JAÉN, 6 (EUROPA PRESS)
El Tribunal Supremo (TS) ha rechazado rebajar la condena de once años de prisión a un hombre que en noviembre de 2018 fue condenado por la Audiencia de Jaén a once años de prisión por abusar sexualmente de su nieta desde que ésta tenía 13 años y durante tres años consecutivos.
La pretensión era que se le aplicara una rebaja de seis meses en la pena por considerar la ley conocida como del ‘solo sí es sí’ le era más favorable. No obstante el Supremo rechaza esta pretensión ya que de hacerlo, la pena que debería ser impuesta tendría que situarse entre los 12 años y medio y los 15 años de prisión, por lo que sería superior a los once años a los que ha sido condenado.
De esta forma, se zanja esta cuestión que arrancó en septiembre de 2023 cuando la Sección Segunda de la Audiencia de Jaén emitió un auto en el que estimaba la solicitud de revisión de la pena que quedó establecida en 10 años, 6 meses y un día de prisión. e impone la prohibición de acercarse y comunicarse a la joven durante 15 años, así como libertad vigilada consistente en la obligación de realizar programas de educación sexual.
La representación legal de la menor recurrió esta revisión ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), recurso al que también se adhirió el Ministerio Fiscal. Fue el alto tribunal andaluz el que en noviembre de 2023 dictó otro auto dejando sin efecto la revisión de la pena acordada por la Audiencia Provincial de Jaén.
La defensa del condenado elevó la cuestión al Supremo, que ahora confirma la decisión adoptada por el TSJA y deja la pena inicial impuesta de once años de cárcel.
LA SENTENCIA
Además de los once años de prisión, el fallo de la sentencia de la Audiencia de Jaén condenó al acusado, ahora con 81 años, a indemnizar en 20.000 euros a su nieta y a hacerse cargo de las costas judiciales incluidas las de la acusación particular.
La condena llega por un delito continuado de abusos sexuales que el acusado negó durante un juicio donde argumentó que él no era “un degenerado”.
“La he tocado porque la he criado, pero nunca con malas ideas”, dijo el acusado en su declaración mientras que la menor relató ante el tribunal que desde que tenía 14 años y hasta cumplir los 17 años su abuelo había abusado de ella en unas 40 ocasiones, en las que supuestamente la sometió a tocamientos y prácticas de índole sexual. Los hechos sucedieron en Andújar (Jaén) tanto en casa de los abuelos como en la casa de la menor.
Aunque en sus declaraciones anteriores ante el juzgado, el acusado reconoció los hechos, ante el tribunal encargado de juzgarlo lo negó todo. No así la menor –ya con 18 años cuando se celebró el juicio–, que por videoconferencia relató de forma pormenorizada cómo comenzaron los abusos durante una siesta y que ella calló durante tres años para no hacer daño ni a su abuela ni al resto de la familia.
Así hasta que en enero de 2018 no pudo aguantar más la situación y acabó contándoselo a una amiga, a su prima y a una tía. Fue su tía la que habló con la madre de la menor y a partir de aquí los hechos se sucedieron. La primera reacción de la madre, tal y como dijo en el juicio, fue la de buscar a su padre para preguntarle si era cierto y “él me dijo que sí, pero que era poca cosa”.
Seguidamente vino la denuncia y el ingreso en prisión del abuelo puesto que ante el juez instructor sólo matizó los hechos, pero no los negó. La madre declaró que mientras ocurrían los hechos su hija cambió de forma de ser y empezó a ir mal en los estudios, pero “nunca podía imaginar lo que le estaba ocurriendo”.
“Mis padres han criado a mis hijas y nunca me lo pude imaginar”, señaló la madre, que reconoció al tribunal que ella obligaba a la menor a visitar a sus abuelos porque en los últimos tiempos la niña siempre ponía pegas para ir a verlos. “Claro que mi hija dormía la siesta con su abuelo, como yo lo hice en su día, pero nadie piensa que vaya a pasar algo así”, apuntó la madre.
El padre de la víctima también declaró en el juicio donde incidió en que “nunca” pudo sospechar nada raro, que la relación con su suegro era “más que buena” y que aunque se dio cuenta del cambio de carácter en su hija, no lo relacionó con un posible caso de abusos hasta que la menor se decidió a contarlo porque “no podía más”.
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