Apunta a la oscuridad y las nubes de polvo como causantes del accidente y descarta que el aparato fuera alcanzado por “fuego enemigo”
MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
El Ejército de Israel ha afirmado este viernes que el helicóptero siniestrado el 11 de septiembre en la ciudad de Rafá, situada en el sur de la Franja de Gaza, se estrelló causa de la escasa visibilidad por la oscuridad y las nubes de polvo en la zona, un suceso que se saldó con al menos dos militares muertos y otros siete heridos.
El aparato, un ‘Black Hawk’ que participaba en una misión para evacuar a un militar que había resultado herido en los combates en Rafá –en la frontera con Egipto–, impactó contra el suelo por “las malas condiciones de visibilidad por la noche y el polvo y debido a lo complicado del terreno en el lugar”.
“Es muy probable que estas condiciones llevaran a la tripulación a tener una mala orientación espacial durante el proceso de aterrizaje, provocando que el helicóptero chocara contra el suelo”, ha manifestado en su informe, en el que recalca que “parece que el suceso no fue causado por fuego enemigo”.
Así, ha recalcado también que “la influencia de componentes técnicos inusuales ha sido igualmente descartada”, en referencia a que no se habría tratado de un fallo mecánico. “Se ha determinado que el equipo estaba capacitado para la tarea”, ha reseñado.
Por otra parte, ha hecho hincapié en que tras el accidente fue lanzada una operación de rescate de las víctimas que duró una hora y diez minutos y que se saldó con la evacuación de los siete heridos, todos ellos hospitalizados en estado grave. “Las fuerzas de tierra evitaron con sus acciones un resultado aún más grave”, ha ensalzado.
El comandante de la Fuerza Aérea, Tomer Bar, ha dicho que lo sucedido es “un fatal accidente operativo” y ha abundado en que “la Fuerza Aérea aprenderá las lecciones y seguirá actuando con determinación”. El informe ha sido presentado durante la jornada a los familiares de las víctimas.
El Ejército de Israel lanzó una ofensiva contra Gaza tras los ataques ejecutados el 7 de octubre de 2023 por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otras facciones palestinas contra territorio israelí, que se saldaron con cerca de 1.200 muertos y unos 250 secuestrados.
Desde entonces, las autoridades gazatíes, controladas por Hamás, han denunciado cerca de 41.275 palestinos muertos en el enclave, a los que se suman más de 700 palestinos muertos a manos de las fuerzas de seguridad israelíes y en ataques perpetrados por colonos en Cisjordania y Jerusalén Este desde esa fecha.
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