MADRID, 05 (SERVIMEDIA)
La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que lidera José María Aznar, respondió este miércoles al Gobierno de Pedro Sánchez que su pacto con Junts para delegar las competencias de inmigración a la Generalitat de Cataluña se parece a los pactos del Majestic de PP y Convergència lo mismo que “el huevo y la castaña”.
De hecho, así se titula el último editorial de la organización que dirige el expresidente del Gobierno del PP, que sale a intentar defender su legado político centrando el tiro en la ministra Elma Saiz, a la que compadece con sorna por “el papelón” de “justificar la última mordida de Junts” en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros tras negar “setenta veces siete” la transferencia de competencias sobre inmigración”.
Por un lado, la publicación recrimina a Pedro Sánchez que “la zafiedad con que el Gobierno fabrica trolas exculpatorias va más allá de lo insultante”, y que lleva mintiendo a los españoles como “quien habla para lerdos” desde hace “mucho tiempo”. Y por otro, remarca que “la bola del Majestic”, el comparar los pactos de Aznar con los de PSOE y Junts, es “de las gordas”, del “tamaño de un hotel de lujo” como en el que “los socialistas suelen bunkerizarse cuando se les pilla con el culo al aire o moviéndolo a traición”.
En su comparecencia ante los medios, Saiz recordó que Aznar, para garantizarse su investidura en 1996, acordó con Jordi Pujol, entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, la transferencia de Tráfico, el traspaso del 30% del IRPF, la gestión directa de puertos y la ordenación del litoral. “Lo que es inconcebible es que el señor Aznar califique ese acuerdo como bueno porque lo suscribe el PP y, sin embargo, cuando el PSOE alcanza acuerdos en ese sentido, se refiere a ellos como que rompen España”, apostilló ayer martes.
Y Aznar, a través de su fundación, respondió con dureza en menos de 24 horas y acusó al Gobierno de “hacer pasar como idénticos un huevo y una castaña”. “Y no hay identidad, similitud ni remota afinidad en el cómo, ni en el qué, ni en el quién, ni en el cuándo ni en el porqué de una cosa y otra”, continúa el escrito que defiende la postura del expresidente del Gobierno en 1996.
FAES ADUCE LAS DIFERENCIAS
En este sentido, el editorial argumenta que Aznar negoció los términos del apoyo de Convergència “antes de su investidura y de una vez” en “un hotel de Barcelona”, y “no a plazos y permanentemente” fuera de España. Y también que “plasmó” lo firmado “en un documento público y detallado” sin mediadores internacionales expertos en “guerrillas tercermundistas” ni “cesiones inconstitucionales a ningún partido secesionista regalándole la estabilidad de la legislatura”.
Otra de las diferencias sustanciales que relata FAES es que Aznar negoció con un partido nacionalista “que aceptaba el Estatuto de autonomía sin proponer su reforma, y sin rebasar en nada el perímetro constitucional”. “Nunca hubo controversia constitucional en lo suscrito. No pactó con sediciosos ni malversadores contumaces. No pactó al año siguiente de haber tenido lugar un golpe a la Constitución con los autores del mismo, conjurados para repetirlo. Por eso pudo gobernar la nación sin pedir permiso a los enemigos de la nación”, esgrime.
Además, el editorial remarca que el contenido fiscal de los acuerdos de 1996 fueron unas bases para la reforma del modelo de financiación autonómica que, poco después, sería aprobado por todas las comunidades por unanimidad. Nada que ver, consideran, con “entregar las fronteras del Estado a quienes declaran explícitamente su intención de alterarlas y han dado muestras sobradas de sinceridad en su empeño”.
En último lugar, la fundación presidida por Aznar recuerda que los pactos del Majestic se suscribieron cuando el PP ganó las elecciones y, sin tener mayoría parlamentaria, “tenía muy claro que su socio “constituyente” era el otro partido de Estado, el pilar izquierdo del sistema constitucional”.
“No fueron Aznar ni el PP quienes, desde 2004, decidieron desentenderse de la Transición. No fue Aznar quien buscó en los nacionalistas socios constituyentes para algo más que para compartir un programa –nacional– de gobierno. En 1996 se negociaban traspasos; ahora se negocia el Estado”, concluye el escrito.
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