MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
El psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona Miquel Bioque ha destacado los beneficios que aporta la estimulación cerebral profunda para los pacientes con trastorno mental resistente, un novedoso tratamiento que “abre una puerta a la esperanza”.
Así, durante su participación en la segunda Jornada de Actualizaciones en Neuromodulación, organizada por la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica (SEPC) y celebrada en Sevilla, el experto ha explicado que la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés) es una técnica de neuromodulación psiquiátrica y neurológica que consiste en la implantación en el cerebro, a través de una intervención quirúrgica compleja, de unos electrodos para proporcionar estimulación eléctrica continua y de alta frecuencia al paciente, en una diana concreta en función de la patología que se quiere tratar y de los circuitos cerebrales que es necesario estimular.
Aunque se trata de una técnica ampliamente aceptada desde hace años para el abordaje de algunos trastornos del movimiento como la enfermedad de Parkinson, no ha sido hasta las últimas dos décadas cuando esta tecnología ha dado el salto al campo de la psiquiatría.
“En el campo de la psiquiatría, concretamente, donde más se ha desarrollado la DBS ha sido dentro del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y la depresión mayor, por ser trastornos muy frecuentas y, sobre todo en el caso del TOC, trastornos con una circuitería cerebral más clara y conocida. Existe un cuerpo de evidencia sólida y creciente en estos dos campos y también existe ya algún estudio en anorexia nerviosa resistente”, ha explicado el psiquiatra.
Según algunos estudios, por ejemplo, en el caso de la depresión resistente hasta un 75 por ciento de los sujetos responden al tratamiento con DBS y un 50 por ciento podría conseguir la remisión de la enfermedad, es decir, una reducción de los síntomas por debajo del umbral considerado patológico.
En este sentido, se estima que más de un 44 por ciento de los pacientes con depresión grave no responde a dos tratamientos y que uno de cada tres no obtiene respuesta a cuatro antidepresivos. Es lo que se conoce como depresión resistente. Las cifras son parecidas en otros trastornos mentales.
En el caso de la esquizofrenia, entre el 20 y el 30 por ciento de los pacientes no responden a los antipsicóticos y seis de cada diez no lo hacen a la clozapina, el tratamiento gold standard para el abordaje de la patología.
“Hablamos de pacientes muy graves, que siguen viniendo a nuestras consultas, que sufren mucho -ellos mismos y sus familiares-, y que también para el propio clínico son un reto. Poder disponer de nuevas estrategias terapéuticas se hace más necesario si cabe con estos pacientes”, ha afirmado Bioque.
ESTUDIO PILOTO
Durante su ponencia ha presentado los datos de un estudio piloto llevado a cabo en el Hospital Clínic de Barcelona con cuatro pacientes, dos con esquizofrenia resistente y dos con trastorno bipolar resistente. Hasta ahora, a tres de los cuatro pacientes se les ha podido retirar la terapia electroconvulsiva de mantenimiento.
“El cuarto está tardando más en hacer efecto, pero hay que tener en cuenta que con el DBS algunos de los efectos tardan más en aparecer. Hay que pensar que hablamos de circuitos cerebrales que han funcionado de una misma manera durante muchos años y que poco a poco se pueden neuromodular”, ha explicado.
El experto ha destacado como ventajas de la DBS el hecho de que tiene muy pocos efectos secundarios, la posibilidad de modificar los parámetros de estimulación en función del estado clínico del paciente, y las comodidades que, precisamente, supone para los pacientes, ya que al tener el estimulador implantado no tienen que cada semana o cada dos semanas a pasar unas sesiones en el Hospital, lo que incrementa la adherencia al tratamiento.
No obstante, como ha recordado Bioque, la DBS es un tratamiento costoso y que requiere de una intervención quirúrgica importante, “por lo que será importante identificar a los pacientes que mejor pueden beneficiarse de la intervención”.
Aunque es un tratamiento innovador y esperanzador, ha lamentado el experto, el hándicap es que aún no está aprobado por las principales agencias del medicamento para su uso en trastornos psiquiátricos resistentes.
“Hoy en día existen contados casos dentro del SNS que puedan entrar para hacer este tratamiento. En Cataluña, por ejemplo, los pacientes con TOC pueden intentar conseguir la intervención a través de la unidad experta del Hospital de Bellvitge; y lo mismo en el caso de la depresión resistente en la Unidad del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Caso a caso se evalúa lo que se llama un uso compasivo del tratamiento”, ha argumentado el psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona, que ha añadido que esta limitación también está dificultando la realización de ensayos clínicos en trastornos como la esquizofrenia.
- Te recomendamos -