MADRID, 09 (SERVIMEDIA)
El papa Francisco aseguró este jueves que “frente a la amenaza cada vez mayor de una guerra mundial, la vocación de la diplomacia es aquella de favorecer el diálogo con todos, incluidos los interlocutores que se consideran más incómodos o que no se estiman legítimos para negociar”.
Así lo aseguró durante el discurso que pronunció a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, en el Aula de las Bendiciones del Vaticano, donde aseguró que ese diálogo “es el único camino para romper las cadenas de odio y venganza que aprisionan y para desactivar las bombas del egoísmo, del orgullo y de la soberbia humana, que son la razón de toda voluntad beligerante que destruye”. En su opinión, esas conversaciones deben ir acompañadas por el “compromiso por el bien común”, que requiere a su vez de “buena fe y la adhesión a un lenguaje común”.
Durante su discurso, Francisco remarcó que “es inaceptable, por ejemplo, hablar de un presunto ‘derecho al aborto’ que contradice los derechos humanos, en particular el derecho a la vida”. “Toda la vida debe protegerse, en cada momento, desde su concepción hasta la muerte natural, porque ningún niño es un error o es culpable por existir, así como ningún anciano o enfermo puede ser privado de esperanza o ser descartado”, aseveró, y lamentó que las instituciones multilaterales, “surgidas en su mayor parte al finalizar la segunda guerra mundial, hace ochenta años, ya no parecen ser capaces de garantizar la paz y la estabilidad, la lucha contra el hambre y el desarrollo para los cuales habían sido creadas, ni de responder de manera verdaderamente eficaz a los nuevos desafíos del siglo XXI, como las cuestiones ambientales, de salud pública, culturales y sociales, además de los retos impuestos por la inteligencia artificial”.
“Muchas de ellas necesitan ser reformadas, teniendo presente que cualquier reforma debe basarse en principios de subsidiariedad y solidaridad, y en el respeto de una soberanía paritaria de los Estados, mientras duele constatar que existe el riesgo de una ‘monadología’ y de la fragmentación en ‘like-minded clubs’, que sólo dejan entrar a quienes piensan del mismo modo”, continuó, apuntando, no obstante, algunos “signos alentadores”, como los relativos al programa nuclear iraní.
GAZA
El Papa también reiteró su llamada al fin de las guerras y la violencia en los numerosos conflictos latentes en el mundo. Concretó su petición de alto el fuego “y a la liberación de los rehenes israelís en Gaza, donde hay una situación humanitaria gravísima e innoble, y pido que la población palestina reciba todas las ayudas necesarias”. “Mi deseo es que israelíes y palestinos puedan reconstruir los puentes de diálogo y de confianza recíproca, a partir de los más pequeños, para que las generaciones venideras logren convivir, en paz y seguridad, en ambos Estados y Jerusalén sea la ‘ciudad del encuentro’, donde convivan en armonía y respeto cristianos, judíos y musulmanes”.
Asimismo, remarcó la urgencia de cesar la fabricación y comercialización de armamento y que “se continúe trabajando para que el incumplimiento del derecho humanitario internacional ya no sea una opción”.
VENEZUELA
Además de Gaza, Ucrania, los conflictos en varios países africanos como Sudán, también se refirió a la situación en América, con especial énfasis a Venezuela y Nicaragua.
El Papa confesó que piensa en Venezuela y “la grave crisis política en la que se debate”. “Esa podrá ser superada sólo con la adhesión sincera a los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, a través del respeto a la vida, a la dignidad y a los derechos de cada persona —incluidos los de quienes han sido arrestados a causa de los sucesos de los últimos meses— gracias al rechazo de cualquier tipo de violencia y, deseablemente, al comienzo de negociaciones de buena fe y finalizadas al bien común del país”, aseveró.
“No hay verdadera paz si no viene garantizada también la libertad religiosa, que implica el respeto a la conciencia de los individuos y a la posibilidad de manifestar públicamente la propia fe y pertenencia a una comunidad”, indicó antes de insistir en su petición de respeto de los derechos laborales, el abordaje de la prevención de las adicciones y la cuestión migratoria. También reflexionó sobre que el Jubileo de 2025 es un momento idóneo para perdonar las penas a los prisioneros y reiteró su oposición a la pena de muerte.
Francisco continuó con un llamamiento al cuidado de la casa común, sin “fronteras”, ante las catástrofes naturales que se suceden en diversas zonas del planeta. En este punto citó expresamente la dana que asoló varias regiones españolas el pasado otoño. El Papa concluyó su discurso a los diplomáticos con el deseo de que “la esperanza florezca en nuestros corazones y nuestro tiempo encuentre la paz que tanto desea”.
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