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El Museo de Zaragoza comienza la restauración de piezas orientales y occidentales utilizando el bastidor de tensado japonés karibari

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ZARAGOZA, 26 (EUROPA PRESS)

Las conservadoras-restauradoras Sayuri Pompa Fujimura y Nerea Diez de Pinos López han presentado este miércoles el trabajo de restauración de obra de la colección del Museo de Zaragoza que están llevando a cabo con el bastidor de tensado japonés karibari. Han comenzado a implementar esta técnica con la obra oriental, aunque a final de año continuarán con occidental, lo que permitirá tensar piezas de gran formato y “respetar su espíritu original”.

El pasado mes de diciembre, las restauradoras elaboraron dos karibari, “pegado temporal” en japonés, usados tradicionalmente en Japón por los ‘hyogushi’, artesanos o restauradores de biombos y ‘kakejikus’ –pinturas o caligrafías en formato rollo colgante–.

Son “dos bastidores de tensado tradicionales de Japón y se trabaja con obra sobre papel o seda que necesita ser tensada en varios momentos del proceso de creación y de intervención”, ha explicado la conservadora-restauradora de arte y especialista en hyogu –kakejikus y biombos japoneses–, Sayuri Pompa Fujimura.

La particular estructura interna del karibari, muy similar a la de un biombo, permite tensar con gran eficacia y homogénea. Es respetuosa en papeles y textiles laminados en un proceso húmedo. El laminado, conocido en Japón como ‘urauchi’, consiste en la adhesión de un papel –habitualmente papel japonés washi– con engrudo de almidón de trigo, que aporta soporte y estructura al material, proceso es clave para la integridad de los elementos que conforman los ‘kakejiku’ y biombos.

En las últimas décadas se han introducido técnicas tradicionales de restauración japonesas como el uso del papel washi o el tensado con karibari en estudios de conservación y restauración de obra gráfica occidentales, que han adoptado estos procedimientos tanto para la intervención de obra asiática como occidental.

RESTAURACIÓN EN ZARAGOZA

El director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Pedro Olloqui, ha conocido el avance de los trabajos de restauración con los karibari que se lleva a cabo en el Museo de Zaragoza, donde ha manifestado el interés por reabrir las instalaciones al público, que cerraron a finales de 2023 por obras.

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Olloqui ha asegurado que el Museo de Zaragoza estará relacionado con el futuro Centro Goya de la plaza del Pilar, que será “una sección de este museo”. Su apertura al público dará la oportunidad de remontar la colección arqueológica y exhibir mejor la colección gótica, así como la obra del siglo XIX y, sobre todo, “pondremos de gala la colección de Extremo Oriente”.

En este punto, Pedro Olloqui se ha referido a la colaboración que existe desde la institución museística con el Gobierno de Japón, “que nos apoya con becas anuales que potencian el trabajo que aquí realizan los estudiosos y los técnicos”.

Acerca del empleo de los karibari, el director general de Cultura ha indicado: “Nos sentimos muy orgullosos de traer esa técnica de restauración japonesa para trabajar sobre la colección de Extremo Oriente”. Ha elogiado la “larga cultura de estampación” que acumula Japón, destacando la variedad de temas producidos a lo largo de los siglos XIX y XX.

En este sentido, ha recordado que el Gobierno de Aragón es propietario de una “enorme” colección de estampas japonesas, de modo que los karibari se utilizarán, primero, para la restauración de biombos y ‘kakejikus’.

Así, este mes de febrero, tras dejar reposar los karibari durante un mes después de su fabricación, Sayuri Pompa Fujimura, contratada por el Gobierno de Aragón hasta octubre para la intervención de varias obras de la colección oriental del museo, que serán unas 44 en esta “primera fase”, ha comenzado la restauración de uno de los biombos.

ARTE ORIENTAL

Sayuri Pompa Fujimura ha detallado que intervendrá en las piezas de arte oriental –biombos y ‘kakejikus’–, sobre todo japonesas, aunque también alguna de origen chino, sobre las que aplicará técnicas tradicionales niponas de restauración.

