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“No la quiero. La odio. Quiero verla muerta”, espetó el procesado a la mujer acerca de la hija de ambos, de once meses de edad
SANTANDER, 10 (EUROPA PRESS)
El acusado del doble crimen de Liaño, por asesinar en diciembre de 2021 a su hasta entonces pareja y al bebé de ambos, de once meses, “tenía muy claro que las iba a matar”, y “sin ninguna duda” además, según ha puesto de manifiesto este lunes la fiscal del caso, en el arranque de la celebración del juicio contra él, con jurado popular en la Audiencia Provincial de Cantabria.
La representante del ministerio público, que pide prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel al único investigado por lo sucedido -la misma pena que reclaman las acusaciones particulares y popular, ejercida por el Gobierno regional- sostiene que José R. “lo tenía todo preparado” y era consciente de lo que hacía, pues en el momento de los hechos no padecía patología alguna.
Lo argumentado así en su intervención previa de la práctica de la prueba ante los jueces legos que deberán decidir sobre la culpabilidad o inocencia del procesado y a los que ha expuesto diversas conversaciones de WhatsApp entre el hombre -de 46 años- y quien había sido su compañera sentimental, a la que tres meses antes de lo ocurrido ya advirtió de que “cualquier día apuñalo” a la niña.
Se refería a ella con expresiones de odio e insultos, como “escoria”, “mongólica”, “veneno asqueroso”, “puta basura y bicho”, “sinvergüenza” o “retrasada”, entre otros, que reflejan “desprecio” a ojos de la fiscal, a lo que se suma que “hacía su vida” en el sofá del salón o en el que había en la terraza de la casa, evitando así coincidir con la pequeña, de la que se ocupaba su madre: “No quería ni mirar a la niña”.
“No la quiero. La odio. Quiero verla muerta”, espetó el procesado a la mujer, que en el momento del crimen tenía 40 años, en referencia a su hija, que entonces estaba a punto de cumplir un año. Y en otra ocasión le manifestó que si pudiera pedir una cosa no sería “dinero”, sino que la menor “desapareciera”, lo que evidencia que “nunca la quiso”, sino que la odió “desde que nació”.
Esa amenaza se desprende, de acuerdo con el relato de la Fiscalía, de textos y audios que el enjuiciado -que declarará en último lugar, el próximo lunes- envió en septiembre a la víctima, que le replicó: “Antes de que mates a la niña, voy yo por delante. Mátame a mí, mátame ahora”.
El hombre, que niega la autoría -su abogado pide la libre absolución-, ha escuchado el relato de hechos que se le atribuyen y las penas a las que se enfrenta cabizbajo, haciendo gestos de negación con la cabeza o incluso sollozando en algunos momentos, y tomando notas en otros.
“ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR”
Según la representante de la Fiscalía -que al igual que las acusaciones califica lo ocurrido como dos delitos de asesinato-, había mandado también mensajes previos a su expareja, sobre la que tenía orden de alejamiento que habría quebrantado hasta dos veces la jornada del suceso, el 16 de diciembre de 2021, aunque los cuerpos fueron hallados al día siguiente, ocultos en el domicilio familiar.
La madre había confesado que “sufría” por la forma en que el padre se refería, se relacionaba y trataba a su hija, llegando a expresar que estaba “muerta en vida” y, como ha apuntado la fiscal, de no haber sido por la pequeña se habría “quitado la vida”.
Semanas antes del crimen, el hombre había agredido a la mujer en la frente y -conforme a la acusación pública- también había roto la ventanilla del coche donde estaba colocada la sillita con el bebé, avisando entonces de que “esto no ha hecho más que empezar”, de modo que -proseguía amenazando- “cualquier día voy a poner veneno para ratas en el biberón de la niña”.
