MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
El vicepresidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) y jefe de servicio de Aparato Digestivo del Hospital Gregorio Marañón, Rafael Bañares, ha abogado por la necesidad de disponer de dispositivos o soportes de hígado artificial (biológico o nobiológicos) para poder avanzar en el tratamiento del fallo hepático agudo y la cirrosis descompensada, que se asocian a una elevada mortalidad.
Así lo ha expresado durante su ponencia en la VI Reunión de Hepatología Traslacional de la AEEH celebrada en Barcelona este jueves y viernes. El evento científico ha reunido a alrededor de 150 especialistas en medicina y ciencias básicas para debatir hacia dónde camina la medicina de precisión en hepatología.
En la última sesión de ponencias, Bañares ha puesto el foco en la escasez de estudios con resultados positivos existentes en hígado artificial y ha lamentado que existan “más dificultades” en comparación con otros dispositivos como la hemodiálisis, el soporte ventilatorio o el cardíaco, al ser el hígado “un órgano muy complejo”.
“Claramente es muy necesario disponer de este tipo de dispositivos para aquellas situaciones clínicas de insuficiencia hepática aguda y cirrosis descompensada, porque no siempre hay trasplante como solución o si lo hay, se demuestra después que no era óptimo, especialmente en pacientes jóvenes al cabo de los años”, ha dicho Bañares.
“La cirrosis descompensada sigue siendo una enfermedad de segunda división, a pesar de que cada vez más es causa de ingreso hospitalario”, ha agregado.
El especialista ha hecho hincapié en que “los pacientes con cirrosis gravemente enfermos son una causa de ingreso hospitalario cada vez más frecuente; la cirrosis incrementa además la mortalidad hospitalaria en pacientes que están ingresados por otra causa, aporta mayor morbimortalidad en otras enfermedades”.
Por ello ve “fundamental el desarrollo de sistemas que permitan el soporte de la función hepática, bien hasta el trasplante hepático o bien hasta la recuperación de la situación que había antes del daño agudo”, explica Bañares.
Según ha recordado, la experiencia clínica actual todavía es “bastante limitada”. El desarrollo de este sistema en un futuro pasa por la realización de un mayor número de estudios controlados multicéntricos que evalúen su efecto sobre la supervivencia en distintas afecciones.
“Los soportes de hígado artificial son una necesidad clínica pero no es solo una cuestión de máquinas. Los científicos debemos tener claros los conceptos que queremos mejorar antes de pasar a las pruebas. El futuro pasa por explorar diferentes fuentes celulares, y la obtención células a gran escala. También será necesario mejorar las funciones biológicas y mejorar la eficiencia de la transferencia de los líquidos que queremos extraer de la sangre del paciente. El hígado artificial es un reto muy importante científico y tecnológico que ojalá podamos ver en el futuro”, ha finalizado.
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