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Rocío Monasterio, la arquitecta de Vox en Madrid cuya caída completa el fin del ‘ala liberal’ de Abascal

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Abandona la Asamblea quien fuera socia imprescindible de Ayuso y adalid contra la inmigración ilegal y la “ideología de género”

MADRID, 10 (EUROPA PRESS)

La ya expresidenta de Vox en Madrid y exportavoz del partido en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, entregaba este jueves su acta de diputada tras ser relevada al frente de la formación en la región, completando el fin del ‘ala liberal’ dentro del partido encabezado por Santiago Abascal.

Quien fuera la arquitecta del proyecto en la Comunidad de Madrid y su única candidata a la Presidencia desde 2019 anunciaba su renuncia después de que la dirección “a dedo” decidiera prescindir de ella y situar al frente del partido al portavoz nacional, José Antonio Fúster.

Monasterio, con un traje blanco y la camiseta negra, leía una declaración cargada de dardos a la dirección. El primero de ellos: recordar que su ejecutiva era la última que quedaba de todo Vox “elegida y votada” por sus afiliados, que a su vez es el grupo más numeroso del partido a nivel estatal.

Cargaba también contra las “sucesivas enmiendas que se han hecho” en los estatutos del partido que han dotado al presidente de Vox, Santiago Abascal, y el secretario general, Ignacio Garriga, de la capacidad de “nombrar a dedo al siguiente Comité Ejecutivo nacional de Vox de Madrid”.

Monasterio se despedía del parlamento madrileño en el que ha dirigido a Vox desde que entrara por primera vez en 2019. Entregaba su acta inmediatamente después de leer su comunicado en el que el último mensaje se dirigía a las bases.

“Gracias a todos los que alguna vez nos votaron, a nuestras bases, a nuestros afiliados, a nuestros voluntarios y a tantas personas que alguna vez confiaron en nosotros. Servir ha sido un honor. Muchas gracias”, concluía Monasterio, hablando en todo momento en pasado y evidenciando el cambio de etapa que se abre en Madrid, donde la cabeza autonómica pasará a ser parte del ala con “posiciones más radicales”, como ya pasara en el resto de España.

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EL RELEVO, LA GOTA QUE COLMÓ EL VASO

El futuro de Monasterio en Vox ha estado en entredicho desde la salida de su marido, el exportavoz de la formación en el Congreso Iván Espinosa de los Monteros, que alegó motivos personales para marcharse de la primera línea política.

Espinosa ha protagonizado varias imágenes en redes sociales con exdiputados relegados por la dirección del partido, como Juan Luis Steegman, Rubén Manso y Víctor Sánchez del Real. En una de esas fotos aparecían todos sonrientes ante un comercio llamado Bambú, coincidiendo con la calle de la sede nacional del partido.

Además, otro cargo relevante de Vox en Madrid, el portavoz en el Ayuntamiento de la capital, Javier Ortega Smith, fue degradado en la Ejecutiva del partido en la última Asamblea General Extraordinaria, celebrada en enero. Pasó de vicepresidente a vocal, después de informaciones que apuntaban a su intención de disputarle el cargo al Santiago Abascal.

Desde hace un año, la presencia de Monasterio había ido en descenso, no solo en la vida interna del partido, sino también en su trabajo como portavoz parlamentaria. Se volvió recurrente que Monasterio no diera las ruedas de prensa de las Juntas de Portavoces y, en cambio, tuviera otra agenda. Mientras tanto, la presencia de Fúster se hacía más fuerte.

DE LAS ESPOSAS A PUIGDEMONT A SOCIA DE AYUSO

La carrera política de Monasterio ha estado marcada muchas veces por el efectismo de sus declaraciones y puestas en escena. De hecho, la primera vez que le apuntaron los focos fue en 2016 cuando se coló en un desayuno informativo del entonces president de la Generalitat, Carles Puigdemont, interrumpiéndole y entregándole un ejemplar del Código Penal y unas esposas.

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Este era el arranque de una carrera política que la llevaría a ser llave de Gobierno de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y luego a la irrelevancia tras la mayoría absoluta ‘popular’.

Y es que entre 2019 y 2023 las decisiones parlamentarias en Madrid tenían que contar sí o sí con el aprobado de Vox. Precisamente Monasterio era el incómodo socio necesario para el Gobierno PP-Ciudadanos y también la mayor crítica contra el ya extinto partido ‘naranja’.

Las elecciones autonómicas adelantadas de 2021 volvían a darle a Monasterio foco. La pancarta que comparaba el gasto del Gobierno regional en menores no acompañados con las pensiones de los abuelos o la expulsión del líder de Podemos Pablo Iglesias del debate en la ‘Cadena Ser’ permitieron a Monasterio competir con una Ayuso a punto de la mayoría absoluta.

En esos comicios, entre Ayuso y Monasterio fagocitaban el voto de los de Ignacio Aguado y Monasterio pasaba a ser muleta y freno de Ayuso. Una posición de poder que aprovechó en los Presupuestos de 2022 –los únicos de Ayuso en minoría–.

Fue en este momento, donde Monasterio consciente de la necesidad del PP de los diputados de Vox situaba en el debate público sus principales exigencias como el ‘pin parental’, su oposición a la inmigración irregular, la reducción del número de diputados y del gasto público y la lucha contra la “ideología de género” con la derogación de las leyes Trans y contra la LGTBIfobia regionales.

Esta etapa supuso muchos tira y afloja, poca actividad legislativa en la cámara de Vallecas. Ayuso y Monasterio rompían meses antes de las elecciones autonómicas de 2023. Vox tumbaba en diciembre los presupuestos de Ayuso, tras dos semanas en negociaciones, y posteriormente también rechazaba el incentivo fiscal a inversores extranjeros propuesto por el PP, ahora conocido como ‘Ley Mbappé’.

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UNA RELACIÓN AÚN PEOR DESDE LA ABSOLUTA DEL PP

Si ya era tensa la relación cuando eran socios necesarios, la mayoría absoluta del PP lograda el 28 de mayo de 2023 la empeoraba aún más. Vox se diluía y pasaba a la ofensiva. Monasterio advertía de que ahora Ayuso tenía las “manos libres” para hacer y deshacer.

Es en este momento cuando se recrudecen los choques en materia migratoria, de seguridad, vivienda o fiscal. Esto llevó a Ayuso a acusar a Vox de estar errando el tiro, apuntando a un enemigo que no era y a Monasterio, personalmente, de mentir.

La ya exlíder de Vox se convertía también en la primera diputada de la Cámara regional en ser sancionada tras haber votado doble en un Pleno. Unos hechos que ella siempre negó, aduciendo a que trataba de apagar su escaño contiguo. Ahí la exdiputaba apuntaba alto y acusaba a Ayuso de ordenar al presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio, sancionarle. Una injerencia del “poder ejecutivo en el legislativo”.

Con la salida de Monasterio, Vox en Madrid se enfrenta a su primer viraje desde que llegaran a la Asamblea. Mientras que Fúster controlará el partido, la Portavocía en la Cámara seguirá teniendo nombre de mujer. La portavoz de Vox en Fuenlabrada, Isabel Pérez, se batirá a partir de ahora contra Ayuso cada jueves en la sesión de control, una diputada prácticamente desconocida y sin el foco del que gozó Monasterio los años en que las decisiones en la Asamblea dependían de su aprobación.


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