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“El uso del karibari –ha apuntado– es importante porque permite un tensado controlado en el que la humedad llega a ambos lados al tratarse de una estructura hueca cubierta con una especie de barniz llamado ‘kakishibu’, una capa semi-impermeable. Así, puede secarse por ambos lados, no solo por el anverso, sino también por el reverso”. Ha añadido que el hecho de que la estructura de los karibari no sea completamente sólida hace que se adapte a los cambios de tensión y de humedad de la obra.

Debido a los daños estructurales de este pequeño biombo decorativo con el que se han iniciado los trabajos, titulado ‘Matsu’ –pino–, particularmente en las bisagras de papel, ha sido necesario desmontarlo completamente para su intervención y volver a tensar los paneles con ayuda del bastidor karibari.

Tras la restauración de la estructura interna del biombo, las pinturas serán adheridas de nuevo en cada panel para devolverlas a su lugar original, protegidas por un marco de madera lacada.

Tradicionalmente en Japón, ha precisado Sayuri Pompa Fujimura, “las estampas no suelen tensarse, a no ser que requieran una intervención muy drástica, porque no sufren tratamientos húmedos”, puesto que enmarcan como en Occidente. En cambio, sí se tensan pinturas, bien sobre seda o papel, ya que al montarlas necesitan ser humedecidas y se arrugan”.

OBRA OCCIDENTAL

A finales de 2025, la conservadora-restauradora de obra gráfica del Museo de Zaragoza, Nerea Diez de Pinos, empleará los karibari para laminar y tensar obra gráfica occidental. Es de especial interés por la posibilidad de tensar obra de gran formato, un proceso que puede ser más complicado con metodología occidental.

Diez de Pinos ha expresado que las obras de arte tienen una “materialidad” que es “importante” conservar, para lo que es necesario “respetar su espíritu, cómo fueron construidas, qué materiales se emplearon y cuáles son los más acordes a esa materialidad”.

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Las obras japonesas, ha apostillado, “deben intervenirse con técnicas japonesas para respetar, precisamente, ese espíritu original”. En esta línea, ha contado que las características orográficas del país nipón, con “muy poca superficie para plantar fibras vegetales” ha llevado a la proliferación de “fibras de arbustos”.

“Desarrollaron una técnica de elaboración del papel muy avanzada, mucho más de lo que lo hacíamos nosotros en nuestros molinos papeleros, tanto de calidad como de resistencia. Los japoneses han depurado tanto la técnica del papel que controlan los procesos de secado, tensado y estabilización higroscópica del papel de una manera muy respetuosa”, ha relatado Diez de Pinos.

Asimismo, ha contrapuesto la técnica de los karibari, que permite la evaporación del agua por el anverso y el reverso, un proceso que se completa en unos dos días, al sistema occidental “por prensado, entre secantes y otros materiales, en el que el agua queda retenida, tarda más en evaporar y se produce un aplastamiento a las fibras”. Por lo tanto, esta alternativa japonesa favorece un secado “mucho más natural y respetuoso con la naturaleza física del papel, que es celulosa y agua, provocando un mejor envejecimiento y apariencia más natural”.

En el Museo de Zaragoza se sigue el código deontológico de la Confederación Europea de Organizaciones de Conservadores-Restauradores (E.C.C.O.), que prima “la mínima intervención” y la conservación preventiva. “Cuando se conserva bien, no hace falta llegar a la intervención, sin embargo, muchos de nuestros fondos vienen de condiciones de conservación preventiva que no se pudieron asumir en el pasado, porque tampoco se conocía acerca de ese tipo de conservación”.

Por último, la conservadora-restauradora de obra gráfica del Museo de Zaragoza ha cifrado las piezas de arte oriental en más de 700, ya que a la colección particular de don Federico Torralba Soriano se suman las de Pasamar-Onila y Miguel Ángel Gutiérrez, entre otras.


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