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La obesidad afecta al desarrollo de la artritis reumatoide y empeora su pronóstico

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MADRID, 08 (SERVIMEDIA)

La obesidad y el sobrepeso influyen en el desarrollo de la artritis reumatoide (AR) y en su peor pronóstico, una enfermedad que afecta en España a cerca de 300.000 personas, tal y como se puso de manifiesto en el XIII Simposio de Artritis Reumatoide de la Sociedad Española de Reumatología (SER) celebrado en Gijón.

Con motivo de la celebración, el 12 de octubre, del Día Internacional de la Artrosis Reumatoide, la SER aseguró que la prevalencia de la obesidad en nuestra sociedad se incrementó de manera exponencial en los últimos años, lo cual representa un problema creciente de salud, ya que esta comorbilidad se relaciona con el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares, pero también patologías inflamatorias crónicas.

De hecho, advirtió la doctora Marta Novella, del servicio de Reumatología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, “numerosos estudios concluyen que la obesidad y el sobrepeso suponen un factor de riesgo en el desarrollo de la artritis reumatoide”.

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Además, añadió, “estos pacientes con obesidad tienen generalmente, más dolor articular y generalizado; así como mayor inflamación generalizada medida por parámetros de laboratorio, lo que conlleva a que estos pacientes con obesidad tengan una mayor actividad de la artritis reumatoide. Todo esto deriva en una peor calidad de vida y un peor control de la enfermedad”.

MAYOR CARGA INFLAMATORIA

Además, la especialista explicó que “la excesiva y progresiva acumulación de grasa que tiene lugar en la obesidad favorece que en el tejido adiposo se liberen sustancias (citoquinas) inflamatorias propias de este tejido, las cuales junto con la inflamación articular que caracteriza a la AR da lugar a una mayor carga inflamatoria en estos pacientes. Este aumento de citoquinas inflamatorias podría ser capaz de modular el sistema inmune e inducir al desarrollo de la AR”.

Asimismo, agregó, “otro riesgo que entraña la obesidad es una disminución de la eficacia en algunos de los tratamientos disponibles actualmente para el control de la enfermedad, ya que especialmente en los tratamientos biológicos, un índice de masa corporal elevado puede afectar negativamente a la respuesta del mismo”.

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Dado que la obesidad predispone a un mayor riesgo cardiovascular y a otra serie de comorbilidades, “también podemos encontrarnos con limitaciones en el uso de otros tratamientos sintomáticos en estos pacientes, como por ejemplo el uso de antiinflamatorios y corticoides”, destacó la doctora Novella.

En su opinión, “al ser la obesidad un factor potencialmente modificable, la recomendación general sería la pérdida de peso en estos pacientes. En este sentido, en los últimos años se han hecho estudios en los que la pérdida de peso ayuda a un mejor control de la enfermedad en las personas con artritis reumatoide”.

RIESGO CARDIOVASCULAR

Por su parte, la doctora Roxana González, del servicio de Reumatología del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia, aseguró que “los pacientes con artritis reumatoide presentan un mayor riesgo cardiovascular en comparación con la población general”.

De hecho, remarcó, “las enfermedades cardiovasculares constituyen una de las principales causas de morbimortalidad en estos afectados, siendo este riesgo comparable al de personas con diabetes mellitus tipo 2”.

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Entre sus posibles causas, señaló la inflamación sistémica que acelera el proceso de aterosclerosis, junto con otros factores de riesgo como hipertensión y dislipidemia. Además, algunos tratamientos para esta enfermedad, como los corticoides, también pueden contribuir al riesgo cardiovascular al incrementar la presión arterial y los niveles de lípidos en sangre.

“En los últimos años, se ha establecido, con mayor claridad, que el control estricto de la inflamación no solo mejora los síntomas articulares, sino que también reduce el riesgo cardiovascular a largo plazo”, indicó la especialista.

De ahí, la importancia de un abordaje multidisciplinar que tenga en cuenta el control estricto de la AR, ya que es esencial un manejo eficaz de la inflamación mediante el uso de fármacos modificadores de la enfermedad (FAME) y biológicos.


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