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Las iglesias cristianas medievales usaban tiendas islámicas para ocultar sus altares

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MADRID, 01 (SERVIMEDIA)

Un fresco del siglo XIII redescubierto en Ferrara (Italia) proporciona evidencia única de que las iglesias medievales usaban tiendas islámicas para ocultar sus altares. Se trata de la única imagen superviviente de su tipo y ofrece la confirmación valiosa de una práctica cristiana poco conocida.

El fresco, parcialmente visible e identificado por Federica Gigante, historiadora de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), representa casi con certeza una tienda de campaña real, ahora perdida, que el artista pudo haber visto en la misma iglesia.

La tienda original, de colores brillantes y cubierta de joyas, podría haber sido un regalo diplomático de un líder musulmán o un trofeo incautado en el campo de batalla.

La investigación de Gigante, publicada este sábado en la revista ‘The Burlington Magazine’, también sugiere que una figura de alto perfil como el papa Inocencio IV -quien regaló varios textiles preciosos a la iglesia del convento benedictino de San Antonio en Polesine, Ferrara, donde se pintó el fresco- pudo haber donado esa tienda.

“Al principio me pareció increíble y emocionante que pudiera tratarse de una tienda islámica”, apunta Gigante, quien añade: “Rechacé rápidamente la idea y solo volví a ella años después, con más experiencia y una actitud más valiente hacia la investigación. Probablemente no encontremos otra imagen similar que sobreviva. No he dejado de buscar, pero supongo que es bastante única”.

TIERRA SANTA

El fresco proporciona evidencia crucial de una iglesia medieval que utilizaba tiendas islámicas en prácticas cristianas clave, incluida la misa, sugiere el estudio.

“Los tejidos islámicos se asociaban con la Tierra Santa, de donde los peregrinos y los cruzados traían los más preciados”, indica Gigante, que agrega: “Pensaban que existía una continuidad artística desde la época de Cristo, por lo que su uso en un contexto cristiano estaba más que justificado. Los cristianos de la Europa medieval admiraban el arte islámico sin darse cuenta de ello”.

Aunque se sabe que había textiles islámicos en las iglesias europeas de finales de la Edad Media, los fragmentos que sobreviven suelen encontrarse envueltos alrededor de reliquias o en los entierros de personajes importantes.

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Se han conservado representaciones de textiles islámicos en algunos muros de iglesias de Italia, así como en pinturas italianas de finales de la Edad Media. Sin embargo, las imágenes de tiendas islámicas en el mundo occidental, como España, son extremadamente raras y esta podría ser la única representación detallada y de tamaño real que se haya identificado.

El fresco fue pintado entre finales del siglo XIII y principios del XIV para representar un baldaquino colocado sobre el altar mayor. El artista transformó el ábside en una tienda de campaña formada por un paño azul y dorado que envolvía las tres paredes, y estaba rematado por un baldaquino cónico de dos niveles adornado con joyas, del tipo que se encuentra en todo el mundo islámico. “El artista puso mucho esfuerzo en lograr que el tejido pareciera real”, según Gigante.

El fondo era un cielo azul cubierto de estrellas y pájaros, lo que daba la impresión de una tienda de campaña erigida al aire libre. A principios del siglo XV, el fresco fue cubierto en parte con escenas de la vida de la Virgen María y Jesucristo.

Este fresco posterior ha captado la atención de los historiadores del arte que habían pasado por alto las secciones del fresco más antiguo. Gigante identificó la representación de los textiles islámicos cuando visitó la iglesia hace 10 años, pero fue necesario realizar más investigaciones para demostrar que la obra representa una tienda de campaña islámica.

‘TETRAVELA’

Gigante sostiene que el fresco representa una tienda islámica que realmente existió y que en algún momento del siglo XIII incluso pudo haber estado físicamente presente en la iglesia del convento, lo que ofrecería un punto de referencia directo para el artista.

Las iglesias medievales utilizaban cortinas de tela preciosas para ocultar el altar de la vista de forma permanente, durante la misa o durante períodos litúrgicos específicos. Al estudiar el fresco, Gigante se percató de que representa la esquina de un velo, pintado como si estuviera dibujado delante del altar. Esta investigadora cree que la tienda real fue adaptada para servir como ‘tetravela’ o cortina de altar.

