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Nagore Suárez vuelve con una novela de misterio histórico situada en el San Sebastián de la década de 1950

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Tras concluir su trilogía de los huesos, ambientada en Navarra, la escritora publica “Lo que habita en los sueños”

BILBAO, 16 (EUROPA PRESS)

La escritora Nagore Suárez (Madrid, 1994) regresa estos días con la publicación de “Lo que habita en los sueños” (Destino), un relato de “misterior histórico” ambientado en el San Sebastián de mediados de los años 50 del siglo XX y el veraneo de la clase aristocrática.

El relato se inicia en 1938 cuando la protagonista de la novela, Manuela, conoce de adolescente en una escuela de señoritas de Florencia a Ava, una joven enigmática e independiente, aficionada al arte que pinta día y noche, con la que entabla relación y que desaparece misteriosamente del centro sin dejar rastro.

Catorce años después, en 1952, Manuela se encuentra de veraneo en San Sebastián, donde trata de huir del control de su familia, cuando es invitada en la capital donostiarra a la inauguración de Villa Allur, acto social organizado por un misterioso joven, el duque Julien Leroy-Benoit.

Durante la velada, y en su recorrido por la mansión, Manuela descubre en su interior, de forma accidental, el último cuadro pintado por su desaparecida amiga durante los años que compartieron en el internado italiano.

Tal y como explican desde la editorial, “en el lienzo puede verse un acantilado junto al mar donde flota, en el vacío, una figura femenina ataviada con un manto blanco. En la superficie del agua flotan cabellos y en el cielo, junto a estrellas irregulares podía verse una media luna árabe”.

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El cuadro posee una condición “hipnótica”, con unos colores y formas que “atrapan de forma peligrosa, consiguiendo arrastrar a quien lo observara al borde de aquel acantilado, obligándole a preguntarse si la mujer espectral caía a las aguas o emergía de ellas, pues parecía morir y resucitar al mismo tiempo”, añaden desde Destino.

A partir de ese hallazgo, Manuela trata, sin éxito, de encontrar una explicación racional para la presencia del cuadro en aquella casa e inicia la búsqueda de Ava en el San Sebastián de los años 50, donde el verano transcurre entre “lujosas veladas del club de Tenis, la Playa de la Concha y los vapores del balneario La Perla”.

Para la protagonista, inmersa en la búsqueda de su amiga “los días y las noches entre espectros, sospechas e indagaciones tras la pista de un símbolo, en forma de amenazante serpiente escarlata, que parece estar en todas partes”.

En declaraciones a Europa Press, la autora afirma que la etiqueta de misterio histórico atribuida a su nueva novela, “como todas las etiquetas, son siempre orientativas y pensadas para indicar al lector qué se va a encontrar”. En este caso, añade, “se trata de un misterio ambientado entre 1938 y 1952, aunque, por supuesto, tiene muchos más ingredientes”.

Preguntada por si el relato supone un giro drástico respecto al tono emmpleado en la denominada ‘trilogía de los huesos’, Suárez considera que, “a pesar de que se trata de una historia muy diferente, tiene algunos elementos en común con la trilogía, como son la ambientación en el norte de España, temas relacionados con el esoterismo o lo sobrenatural; además del estilo propio, que es algo que, por mucho que la narración y la trama sea diferente, permanece ahí” subraya.

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Preguntada la escritora madrileña acerca de si ha ambientado la trama en el San Sebastián de los años 50 porque aquel periodo daba juego para una intriga literaria de estas características, Nagore Suárez recuerda que la capital donostiarra fue, desde finales del siglo XIX, la ciudad donde se reunía para veranear lo más granado de la sociedad europea”.

Asimismo, prosigue, “contrabandistas, príncipes y médiums se daban cita en el Gran Casino de la ciudad y me atraía ese halo de misterio, de glamour, de espectros y fiestas”.

En todo caso, precisa, “aunque en 1952 nos encontramos con una ciudad transformada, en pleno franquismo, seguía manteniendo esa esencia que hacía que diera la impresión de que, entre las veladas en el Club de Tenis y los bailes, en sus villas todo era posible”.

Además de los personajes, un elemento central de la novela es la mansión ‘Villa Allur’ que “es, en cierto modo, un fantasma”, define, y para la que se inspiró en “varias villas que existieron en San Sebastián, pero que ya han desaparecido, como Villa Londaiz o el Palacio Bermejillo”, recuerda.

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RELACIÓN CON EL PAÍS VASCO

Suárez explica que, aunque nacida en Madrid, mantiene relación con el País Vasco, ya que su padre y sus tíos nacieron en Bilbao y sus abuelos vivieron allí durante muchos años. “Conozco San Sebastián desde pequeña y siempre me ha fascinado la ciudad, así que me parecía perfecta para ambientar esta novela llena de ensoñaciones” subraya.

Respecto a ese tipo de mansiones o atmósferas pudieran remitir a clásicos que comparten este tipo de ambientaciones como la novela ‘Rebeca’, de Daphne du Mauirier, Nagore Suárez se siente halagada puesto que, “cualquier comparación con la maravillosa obra de Daphne du Maurier y su famosa ‘Manderley’ es un halago”.

En ese sentido, prosigue, “para ‘Villa Allur’ intenté conseguir una atmósfera lúgubre y a la vez atrayente, ya que juega un papel muy importante en la historia y todo lo que ocurre está ligado de una forma u otra a la casa”.

Suárez recuerda finalmente las frases que ha incluido en una postal promocional que acompaña la novela. “Las casas que no se habitan se llenan de fantasmas. Es como una invitación. ¿No es maravillosa esta ciudad? Espectros y fiestas, no se me ocurre nada mejor”, concluye.


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