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La presencia de partículas en suspensión en el aire puede entorpecer las actividades diarias y afectar la claridad mental

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MADRID, 6 (EUROPA PRESS)

Un grupo de investigadores de las Universidades de Birmingham y Manchester han descubierto que la contaminación del aire por partículas en suspensión (PM) pueden llegar a “nublar la mente”, reduciendo la concentración y dificultando las tareas cotidianas, tales como la compra en el supermercado.

“Nuestro estudio proporciona evidencia convincente de que incluso la exposición a corto plazo a partículas en suspensión puede tener efectos negativos inmediatos en las funciones cerebrales esenciales para las actividades diarias, como hacer la compra semanal en el supermercado”, ha manifestado el coautor del estudio, el doctor Thomas Faherty, de la universidad de Birmingham.

El trabajo, publicado en la revista ‘Natura Communications’, ha revelado que tanto la atención selectiva como el reconocimiento de emociones, e incluso un comportamiento “socialmente aceptable”, se han visto afectados negativamente por la contaminación del aire, independientemente de si los sujetos respiraban normalmente o solo por la boca.

Los científicos han expuesto a los participantes del estudio a altos niveles de contaminación del aire (usando humo de velas) o aire limpio, tras lo que evaluaron las capacidades cognitivas antes y cuatro horas después de la exposición; las pruebas midieron la memoria de trabajo, la atención selectiva, el reconocimiento de emociones, la velocidad psicomotora y la atención sostenida.

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“La mala calidad del aire socava el desarrollo intelectual y la productividad de los trabajadores, con importantes implicaciones sociales y económicas en un mundo de alta tecnología que depende de la excelencia cognitiva. La productividad reducida afecta al crecimiento económico, lo que destaca aún más la necesidad urgente de regulaciones de calidad del aire y medidas de salud pública más estrictas para combatir los efectos nocivos de la contaminación en la salud cerebral, particularmente en áreas urbanas altamente contaminadas”, ha señalado el coautor del estudio, el profesor Francis Pope, de la Universidad de Birmingham.

Los investigadores también han sugerido que la inflamación causada por la contaminación puede ser la responsable de estos déficits y señalan que, aunque la atención selectiva y el reconocimiento de emociones se vieron afectados, la memoria de trabajo no llegó a experimentar cambios, lo que indica que algunas funciones cerebrales son “más resistentes” a la exposición a la contaminación a corto plazo.

Esta memoria de trabajo sirve como espacio de trabajo temporal para retener y manipular información, algo “vital” para tareas que requieren procesamiento y almacenamiento simultáneos, y “esencial” para tareas que requieren realizar varias tareas a la vez, como planificar un cronograma o mantener varias conversaciones.

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El funcionamiento cognitivo abarca una amplia gama de procesos mentales cruciales para las tareas diarias, e incluye la atención selectiva, que ayuda a la toma de decisiones y a la conducta orientada a objetivos, como priorizar los artículos de la lista de la compra en el supermercado, mientras se ignoran otros productos y se resiste a las compras impulsivas.

Por otro lado, la cognición socioemocional implica la detección e interpretación de las emociones tanto en uno mismo como en los demás, y ayuda a orientar la conducta socialmente aceptable; si bien se trata de habilidades cognitivas independientes, trabajan juntas para permitir la finalización exitosa de tareas tanto en el trabajo como en otros aspectos de la vida.

“Este estudio demuestra la importancia de comprender los efectos de la contaminación del aire en la función cognitiva y la necesidad de estudiar las influencias de las diferentes fuentes de contaminación en la salud cerebral de los miembros mayores vulnerables de la sociedad”, ha declarado el profesor Gordon McFiggans, de la Universidad de Manchester y coautor del estudio.

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Los especialistas también han destacado la necesidad de realizar más investigaciones para comprender las vías a través de las cuales la contaminación del aire afecta las funciones cognitivas, así como de explorar los impactos a largo plazo, especialmente en poblaciones vulnerables como los niños y los adultos mayores, si bien han reconocido que los efectos perjudiciales de la mala calidad del aire en los sistemas cardiovascular y respiratorio “son ampliamente reconocidos”, y que están relacionados con enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

Se trata del primer estudio en manipular experimentalmente las vías de inhalación de la contaminación del aire por partículas en suspensión 2.5 (PM2.5), lo que proporciona “información valiosa” sobre cómo las diferentes vías afectan las funciones cognitivas; el PM2.5 es el contaminante del aire más responsable de los efectos sobre la salud humana, y en 2015 se atribuyeron alrededor de 4,2 millones de muertes solo a este tamaño de partícula.


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