El libro complementa el documental de 2020 a partir de 800 páginas de transcripciones con los testimonios recogidos
BILBAO, 16 (EUROPA PRESS)
El director de cine, escritor y fotógrafo Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) publica estos días “Bajo el silencio” (Espasa) un volumen donde reúne una selección de las entrevistas realizadas para el documental del mismo título estrenado en 2020.
Arteta da voz a los que define como militantes de base, políticos municipales, directores de ikastolas, periodistas, escritores, familiares de etarras e incluso sacerdotes y testimonios donde el denominador común es “el relativismo que ampara el asesinato”.
Arteta buscaba en aquellas entrevistas desentrañar qué hay detrás de lo que “engrasó una maquinaria como la de ETA durante tanto tiempo en la sociedad vasca” y que el autor considera que vive, en la actualidad, “un espejismo de paz”, frase que eleva a subtítulo de su libro.
Arteta ha optado por no incluir los nombres de quienes accedieron a ser entrevistados porque considera que lo importante es que todos responden a perfiles que existen hoy en la sociedad vasca en torno a lo que supuso ETA y su actividad terrorista.
En su opinión, “la memoria de los perpetradores es fundamental porque su versión de lo acontecido es la pieza que no puede faltar en esta historia. Ellos tienen el porqué, por qué lo hicieron, por qué durante tanto tiempo, por qué con tanta crueldad”, explica en el prólogo.
Son, enumera en declaraciones a Europa Press, “implicados, perpetradores, participantes de primera línea del terrorismo de una u otra forma, pero también gente que contemporizó en su día y que son ahora una suerte de transmisores del pasado: educadores, curas o personajes de la cultura que tienen un altavoz y trasladan una versión de lo que ha pasado que puede llevar a confusión” respecto a lo que ETA significó y que, en la actualidad “protegen de una u otra forma el pasado terrorista.
A su entender, “el presente qué se cuenta o cómo se cuenta” y es por ello que, prosigue, “el hilo que cose todo el trabajo es la voluntad de entender que es lo que llevó a esta gente a matar, a organizarse para matar durante tanto tiempo y cuál es la motivación que lleva a personas normales a integrarse en actividades asesinas”.
Arteta precisa que son personas nacidas en pueblos “cercanos y normales que optaron, por decisión personal, por una actividad que implicaba llevar armas, perseguir a gente y matar a personas que no conocian, todas marcadas por una dirección que les situaba como enemigos de su causa, una causa que no tiene mancha para ellos, el pueblo vasco y oprimido”.
Desde su punto de vista, “ese victimismo y creencia digamos que ‘altruista’ se tradujo en que mataban por un bien superior y es por ese motivo que hoy día la sociedad vasca debe comprender todo esto para admitirles de nuevo pero sin pasar por el arrepentimiento: ese es el eje común a todos los relatos reunidos” subraya.
Arteta considera que la sociedad vasca vive, tras el fin de ETA, “un espejismo de paz, una situación posviolencia” que, a su juicio es espejismo, porque la ausencia de violencia en sí podría arreglar la situación que se ha vivido en el País Vasco en los últimos 50 años pero no se corresponde con algo real”.
Para Arteta, “lo real debería ser una asunción de responsabilidad por los que practicaron la violencia y también por los que estuvieron amparando, justificando o siendo condescendientes con aquella violencia, de una forma clara, para que el resto de ciudadanos que no participaron, y sobre todo las víctimas, entendieran que hay una intención, propósito o voluntad de emprender una nueva etapa de paz y de convivencia desde la asunción de que se hizo mal en perseguir y eliminar a personas de esta sociedad”. Entonces, enfatiza, “el futuro de este país puede ser distinto”.
La idea del libro surgió tras constatar que, el documental que era ya, a su vez, una síntesis de las 800 páginas de transcripciones de todas las entrevistas realizadas, “se prestaba a completarse con un contenido más amplio, de forma que se pudieran ampliar las propias entrevistas en papel”.
En su opinión, “una cosa es ver una película, tras la cual, el espectador no puede repetir lo escuchado y se queda con una idea general de lo que ha visto y otra tenerlo todo en un libro, que se lee y comprende de otra manera y donde cada frase puede ser importante y entendí que podía lograr una profundidad diferente a la de una película”.
El libro mantiene el título del documental, donde se resalta la idea del silencio que Arteta cree que se extiende y mantiene en la sociedad vasca de forma doble: un silencio de la propia sociedad y el de los terroristas y quienes colaboraron con ellos.
“El silencio es la clave en toda la situación actual del País Vasco”, afirma el también fotógrafo; “un silencio de la sociedad y otro del mundo terrorista que se acoplan, de manera que parece que en estos momentos, no pasa nunca nada ni nadie es responsable ni se les hace responsables por haber sido responsables de aquello”.
En primer lugar, sostiene, porque “entre los ciudadanos normales no quieren hablar de aquello y desde la parte más comprometida con el terrorismo, tampoco, además de los implicados de una manera más grave porque han pasado por la cárcel muchos años porque han asesinado”; llegando, finalmente, “hasta los políticos actuales que son herederos de aquellos predecesores ultranacionalistas que tampoco quieren hablar de este asunto y el silencio es su mayor escudo”.
Además, prosigue Arteta, “hay aún 300 casos sin resolver en los que pudieran estar implicados y no quieren verse en una situación comprometida si hablan”.
A su entender, “lo que les conviene es integrarse en la sociedad vasca sin ningún ruido y disolverse en esa sociedad para que su integración pase desapercibida y nadie les vaya a molestar en su casa”.
Por todo esto, Arteta cree finalmente que “la tierra vasca está en la actualidad contaminada por el terrorismo y queda un tiempo para que no sea así” porque, lamenta, “los implicados no han pedido perdón, no ha habido una restauración de relaciones entre ese mundo ultra abertzale con la sociedad y hay incluso cierta actitud chulesca con respecto a lo que han hecho, ya que, no solo no se arrepienten sino que exhiben a sus terroristas al salir de las cárceles”.
Para el documentalista bilbaíno, “no hay la humildad que suele acompañar a la petición de perdón” lo que, considera, “crea un estado de cosas extraño en el que los terroristas van saliendo de una manera que nadie sabe definir, se disuelven en cada uno de sus pueblos y ciudades y todo eso, se acompaña de un silencio reverencial donde nadie les acosa ni les llama la atención por nada”, concluye.
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