho me empezaron a hablar de incapacidad”, ha declarado, evidenciando los obstáculos burocráticos para el reconocimiento de su situación.

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La paciente ha explicado la necesidad de una adaptación real en los puestos de trabajo, “con una reducción de horario, pero que esté compensado económicamente”. Ha destacado que “no todo el mundo puede sostener una excedencia o una reducción de jornada” y ha subrayado que tras una baja prolongada debería existir un proceso gradual de reintegración.

En este sentido, ha querido resaltar la importancia del reconocimiento de esta enfermedad como una patología crónica y compleja, “un paso adelante” tras el reconocimiento inicial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y posteriormente por parte del sistema sanitario español.

Además, Pepa ha destacado la importancia del apoyo psicológico. “Hace falta también mucho apoyo psicológico, porque realmente nos hace falta sostener un cuerpo enfermo que da error por tantos lugares”, ha explicado, detallando complicaciones digestivas, intolerancias alimentarias y problemas cognitivos.

Sin embargo, ha denunciado el estigma que sufren los pacientes, especialmente las mujeres, que representan entre el 70 y 80 por ciento de los afectados, y ha destacado la importancia de asociarse para visibilizar la problemática: “Es muy importante juntarte, asociarte y compartir esas dificultades del día a día” para conseguir apoyo social e impulsar la investigación.

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Entre sus principales reivindicaciones, ha destacado la necesidad de un registro de pacientes, acceso a tratamientos virales, apoyo a la investigación y adaptación de los puestos de trabajo, insistiendo en que “es fundamental que siga habiendo apoyo económico para seguir manteniendo esa investigación” y animando a otros pacientes a asociarse para conseguir un mayor reconocimiento social.

A pesar de las dificultades, Pepa mantiene una actitud esperanzadora. “Prefiero pensar en lo que sí puedo hacer cada día y estar satisfecha de haber hecho un montón de cosas antes de enfermar”, ha concluido, manifestando su deseo de ser lo más autónoma posible y participar en estudios que ayuden a comprender mejor esta enfermedad.


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