A raíz de esto, la mujer le denunció y se dictó orden de alejamiento respecto a ambas. Pero días después, ella reanudó la comunicación con él y, al mostrar arrepentimiento, le perdonó y permitió que regresara a la vivienda. “Él la engañó o ella se dejó engañar”, ha planteado la fiscal al introducir los hechos al jurado.
Extremo que la víctima comprobó poco después, cuando José R. llegó a amenazarla con “meterle un hacha entre ojo y ojo”. Se dio cuenta de que se había “equivocado” y confesó a su prima, que entonces era “su gran confidente”, que la había “cagado: el diablo ha vuelto (a casa). Si mañana no doy señales de vida, avisa a la Guardia Civil”, le advirtió. Ese mensaje se lo envió el 14 de diciembre, dos días antes de los hechos.
SE CUMPLIERON LAS PREMONICIONES DE ELLA Y LAS AMENAZAS DE ÉL
La fiscal ha concluido su exposición lamentado que se cumplieran las “premoniciones” de la víctima y las “amenazas” del sospechoso. A continuación del ministerio público, han intervenido las acusaciones particulares, que representan a familiares de las fallecidas, y la letrada del Ejecutivo autonómico, que ejerce la acción popular.
Entre otros aspectos, han puesto de manifiesto la “brutalidad” del ataque -en el que empleó un arma blanca que no ha sido hallada- o que actuó por “sorpresa”, cuando la madre regresó a su casa con la pequeña pensando que él ya no estaba allí.
Según han avanzado estos letrados, el enjuiciado, aunque limpió el lugar de los hechos y escondió los cadáveres, “no se percató de que dejó muestras de sangre” en el lugar. También han puesto el foco en que “ha destrozado una familia”, causando a sus integrantes un daño moral “excepcional” por el que algunos de ellos -como la madre y abuela de las fallecidas- todavía está en tratamiento psiquiátrico y psicológico.
Los abogados de los familiares responsabilizan a José R. de ambas muertes y están convencidos de que lo hizo de forma “premeditada” además. “Es imposible que estuviera en ningún otro lugar” el día de los hechos, ha sentenciado uno de ellos. “Nadie más acudió a esa casa”, ha apuntado otra parte.
La letrada del Gobierno ha condenado el “execrable” crimen y se ha detenido en la “sangre fría” del presunto autor, que después de supuestamente acabar con la vida de quien había sido su pareja y de su hija -por la que sentía un “profundo odio y desprecio”- se quedó en la casa “a cenar y pernoctar, con los cuerpos calientes de ellas ocultos en el patio”.
A juicio de esta parte, la pequeña era “un estorbo” para su padre, que “no encajó” la decisión de la madre poner fin a la relación de pareja y la de avisar a la Guardia Civil para que le echaran de casa.
“HAN INTENTADO PINTARLE COMO UN MONSTRUO”
Finalmente, la defensa ha rechazado los “relatos” de las acusaciones que le han precedido en el uso de la palabra, que han “intentado pintar” a su cliente “como un monstruo, asesino o psicópata”. “Lo que vende es el morbo”, ha opinado, para precisar que el hecho de insultar no convierte a alguien en “asesino”.
Ha indicado a los miembros del tribunal que el juicio debe basarse en hechos, apuntando al respecto que “no hay ni una sola prueba objetiva que señale” a su patrocinado. Y tras reconocer que el Tribunal Supremo admite sentencias condenatorias en base a indicios, ha advertido que estos deben quedar “plenamente probados”. “Tienen el relato, pero no los hechos ni indicios plenamente probados”, ha remarcado.
También se ha referido a la relación de la pareja como “tóxica”, calificativo que igualmente ha atribuido a la investigación, y tras avanzar que en la chaqueta del bebé se halló ADN “de otro hombre”, ha censurado que no se haya investigado a terceras personas.
Con todo y para finalizar, la defensa ha recordado que “hacer justicia no es ser justiciero” y ha advertido de que si su cliente es declarado culpable, no saldrá de la cárcel “en 40 años”, por lo que sería “condenado a morir en prisión”.
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