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Afirma que ha querido “hacer una película de pueblo sin prejuicios ni condescendencia”
CUENCA, 2 (EUROPA PRESS)
Fantasmas que dan las buenas noches, que se enfadan y que van a hablar con las vecinas. Personas vivas que fantasean con su entierro, que se esfuerzan por ser poseídas y que no se inmutan ante una visita sobrenatural. Son algunos de los personajes que conforman ‘Bodegón con fantasmas’, ópera prima de Enrique Buleo, que encara su tercera semana resistiendo en un puñado de salas de cine.
Al director y guionista procedente de Villanueva de la Jara (Cuenca) le gusta “retratar asuntos dolorosos y difíciles, pero dándoles un punto de comedia que los hace amables y más abordables”, lo que le animó a “hacer esta película, cuya intención era borrar la línea que separa la vida de la muerte”.
Una línea que en los pueblos de La Mancha es más bien difusa –“los muertos se han seguido velando en las casas hasta hace poco, lo que convierte la relación con la muerte en muy cercana y natural”– y que explora desde ese humor “que mezcla lo absurdo y lo macabro dicho de manera hierática, que es algo muy manchego”.
El cineasta asevera haber pasado buena parte de su vida “sin experimentar la muerte cerca, y las que vivía eran de gente mayor para las que estás más preparado”.
Pero una concatenación de “muertes de gente más joven, de amigos”, le llevó “a escribir historias sobre el final de la vida y lo fantasmal”. “De ahí surge la necesidad de hacer esta película, que me ha permitido hablar sobre morirse de una manera que no me doliera tanto”.
El giro cómico es que, en el largometraje, “para bien o para mal la muerte no es el final”. “Igual para mal, porque ni siquiera es el final de nuestros problemas”.
CINCO ESTAMPAS
Cinco estampas conforman este largometraje con espíritu de pueblo –su rodaje sumó a Villanueva de la Jara localidades cercanas como Casasimarro, Iniesta, El Picazo y El Peral–, aunque Buleo reivindica que no hay “tantas diferencias entre entornos urbanos y rurales”.
En los coloquios que ha hecho acompañando el estreno, asegura que “mucha gente me decía ‘en los pueblos la gente está muy sola’, a lo que yo respondo ‘¿y en las ciudades no?'”.
Una apuesta lejos de tópicos en la que tuvo “mucho cuidado es en no caer en la parodia” que suele aparecer cuando se juntan comedia y entornos rurales: “En propuestas similares a veces he notado cierto esnobismo, algo de condescendencia”. Por eso procuró ser respetuoso “a la hora de retratar las creencias de la gente de los pueblos”, por excéntricas que puedan parecer. “Ojalá yo fuera tan poco patético como son mis personajes, yo soy mucho peor”, comenta divertido.
Para las personas que se hayan criado en lugares pequeños, el acercamiento de la cinta a lo fantasmagórico resultará de lo más cotidiano. El propio Buleo reconoce haber “vivido todo lo relacionado con fantasmas, apariciones o curanderos con total naturalidad”, y pone un ejemplo: “En mi pueblo existe la figura de la pantasma, que era una persona que se echaba una sábana por encima para tener relaciones extramatrimoniales o ir a algún sitio que no estaba bien visto, aprovechando que de noche la gente no solía salir a la calle y la creencia en los fantasmas. Esa figura siempre me ha fascinado”.
Para encarnar a sus personajes, el jareño ha seleccionado una combinación de actores profesionales e intérpretes naturales –personas sin demasiada experiencia previa– y casi todos por encima de los 60 años.
“No me interesa nada la gente joven –sentencia–. No tengo ninguna intención de reivindicar la vejez, pero para mí es natural sentir empatía e interés con la gente mayor, que normalmente es más auténtica y ya no lleva ninguna máscara”.
Así, prefiere poner el foco en personas que han pasado “por todo tipo de situaciones y son capaces de reírse de sí mismos y de la vida”. Este punto de vista hace que ‘Bodegón con fantasmas’ tenga un plantel de protagonistas muy alejado de lo habitual.
“No hay una declaración de intenciones de incluir a gente que se suele quedar fuera de la pantalla, pero si encima lo he podido hacer, pues genial”, asegura, y añade que “los actores y actrices que protagonizan casi todo el cine español no me resultan creíbles. “¿De verdad todo el mundo es tan guapo? Yo diría que es más bien al revés, esta gente es la excepción”.
Para los intérpretes naturales, el también músico contó con algunos de los que ya conocía en sus cortometrajes previos, entre los que los fans del grupo Ojete Calor reconocerán a Pepa Cortijo, la Maribel del videoclip ‘Qué bien tan mal’.
Además, para la película se hizo “un casting por toda la Manchuela al que se presentó mucha gente”. “Quería personas que no tuvieran que hacer un gran esfuerzo para meterse en el papel, con físicos y rictus similares al personaje”.
Una decisión que puede parecer arriesgada, porque “a un actor natural no le puedes pedir que tenga muchos registros”, reconoce, “pero a nivel de naturalidad, no hay nadie que lo iguale”.
Con su ópera prima, estrenada el pasado 7 de febrero, Buleo “buscaba hacer la mejor película posible, más allá de la taquilla”. “No creo que los resultados de taquilla definan la calidad de las películas”, apunta.
INDUSTRIA MANCHEGA
Su mayor satisfacción es “haber podido mantener el espíritu con el que nació esta peli, no al cien por cien, porque siempre hay que hacer concesiones, pero digamos que a un 85%”. Siendo un director novel, confiesa que “eso no era fácil”, así que está “contento”.
Para levantar el proyecto, han contado con “mucho apoyo desde la Consejería de Cultura y de Turismo, desde la Televisión de Castilla-La Mancha y desde el festival Abycine de Albacete, que fue clave”, rememora.
Aunque en ese sentido el cineasta no tiene “ninguna queja”, cree que todavía estamos lejos de contar con una auténtica industria manchega. “El cine es una disciplina muy cara que necesita de muchos apoyos. Las instituciones están despertando, pero de momento no podemos hablar de un cine manchego. Quizás dentro de unos años”.
‘Bodegón con fantasmas’, que pasó por la última edición del Festival de Sitges, puede ser un paso adelante en ese camino, aunque haya costado un esfuerzo “hercúleo”.
A hechos consumados, el jareño cree que “lo más difícil ha sido convencer a la gente que tenía que apoyar el proyecto de que no era tan extraño para que no pudiera atraer a la gente”.
Una película episódica, sin actores conocidos, “comedia pero seca, sobria, macabra”. “Parecía que teníamos todo en contra. Convencer a quienes tenían que trabajar en el proyecto o financiarlo ha sido muy complejo, me lo he tenido que pelear hasta el último segundo”.
La mayor satisfacción del cineasta consistirá en que el espectador entienda que su debut “no es una comedia ligera y ya está”. “He intentado hablar de cosas dolorosas y complicadas, del lado menos amable del ser humano”.
Además, cree que la cinta “ofrece un retrato diferente de una parte de España”. “Ocurre en un pueblo que no está mirado ni con prejuicios ni con recelo ni con condescendencia, sino a su misma altura”, por lo que, concluye satisfecho, “no es una caricatura”.
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