MADRID, 18 (SERVIMEDIA)
Los jóvenes españoles conciben como una opción más en su tiempo de ocio acudir en grupo los fines de semana a los locales de apuestas, ya que consideran que consideran que hacerlo “sirve para socializar y lograr un estatus o una posición valorada por ganar”.
Así se pone de manifiesto en el estudio ‘Detección temprana, con perspectiva de género, de participantes con un comportamiento de juego de riesgo o de mayor gravedad’, que UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, presentó este miércoles en la Universidad de Deusto.
Lo hizo en un acto en el que estuvieron presentes director general de Ordenación del Juego del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Mikel Arana Etxezarreta; el presidente de UNAD, Luciano Poyato; el rector de la Universidad de Deusto, Juan José Etxeberria; Nerea Antia Vinós, asesora del Departamento de Salud del Gobierno vasco; y Patricia Martínez, autora del informe.
En su intervención, el director general de Ordenación del Juego llamó la atención sobre la perspectiva de género en este asunto, ya que “la mayor proporción de hombres que juegan frente a las mujeres que lo hacen no debería obviar todos los condicionantes de género que están detrás de las conductas en torno a las apuestas”. Esto le sirvió para apuntar que “del total de 1.637.831 personas con cuentas activas en portales de juego ‘online’, el 83,38% son hombres y el 16,62% son mujeres”.
A su vez, Luciano Poyato adujo que el 21,5% de los estudiantes con edades comprendidas entre 14 y 18 años han jugado con dinero ‘online’ y/o presencial en el último año y recordó que detrás de los datos “hay personas con nombres y apellidos, en las que el juego no sólo impacta en su salud mental y emocional, sino también en sus relaciones sociales, su rendimiento académico y su futuro profesional”.
Nerea Antia Vinós defendió que “la prevención y la intervención en adicciones y en conductas problemáticas nos exige trabajar en conexión con la realidad y en un estado de permanente adaptación”; mientras que Juan José Etxeberria adujo que “la educación y la investigación deben ir de la mano de la acción social”.
PERFILES POR GÉNERO
Patricia Martínez enumeró las principales conclusiones del estudio, exponiendo que “existen factores de riesgo individuales, sociorrelacionales y sociales a la hora de desarrollar un juego de riesgo, problemático o incluso patológico” y llamó la atención ante el hecho de que “existen diferencias entre chicos y chicas”, como lo atestigua que ellos se inclinen más por los juegos de apuesta y ellas por el bingo.
En cuanto a los sesgos cognitivos, explicó que los chicos juegan para ganar dinero y ellas lo hacen atraídas por la habilidad y por el aprendizaje para influir en el azar.
El estudio, continuó Patricia Martínez, aborda la impulsividad, “muy acorde con la modalidad ‘online’ del juego por su fácil acceso e inmediatez en el resultado”, y las emociones de activación y excitación que “provoca el juego tanto en chicos como en chicas”.
Del mismo modo, el trabajo pone de manifiesto que los jóvenes han incorporado las visitas en grupo los fines de semana a los locales de apuestas como una opción más en su tiempo del ocio, puesto que creen que hacerlo “sirve para socializar y lograr un estatus o una posición valorada por ganar”. En el caso concreto de los chicos, se añade “la presión social que ejerce el grupo a la hora de apostar”.
NORMALIZACIÓN
En lo concerniente al contexto social, el estudio muestra “la normalización de la cultura del azar y del riesgo como contexto que rodea e impregna también la conducta de la población joven”, como consecuencia del “papel muy importante” que desempeñan “las estrategias publicitarias del juego” que asocian “el acto de apostar con emociones, la idea de ganar dinero o el estatus del que presumen algunas figuras públicas, y altamente influyentes sobre la juventud, como son ‘tipsters’ y ‘youtubers’ en general”.
El trabajo alerta de que las redes sociales son un “canal donde se promociona el juego”, lo que provoca que éste sea “más accesible” para “una generación nativa en lo digital”, a lo que se añade que “los videojuegos con dinámicas como las cajas de botín “también contribuyen a introducir el azar a edades más tempranas”.
Lo anterior “desemboca en una baja percepción del riesgo de la juventud”; sin embargo “las chicas demuestran una mayor empatía y acercamiento con las personas que han desarrollado algún tipo de problema derivado del juego”.
Por su parte, los chicos anteponen el gasto y la disponibilidad del dinero para acceder al juego, y las chicas se preocupan por la frecuencia y las alteraciones que apostar provoca en las personas. En lo que ambos géneros coinciden es en que la percepción social de una mujer con problemas de juegos es peor que la de un hombre.
Por último, la investigación reseña que los jóvenes se adentran en el juego al alcanzar la mayoría con el objetivo de “sacar dinero rápido y emular” el discurso publicitario o la figura de alguien de su entorno que ha tenido “alguna experiencia positiva” con el juego.
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