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“Si la carpa real solo se erigía en la iglesia en determinadas ocasiones, el fresco podría haber servido como recordatorio visual de su esplendor cuando no estaba en su lugar”, indica Gigante, que subraya: “La interacción entre los textiles pintados y los reales se puede encontrar en toda Europa y el mundo islámico en el período medieval tardío”.

El estudio señala que las paredes del ábside están tachonadas de clavos y ménsulas, y que podrían haber servido como soportes estructurales para un textil colgante.

Gigante señala los “detalles extraordinariamente precisos” del fresco como una prueba más de que representa una tienda real. La tela que se muestra en el fresco presenta motivos de estrellas azules de ocho puntas inscritas en círculos, cuyo centro originalmente estaba resaltado con pan de oro, exactamente como las telas doradas utilizadas para estas preciadas tiendas islámicas.

Una banda con inscripciones pseudoárabes recorre el borde superior e inferior. El tejido también presenta contornos blancos para enfatizar los colores contrastantes que reflejan una tendencia en el diseño de seda andalusí del siglo XIII.

TIENDAS ANDALUSÍES

La estructura, el diseño y la combinación de colores de la tienda se parecen mucho a las pocas representaciones supervivientes de tiendas andalusíes, incluidas las de ‘Cantigas de Santa María’, un manuscrito del siglo XIII.

También coinciden con uno de los pocos fragmentos de tienda andalusíes que se conservan (la ‘casulla de Fermo’), que se dice que perteneció a Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury.

Gigante también comparó las joyas representadas en el fresco con un raro tejido adornado con joyas que aún se conserva y que fue elaborado por artesanos árabes: el manto del rey normando Roger II de Sicilia (1095-1154), que estaba bordado con oro y cubierto con perlas, piedras preciosas y esmalte alveolado.

BOTÍN DE GUERRA

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En el siglo XIII era habitual exhibir estandartes y otros botines de guerra alrededor de los altares de las iglesias europeas.

“Las tiendas de campaña, especialmente las tiendas reales islámicas, estaban entre los regalos más preciados en los intercambios diplomáticos, las insignias reales más prominentes en los campamentos y el botín más buscado en los campos de batalla”, destaca Gigante.

Esta investigadora agrega: “Las tiendas de campaña llegaron a Europa como botín. Durante las expediciones antimusulmanas, era habitual pagar a los mercenarios con telas y una tienda de campaña era el premio final. El fresco coincide con las descripciones de las tiendas reales islámicas que fueron confiscadas durante las guerras de expansión cristiana en al-Ándalus en el siglo XIII”.

¿REGALO DE UN PAPA?

A partir del siglo IX, los Papas donaron frecuentemente ‘tetravelas’ (cortinas de altar) a las iglesias y los registros papales revelan que Inocencio IV había enviado “cortinas de las más finas sedas y tejidos de oro” al convento de S. Antonio en Polesine en 1255.

“No podemos estar seguros, pero es posible que una persona de alto perfil como el papa Inocencio IV haya regalado la tienda”, sugiere Gigante.

Una tienda andalusí tomada del campamento del califa almohade Muhammad al-Nasir fue enviada al papa Inocencio III después de 1212, lo que significa que hubo una tienda islámica en la Basílica de San Pedro, en Roma, en algún momento antes de la pintura del fresco.

Gigante apunta que la tienda también podría haber sido parte de un regalo diplomático hecho a la poderosa familia Este, que mediaba alianzas entre los güelfos y los gibelinos, facciones que apoyaban al Papa y al Sacro Emperador Romano Germánico respectivamente. El convento fue fundado en 1249 por Beatriz II de Este.

“Mucha gente no se da cuenta de lo extraordinariamente avanzada y admirada que era la cultura islámica en el período medieval”, comenta Gigante, quien el año pasado identificó el Astrolabio de Verona, un astrolabio islámico del siglo XI que contiene inscripciones árabes y hebreas.


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